jueves, 23 de julio de 2015

Una Historia Más Que Contar: (Tema Libre).

Había terminado de empacar mis juguetes en una bolsa negra enorme, a excepción de uno que mi Mamá me había comprado un Diciembre ya lejano. Recuerdo que me llevaba de su mano entre melodías navideñas y voces enérgicas que promocionaban las últimas creaciones de empresas anónimas para los suspiros y deleite inminente de los niños. Cada que cambiábamos de calle tiraba de la manga del vestido de mi Madre y presentándole una mirada lastimera le decía con voz suplicante que me diera cada juguete que atraía mi atención.

-Cómprame ese de Star Wars, ¡Están todos los personajes, pero sólo quiero uno! Por favor.
-No. Ya te dije que no tengo plata.
Más adelante insistía:
-Entonces cómprame esa cajita que trae varios autos pequeños, debe ser más barata. A mis amigos siempre les dan premios cuando les va bien en el colegio y mis notas no fueron malas, cómpramelo, por favor-. Le decía casi con desespero.
-No te traje para que me estuvieras acosando a cada rato con que te compre cosas-. Me lo dijo con su voz pausada y firme, opté por resignarme. Minutos después comenzaba a hacerme a la idea de que no tendría juguetes nuevos ese Diciembre, hasta que vi en el interior de una vitrina descuidada un robot plástico de casi tres veces el tamaño de la palma de mi mano, tenía tantas armas encima que tuve que frenar el paso para poder analizarlas y contarlas, todo en él parecía imponente. Sin embargo, tuve en mente de inmediato la idea de que jamás tendría un regalo de esa clase, debido al tamaño y lo ostentoso mi Mamá no podría costeármelo. En cuestión de segundos me imaginé todo lo que podría jugar con él si pudiera obtenerlo y mientras presionaba mis manos contra el vidrio y sin quitarle la vista de encima lo intenté de nuevo, al principio sin mucha convicción:

-Má, si me regalaras este juguete yo sería feliz. Cómpramelo y si quieres yo te voy devolviendo la plata con lo que me den para el colegio el año que viene. Mira todo el armamento que tiene, ¡Incluyendo esas alas!-. Terminé de decirle, notando cómo su expresión reacia iba siendo mellada. Me lanzó una mirada de falso reproche y comenzó a revisar su cartera. Al final logró pagarle la mitad del precio a la señora para que no vendiera el “muñeco” hasta que ella trajera la otra mitad del dinero y pudiera llevárselo.

Ese era el juguete que nunca metía en la bolsa cada que mi hermano y yo íbamos para donde mi abuela debido a que era sumamente especial para mi, siempre lo llevaba en mi mano haciéndolo utilizar esas enormes alas siempre estáticas, preparadas para el vuelo.

-¿Ya estás listo?-. Le dije a mi hermano que también empacaba sus juguetes. Era ya una costumbre el irnos hasta donde nuestra abuela a jugar gran parte de la tarde mientras nuestros Padres trabajaban. Nos despedimos de mi Mamá que comenzaba a alistarse para irse a dar clases y una vez salimos de la casa comenzó la carrera habitual de todos los días; como teníamos la misma edad, contextura similar y otros parecidos, siempre intentábamos resaltar diferencias entre uno y otro por medio de la competencia; por mucho que esforzáramos nuestros pies para aventajar al otro avanzábamos al mismo ritmo, dejando atrás quejas de mujeres, bocinazos de carros y motos e incluso “frenones” de bicicletas. Las calles las cruzábamos como locos preocupados sólo por no dejar ganar al otro y en medio de la adrenalina infantil producida por esa experiencia veloz y de riesgo.  

Aún recuerdo la cara risueña que me mi hermano me dedicó antes de pretender tomar un atajo en la carrera. Se metió entre una panadería atiborrada de gente y una señora que fritaba sus buñuelos. Yo frené al oir el estruendo y al dar la vuelta sólo pude ver sus piernas tendidas en el suelo porque el resto de su cuerpo estaba oculto entre cuerpos grandes que intentaban auxiliarlo. Los buñuelos y el aceite hirviendo estaban por doquier. Noté cómo lo levantaban y se lo llevaban a toda prisa a un puesto de salud que quedaba justo en frente, alguien intentaba rasgarle la camiseta que se le había adherido completamente a la piel acuosa.

Dejé mi bolsa y mi juguete favorito en la esquina de dicha panadería, adjunta a la cancha del barrio y corrí como nunca hasta la casa a avisarle a mi mamá; sin embargo, por mucho que intentaba avanzar sentía ese trayecto como el más largo que hasta entonces hubiera realizado. Sumamente asustado se lo comenté a Mamá, y ella dejó escapar un gritito ahogado sólo por esa falta de aliento que luego pareció tensionarle el rostro, con movimientos autómatas y apresurados me llevó de la mano hasta el lugar que le había indicado.  Recuerdo las expresiones de profunda tristeza de Mamá al observar a mi hermano y también la voz potente y amenazadora de mi Papá al recalcarle a la señora que no podía tener aceite hirviendo en un sitio que era para los peatones mientras ella trataba de excusarse con voz temblorosa y apartaba de vez en cuando su rostro aterrorizado de esa escena sin precedentes.

Luego de algunas horas mi Mamá salió de la clínica y me dijo que mi hermano se pondría bien en unos días pero que debía estar internado, fue entonces cuando mi mente extraviada en la preocupación pareció volver a la realidad inmediata:

-¡Mis juguetes!-. Exclamé compungido, y me apresuré a esa esquina de la cancha donde los había dejado. No había nada, ni los míos ni los de mi hermano. Comencé a preguntarle a todos los que allí estaban si los habían visto, que estaban en unas bolsas negras grandes y eran muchos. No, no sabían nada de juguete alguno. Me acerqué entonces a un grupo de niños de mi edad que estaban justo donde los había dejado y luego de que negaran descaradamente saber algo de mis “muñecos” les dije con un tono de desespero:


-Si ustedes los tienen y los quieren, no importa. Quédenselos, pero sólo les pido que me devuelvan el robot de plástico con alas que estaba sobre la bolsa. Luego de insistir vanamente y de buscar y rebuscar en ese mismo lugar, les lancé una mirada airada al corro de niños cuyas caras entonces indiscutiblemente me parecieron de ladrones innatos. Di la vuelta y me fui con el corazón lacerado por una de las pérdidas que me dejó un sinsabor denso en los años que luego vinieron.

domingo, 22 de marzo de 2015

El aroma del zorro

Como mencionaba Elena, esta es la última entrada de esta parte del proyecto. A todos quienes participaron, como miembros y colaboradores, reciban nuestro más sincero agradecimiento por estar y compartir, por hacernos parte de su vida y por ayudarnos a echar adelante un blog que sin Uds. no sería ni la décima parte de lo que es. Una vez más, gracias.

Y ahora si, paso a contarles mi aventura, o más bien, mi desventura con el personaje de esta semana: el zorro.

Cuando empecé en la visita médica, allá por el año de 1995, tenía como parte de mis obligaciones el visitar mensualmente una población del litoral ecuatoriano llamada Machala. Luego de casi tres horas de viaje, y de recorrer alrededor de 200 km, cada mes llegaba a esta ciudad, hacía un recorrido por sus principales farmacias y médicos, y en la noche me hospedaba en un hotel del centro de la ciudad, del que salía al tercer día para volver a Guayaquil.

La rutina era así: pasaba el día recorriendo la ciudad, llegaba al hotel, dejaba el carro en un solar vacío y lleno de maleza que el hotel utilizaba como garaje para sus inquilinos y me iba a dormir. Al día siguiente recogía el auto, le daba las gracias al guardia del solar y salía a trabajar. Pero un día hubo algo diferente en el estacionamiento.

Conforme me acercaba a mi vehículo empezó 
Zarigüeya comúnmente llamada zorro
a llegarme un olor completamente desagradable, que no había percibido antes y que no lograba identificar ni definir. Era un olor penetrante y nauseabundo. Le pregunté al guardia sobre el origen de este olor y me respondió que ese era el aroma que desprenden los zorros (así les llaman también a las zarigueyas), y que seguramente alguno se había salido de la maleza que había en el solar para irse a dormir debajo de mi auto. Lo buscamos pero el animal ya se había ido, sin embargo el olor había quedado impregnado en el ambiente y, sobre todo, en mi carro.



En ese momento tuve que salir volando del garaje a buscar un sitio de lavado de autos, donde lo hice limpiar a conciencia, sobre todo en la parte inferior, a fin de quitarle el dichoso aroma, 

Por suerte el lavado fue la solución, pero dicho olor fue un recordatorio de que, aun en la ciudad, existen ciertos habitantes que no se cuentan entre los que caminan en dos patas y que, a pesar de que no lo vi, fui más consciente de su presencia que si lo hubiera visto.



De zorritos y Zorro!

Cuántos significados que tiene la palabra zorro! Me pusieron a leer y enterarme y entonces....

Increíble lo que me enteré buscando material sobre el zorro...resulta que Guy Williams, ese guapetón que hacía del zorro, cuando se le terminó la serie no tuvo nunca más un buen trabajo.  Invirtió el dinero ganado en una empresa en California donde fabricaba panettone!!!!! Pero eso no es lo mas loco.  Lo mejor de todo es que un día alguien lo  invitó a venir de visita a Buenos Aires y cuando se supo, como 3000 personas lo esperaban en el aeropuerto.  Al ver este éxito que en Estados Unidos ya no tenía empezó a venir cada vez más a menudo.  Cuando se separó de su esposa directamente se vino a radicar a Buenos Aires. Vivía en la calle Ayacucho 1964!! Paso todos los días por la puerta. Increíble.  Paseaba por Recoleta y tomaba su café en La Biela, uno de los cafés más lindos de la ciudad.  Se hizo amigo de todo el edificio y vecinos.  Un porteño más.  Un buen día en 1989, los vecinos lo dejaron de ver y preocupados llamaron a la policía que vino, tiró la puerta abajo y lo encontró muerto.  Llevaba muerto una semana.  Había sufrido un aneurisma. Tenía nada mas que 65 años.
Estuvo dos años en el Cementerio de la Chacarita en el Panteón de actores hasta que uno de sus hijos vino a llevarse las cenizas para esparcirlas en las montañas de California como había sido su deseo. Interesante.

Por otro lado, la única vez que vi zorros en vivo (iba a decir en persona jajaj) fue el año pasado en Ushuaia.  Para quienes no lo sepan Ushuaia es una ciudad de la provincia argentina cuyo pomposo nombre es:  Tierra del Fuego, Antártida e islas del atlántico Sur...y si, como ya habrán supuesto están donde el mundo se termina, allá abajo, llegando a la Antártida.  Ahí está el faro del fin del mundo que inspiró a Julio Verne su célebre novela y es la ciudad más austral del mundo.  Una real belleza.  El año pasado estuve ahí y nos alojamos en unas amorosas cabañas junto a un lago.  Y que sorpresa al levantarme una mañana y ver mi "patio" lleno de zorros.  Los zorros no son autóctonos del lugar sino que fueron introducidos.  Hay de dos clases: zorros grises y zorros colorados. Y se volvieron una plaga, como todo animalito introducido que carece de predadores naturales.  No son una belleza???








sábado, 21 de marzo de 2015

Un Zorro político

Cuando salió esta palabra, pensé, nunca he visto un zorro, como puedo referir una aventura?
Pero un comentario de mi amiga Elena me hizo la luz.

Durante la dictadura en mi País, existía una persecución, como en toda dictadura, sobretodo a los simpatizantes de la izquierda, ya que los partidos pertenecientes a la izquierda estaban prohibidos, sobretodo los del partido comunista, quienes formaban un gran grupo y los mas peligrosos para ellos.

Entre estas personas, estaba un personaje sumamente arraigado a sus ideales, que estaba dispuesto hasta dar su vida para la defensa de la libertad, por su manera de actuar, por sus ideales y por su fidelidad lo llamaban no solo sus compañeros sino también sus enemigos el zorro, quienes lo nombraban lo hacían refiriéndose al zorro ese, unos con odio otros con simpatía,algunos ni conocían su nombre ni de quien se trataba.

Una vez, apareció una radio clandestina, cuyo funcionamiento no era posible encontrar por la llamada Seguridad Nacional, que era la policía política, a quien todos le temían, allanaba residencias, escuelas, bares y todo lugar sospechoso buscando su ubicación,

Pues la tal radio, la tenía el zorro en un carrito de cepillados de dos ruedas grandes, movidas por un burro, cuyo animal recorría todo el día la ciudad, instalándose frente al cuartel de policía, donde tenía sus mejores clientes, pues el cepillado es el refresco nuestro tradicional cuando la temperatura aprieta, lo mejor era que no solo la radio transmitía asuntos relacionados con el gobierno y sus compinches, sino también aprovechaba el Zorro para oír los comentarios que los esbirros hacían frente a él, referente a quienes serían los que esa noche serían llevados a las mazmorras de la SN, resultando que en la madrugada al querer sacarlos de sus casas, se encontraban con el nido vacío.

Así este personaje se hiso famoso y fue de gran ayuda en la lucha contra la dictadura en aquellos tiempos tan dificiles para nosotros.

Lo que nos indica que también en política los Zorros son de gran utilidad, hasta para  el espionaje,, aunque también existen los Zorros que saben aprovecharse para enriquecerse, pero esos son otros Zorros que no vale la pena ni nombrarlos pero que son los mas numerosos..

lunes, 16 de marzo de 2015

Lo único que me dejó El principito

Cuando leí la palabra zorro, en lo primero que pensé que el único zorro que conozco es el que sale en El principito jeje

Una novela, en la que hasta la fecha, todavía no logro captar que le ve todo el mundo que la ve maravillosa.

La he leído tres veces, de adolescente y no me gustó. De adulta a ver si ya le entendía y nada. Luego en mi grupo de lectura y ni con el debate me gustó jejeje

Pero nada pasa sin dejar algo, por lo menos su frase:

"Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos"

Sigue siendo, una de mis favoritas.

Saludos Hilda

Mi Zorro


Se termina el abecedario y con él muchos de los recuerdos que se mantuvieron bien almacenados en nuestra memoria.

El tema de hoy, me llevó inmediatamente a los días en que veíamos a don Diego de la Vega en estas aventuras del Zorro, cuánto nos gustaba verlo a él y a su fiel Bernardo.  En aquel entonces nos reuníamos en la casa de mis "primos" ¿recuerdan a los sobrinos del dueño del cine Cadore? realmente eran los hijos de mis padrinos, pero nosotros nos decíamos primos, bueno... hasta la fecha lo hacemos :) pues ellos fueron los primeros en tener un aparato de TV en el barrio y junto a ellos disfrutábamos de muchos programas.

El vídeo que adjunté es el del tema de la serie, tema que aún recuerdo y cuando alguien menciona la palabra zorro, inmediatamente acuden a mi mente las palabras de "zorro, zorro, zorro".





El actor se llamaba Guy Williams, para mí, mucho mejor que Antonio Banderas, jajaja, aunque yo era una infanta ya me fijaba en lo apuesto del actor y a través de los años, ya que la serie duró mucho tiempo, siempre fui su admiradora, una pena que haya fallecido tan joven (65 años).


   

Por supuesto que años más tarde cuando Antonio Banderas y Catherine Zeta Jones protagonizaron la película, me nació la inquietud de verla, pero comprobando como muchas otras veces, que jamás se compararía a la serie original.  ¡Que lindos recuerdos!  ¡Eso es to.., eso es to..., eso es todo amigos!

El zorro cultural

Esta semana cerramos el primer ciclo de publicaciones de este proyecto. Muchísimas gracias a todos los que nos han acompañado hasta aquí, semana tras semana, y también a los que han publicado aunque sea una vez con nosotros. Ha sido una experiencia más que interesante, aprendiendo y disfrutando con cada una de sus aventuras. ¡Gracias!
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Lo primero que me viene a la mente con la palabra de esta semana es El Zorro, así con mayúsculas, ese personaje literario que luego pasó a la pantalla grande y que para mí no va más allá de la imagen de un Antonio Banderas enmascarado. Aunque generaciones anteriores y también posteriores a la mía sí que lo conocieron, incluso con dramatizaciones “caseras” de sus historias, El Zorro no fue uno de los héroes de mi infancia.

Para mi padre, sin embargo, fue parte activa y principal de su infancia allá por los años 30. Sus héroes preferidos, según me contó en varias ocasiones, eran El Zorro y El llanero solitario. Con sólo mencionar sus nombres se transportaba a la época en que los cómics pasaban de mano en mano entre sus amiguitos, y para cuando terminaban la ronda ya tenían los colores apagados y estaban casi dehaciéndose de tanto uso. Se reía a carcajadas al rememorar su propia figura regordeta y paticorta de aquellos años en que el televisor era un lujo y no lo había más que en una casa del barrio, la del doctor, que era tan buena gente que lo encendía a la hora en que ponían esos animados para que toda la bola de chiquillos, colgados en racimos de las rejas de las ventanas, pudieran verlos aunque fuera desde la calle. 

Por eso recuerdo con especial emoción el día en que, ya estando yo casi en mis 20s, pusieron en la tele la nueva versión de El Zorro, protagonizada por Antonio Banderas. Fue en “Tanda del domingo”, un programa que ponían cada semana, los domingos creo que a partir de las 2pm, en el que transmitían un par de películas aptas para toda la familia, sabiamente comentadas por Mario Rodríguez Alemán, emblemático periodista y crítico de cine de la isla.

Para ese entonces yo ya vivía independiente de mis padres y ese domingo fui a pasar el día con ellos. Después de almorzar juntos nos sentamos a ver la Tanda del Domingo, y para nuestra sorpresa la primera película a transmitir era precisamente El Zorro. Ahí fue cuando se puso contento mi papi: “ya verás, ya verás qué emocionante es”, me adelantaba con voz entrecortada mientras nos disponíamos a verla. Y sí, recuerdo que la disfruté, pero aunque para mí no pasó de ser una peli de aventuras más, para mi padre fue toda una experiencia, quién sabe si de regresión a su infancia. Se agitaba en el asiento, se agarraba con fuerza de los brazos del sillón en los momentos de mayor tensión, no se le borraba la sonrisa del rostro... y sus ojos, aquellos ojitos azules como el cielo, se mantuvieron llenos de lágrimas durante toda la película.

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Como un dato cultural y un poco al  margen les cuento lo segundo en que pensé con esta palabrita. 

En Japón la figura del animalito, el zorro (kitsune), es muy popular. Es el mensajero del Inari, el dios del arroz y el sake, por lo que es común ver esculturas de zorros en los templos dedicados a Inari, representados con una llave en la boca, la llave del granero, porque cuida de las cosechas. Se cree además que es un ser inteligente y con muchos poderes sobrenaturales, aunque no siempre los use de buena manera. Hay un sinfín de leyendas que cuentan cómo un zorro se convierte en hombre o mujer para engañar a alguien y robarle o incluso tener relaciones íntimas. También se usa como un símbolo del carácter humano, atribuyéndole características muy parecidas a las que le damos en Occidente: un zorro, pues, resulta un ser muy inteligente, astuto, calculador, engañador. 

Crédito de imagen

Su contraparte es el tejón (tanuki), un adorable animalito gordito, peludo y juguetón. Se dice que tiene casi tantos poderes como el zorro y también es objeto de numerosas leyendas. Se cuenta, por ejemplo, que se ha visto tejones salir del bosque y acercarse a algún monje que esté en meditación, se le ha visto sentarse a su lado y acoplar su respiración a la del monje, y se afirma entonces que era el espíritu de un buda o de un monje que encarnaba en el cuerpo del animalito. Es muy común ver una o varias figuras de tejón custodiando la entrada de los negocios en cualquier ciudad japonesa y también en los caminos, porque se considera que traen buena suerte. En su representación humana, de estos se dice que son bonachones, amables y bienintencionados, aunque con frecuencia son traviesos y gustan de gastar bromas a los demás. 




Esculturas de ambos, en su condición de espíritus de la naturaleza, se encuentran con frecuencia en los templos shintoístas, y a menudo hay templos dedicados en exclusiva a ellos. Aunque no es algo raro, en general en el shintoísmo se venera a todos los animales y seres vivos, y hasta a las rocas he visto que se les venera, sobre todo si son grandes o con formas peculiares.

En cuanto a los zorros y los tejones les comparto una curiosidad más. De las personas que tienen la forma del rostro como un triángulo invertido se dice que tienen “cara de zorro”, o kitsune-gao, y aquellas con un rostro redondo son llamadas “cara de tejón”, o tanuki-gao. Así pues, con solo ver la forma de la cara de una persona, un japonés ya está sacando algunas conclusiones sobre ella.

Y ustedes, ¿son kitsune-gao (zorro) o tanuki-gao (tejón)?

domingo, 15 de marzo de 2015

Más insípida que el yogurt sin sabor

No, no me refiero a alguien, sino a mi entrada de esta semana. Es que por más que he buscado en mi memoria, no encuentro una anécdota que valga la pena escribir sobre el yogurt, así que les cuento lo primero que se me vino a la mente.

Cuando yo era pequeña odiaba el yogurt. me parecía la cosa más mala del mundo y no entendía cómo mis primos podían tomar semejante mejunje. Como a mi mamá tampoco le agradaba, entonces no me obligaba a tomarlo y yo pasé mi infancia muy feliz sin saber lo que era tomarme un vaso de yogurt.

Y como ocurre casi siempre, los prejuicios de la niñez nos acompañan hasta mucho más tarde, y así pasó que llegué a los 35 años y yo seguía sin tomar yogurt. No había vuelto a intentarlo porque mi memoria me decía que era malo y no valía la pena. 

Pero un día, por un entrenamiento para un nuevo trabajo, tuve que vivir en Quito casi dos meses,
Yogurt Tony Benecol
volviendo a Guayaquil los fines de semana. Volaba a las 7 am del lunes y volvía a las 6 pm del vioernes. Y en uno de eso vuelos, una compañía de lácteos lanzó su campaña de introducción de un nuevo producto: yogurt Tony Benecol. Un yogurt que tiene el plus de contener un ingrediente natural que contribuye a reducir el colesterol. Todos los lunes que subía al avión, la azafata nos recibía con un yogurt en la mano para cada pasajero, y así por más de un mes.

Yo seguía en mis trece y me negaba a consumirlo, asumiendo que tendría el mismo sabor que tan fuertemente se había grabado en mi memora, así que, llegando a la oficina se lo regalaba al primero que se me cruzara al frente. 

Pero un día ocurrió que la encargada de contratar los desayunos del grupo que estábamos en capacitación no lo hizo, y nos quedaríamos todos lánguidos y con hambre hasta la hora del almuerzo. Esa situación extrema (amenaza de hambre jajajaja), me hizo buscar a mi alrededor cualquier cosa remotamente parecida a un desayuno y entonces se dejó ver el envase de yogurt que aquella mañana me habían entregado en el avión.

Haciendo de tripas corazón, lo abría y lo probé, y ¿saben qué? me pareció delicioso!!! me lo tomé con el mayor placer y me daba de topes en la cabeza por haber regalado tantos envases de yogurt cada semana. 

A partir de entonces, el yogurt pasó a formar parte de mis desayunos y es mi compañero fiel cuando tengo que tomar un snack a media mañana. Tan, tan.

Soneto al yogur



SONETO MDCLVI

(Este soneto fue durante muchos años adjudicado a Sor Juana Inés de la Cruz.  Estudios posteriores establecieron que ella hubiera sido incapaz de escribir semejante porquería.)


Esa blanca tortura de mi infancia,
de textura imposible de tragar,
sólo la chancla podía lograr
que lo comiera con diaria constancia.

En casa de hacendados, la abundancia
de leche garantizada en el hogar.
Hoy, aunque adulta, me siento desmayar
al sentir de la vainilla la fragancia.  

Y hoy necesito escribir sobre aquello
de lo cual me liberé hace tantos años.
Y aquí estoy, poniendo empeño a ello.

Pero no causaría mayor daño
si dejara de causarme este resuello
hablando de algo que me manda al baño.







martes, 10 de marzo de 2015

la muerte de los bulgaritos

Intenté pensar en otra anécdota sobre el yogurt al ver la entrada de Miriam sobre los bichitos jejeje pero no se me ocurre otra, así que hablaré de lo mismo

En mi caso también nos regalaron unos bacilos para hacer yogurt, aunque por acá los llamábamos bulgaritos.

Y sí, hacían yogurt, son los mismos que los de la foto de la entrada de Miriam.

Para nosotros sí era muy divertido cambiarles la leche, colarlos, tomarnos el yogurt, que sabía delicioso.

Le poníamos azúcar o lo licuábamos con fruta, realmente era muy rico.

Se supone que mi hermano, mi mamá y yo, los cambiábamos (porque hay que ponerles leche, a las 24 hrs. Colarlos, lavarlos y ponerles leche otra vez), pero siempre pasaba que se nos olvidaba hacerlo

Así que cuando nos dábamos cuenta, en lugar de yogurt, había sobre los pobres bulgaritos, una nata amarilla espantosa y un olor a rancio horrible.

Los lavábamos e intentábamos revivirlos, a veces sin éxito. Y entonces conseguíamos otros.

Pero volvía a pasar lo mismo, todos los bulgaritos que caían en nuestras manos, tarde o temprano terminaban falleciendo. Así que hartos de esa matanza, decidimos mejor comprar yogurt en las tiendas y creo que los bulgaritos que se enteraron, terminaron haciendo fiesta de saber que nunca llegarían a nuestra casa jeje

Mi mamá y su yogurt

Cuando yo conocí el yogurt tendría alrededor de 10 años, mi mamá llegó con la novedad que le habían regalado unos bacilos que eran buenísimos para la digestión, el caso fue que ¿a quién creen que le encargaron la hecha del yogurt? Exacto, a mí.


Supongo que mi mamá pensó que sería divertido que yo viera como mascotas a esos bichitos, a los que cada día debía colarlos para separar el yogurt, luego lavarlos y volver a ponerles la leche que duraba 24 horas en cortarse para que fuera yogurt.

Confieso que el trabajo no me resultaba pesado, pero nunca me hicieron probar ni una gota de ese yogurt, no solo ya rechazaba la leche y con este agregado, ya era demasiado.

                      Los bichitos

Así que siempre que alguien mencionaba un yogurt, yo recordaba los bacilos y decía "no, gracias", así pasé mucho tiempo, hasta que una vez andando con mi hija que por su estrés ha sufrido mucho de problemas gástricos y no puede estar mucho tiempo con el estómago vacío, me dijo que la acompañara a tomar un helado de yogurt, ya se imaginan la cara que puse, pero por su bien, dije está bueno, ya en la venta de los helados, que es algo así como esto:


Al ver tantas clases de fruta, que me encanta, le pregunté si se sentía más el sabor del yogurt o de la fruta, ella conocía mi aversión por el yogurt, me dijo, sólo se siente la fruta, jajaja, y caí, pedí uno y desde entonces me volví adicta, lo malo es el precio, cuestan el doble de los helados convencionales, así que esos gustos no son de todos los días.

lunes, 9 de marzo de 2015

Una aburrida historia

Si ya por lo general me cuesta encontrar anécdotas para otras palabras más interesantes, hallar una para "yogurt" se me antoja prácticamente imposible. Mi historia con el yogurt es una de amor, pero de un amor con condiciones y un poco aburrida. 
Como casi todos los lácteos que he probado, me encanta el yogurt. Recuerdo con muchísimo cariño los yogures que tomaba de niña, unos batidos que venían en pomos de cristal, con sabores diferentes -todos deliciosos-; y otros más cremosos que venían en vasos plásticos, eran como el doble de grande los que se suelen ver hoy en las tiendas. 
Ese fue un producto de los que desaparecieron en la isla durante el período especial (años 90) y lo volví a encontrar en México. Ahí fue donde me chocó el tamaño de los vasos de yogurt, que eran minúsculos o, por el contrario, enormes. Pero el placer del reencuentro duró poco. 
En el DF trabajé con unos amigos médicos y en cuanto me reconocieron (médicamente hablando), el yogurt fue una de las cosas que eliminaron de mi dieta... Lo extrañé, mucho, sobre todo porque mi esposo sí seguía tomándolo y ¡no vean la envidia que me daba! 
Pero un buen día conocí el Activia que llegó para salvarme. Es el único que no me hace daño, así que eso es lo que tomo, uno diario y todos felices. 
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Como colofón, y para hacer esto un tín más interesante, les cuento que la forma más rara que he conocido de consumir el yogurt ha sido la de servirlo como acompañamiento del arroz. Los iraníes suelen hacerlo así, sencillamente ponen unas cucharadas de yogurt en un ladito del plato y lo van comiendo junto con el arroz, y no, no sabe nada mal por raro que parezca. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Xavier, mi Menudo favorito

Cuando estaba en sexto grado de la escuela, y luego en los primeros años de colegio, fui atacada por una enfermedad que se había propagado rápidamente por toda Latinoamérica: la "menuditis". Mis amigas y yo éramos fanáticas del grupo Menudo, tan de moda en los años 80 y, por supuesto, cada una tenía un Menudo favorito. Mi amiga Martha suspiraba por Ricky, Rossy por Charlie, y yo moría por Xavier, un rubiecito hermoso (y de voz terrible jajajaja) que me traía de cabeza.

En los recreos, los temas de conversación giraban alrededor de ellos, qué habíamos leído en las revistas o periódicos, quien había conseguido el último de sus cancioneros, cuántos posters teníamos en nuestras habitaciones, quien sabía más sobre sus vidas, y así un sinfín de cosas más. Recuerdo que tanta era mi locura que hasta tenía los cuadernos forrados con sus posters, y tenía pequeñas fotitos de ellos pegadas junto a mi cama, de manera que al abrir los ojos, fueran lo primero que viera jajajaja.

Sin embargo, y a pesar de todo ese fanatismo, nunca pude presenciar uno de sus conciertos. Esto debido a que yo no vivía en ese entonces en Guayaquil, que era donde se presentaban los artistas, y no tenía ni la más mínima esperanza de que alguno de mis padres decidiera no trabajar un día para pegarse el viaje y que me llevara al  concierto, así que pasé mis años adolescentes esperando que algún día se me hiciera realidad mi sueño de poder verlos en persona.

Pero el mundo siguió girando, los Menudos cambiaban conforme iban creciendo, y hubo un momento en que mi querido Xavier tuvo que abandonar el grupo ¡qué terrible día!, no sólo no había podido asistir a alguno de sus conciertos, sino que, con la salida de Xavier, ya no tenía esperanzas de verlo en vivo alguna vez. 

Por suerte, alguien tuvo la magnífica idea de formar un grupo, llamado Proyecto M, donde se juntaban 3 de los chicos más populares que habían salido de Menudo: Johnny, René y mi adorado Xavier. Fue un grupo fugaz, que no tuvo el impacto del grupo original, pero que basado en la popularidad de sus integrantes, hizo una gira por varios países, entre ellos Ecuador.

Y fue entonces cuando los astros se alinearon e hicieron coincidir la estadía de Proyecto M en Guayaquil con mi visita a la ciudad. Ni qué decir que, ni corta ni perezosa, organizamos junto a mis primas (si, las mismas con las que viajé a ver a Paul), una incursión al hotel donde se hospedaban estos lindos chicos. Logramos entrar al recibidor del hotel sin que nos tomen en cuenta, y nos apostamos, junto con otras fanáticas, cerca de las escaleras que bajaban de las habitaciones, esperando por si se nos daba la suerte de encontrarlos. 

¡Y la suerte se dio! luego de momentos de espera, fueron bajando uno a uno los integrantes de Proyecto M, Corrimos hacia ellos con nuestras libretas y plumas para el consabido autógrafo (quien hubiera tenido un teléfono con cámara en ese entonces),  mientras babeábamos al verlos tan de cerca, tan al alcance de nuestra mano. Xavier era todo lo lindo que se veía en la televisión y mucho más. Si daban ganas de comérselo a besos. René y Johnny también estaban muy bien, pero yo no tenía ojos más que para mi querido Xavier.

Y bueno, luego de librarse de tantas fanáticas, los chicos se fueron a desayunar al restaurante del hotel, y nosotras salimos rumbo a casa flotando en una nube, llevando en la libreta la firma de los tres galanes, y en la mejilla el beso que demostraba que los sueños si se hacen realidad. Tan, tan. 

Xavier, de chompa roja


Mi Xavi


Hace 4 años, el papá de una compañera de la universidad encontró en la calle un gatito de apenas días de nacido.  Lo recogió y lo llevó a la casa, donde lo alimentaron y abrigaron.  Pero ellos ya tenían una gata vieja, gruñona y mala, a quien no le parecía buena idea la llegada del pequeñito.



Así fue que mi compañera decidió sacarle unas fotos donde se veía bien adorable y las envió a todooos sus contactos diciéndoles que, y cito textual: "era una cucharadita de dulce de leche"..y yo caí en la trampa jajajaja

Esa misma tarde me lo trajo a casa, envuelto en la botamanga cortada de unos jeans. Su aspecto era...desaliñado. Una panza enorme, cuatro patitas de escarbadientes, enormes orejas, cabía en una mano y tenía más pulgas que pelos. Tenía mal caracter.  Mordía, rasguñaba y no se dejaba alzar mucho tiempo. Era bien arisco.  Pero desde el inicio se ganó el corazón de todos.  Lo bautizamos Xavi, como el jugador del barça.


Hubo que despulgarlo, desparasitarlo y castrarlo y ahí medianamente fue adquiriendo una buena apariencia.  Desde su llegada ha roto un televisor de 20 pulgadas, una botella sin abrir de pisco chileno, varias reproducciones de artefactos precolombinos de procedencias varias, un chopp para tomar cerveza, todos los imanes que estaban pegados en la heladera, se comió un pedazo de dos impresoras, hizo añicos una caramelera de cristal (lo que le valió internación y varios puntos de sutura) y la lista continúa....


Usa la notebook como sube y baja, destroza los rollos de papel higiénico y si lo regañás se ofende como chico chiquito.

Cuando me voy de viaje, queda con babysitter (bueno, gatysitter) y el las elige.  Este ultimo viaje que fue mas largo, las dos primeras personas que vinieron a cuidarlo se fueron despedidas por el, que les hizo la vida imposible. Y cuando volví estuvo todo un día ofendido, demostrándome lo mucho que reprobaba que me hubiera ido tanto tiempo.  


El es mi compañía, mi amigo incondicional. Todo el mundo sabe quien es, preguntan por él y le mandan saludos.  Están pendientes de sus diabluras.  Es como una celebrity.



Es el rey absoluto de la casa, decide lo que quiere comer y cuando.  Cuando quiere irse a dormir a la noche, todos tienen que irse a dormir también.  Y cuando decide levantarse a la mañana, si no hacemos caso, comienza a tirar todo lo que hay sobre la mesa de luz, descuelga el teléfono y, llegados a situaciones extremas, muerde.  No queda más remedio que hacerle caso.

Tiene su veterinario ( o más bien, tenía)...cada vez que lo llevamos a vacunar, dos veces al año, había que preparar psicológicamente al veterinario.  La anteúltima vez, mordió a la asistente y la última vez se portó tan mal, que el doctor nos dio el teléfono de una colega porque nos recomendó llevarlo a una etóloga (doctora especializada en comportamiento animal, es decir, una psicóloga de gatos)..ahí batió su propio record.







miércoles, 4 de marzo de 2015

Uno de los problemas de ser Zurda


No es que me queje de ser zurda pero en este caso si fue un pequeño problema.
La miss de música una vez hizo un grupo de flauta para tocar en 2 eventos en la semana Cultural, el Titanic y el Himno a la Alegría, nos salió  bien,  luego pensó que con otro instrumento nos iría mejor y de esa idea salió: el Xilófono.
Un día la miss nos dijo que traigamos palitos de Xilófono, así que ya sabíamos lo que nos esperaba mañana. Otro día una compañera le enseño la canción “Lambada” o “Llorando se fue” y le prometió que la íbamos a tocar y si, adivinaron, esa íbamos a tocar.
A mí no me interesaba, ya que no la había escuchado. Yo me sabía las notas pero era la peor en la práctica. La íbamos a tocar para fin de año ( faltaba mucho tiempo). Cada  vez que tocaba calculaba mal y por lo tanto me equivocaba .
Como yo soy zurda y tocaba con la derecha pensé  que  si cambiaba de mano me iba a ir mejor. Un día miss se acerca a observarme tocas y descubre mi secreto, me manda a practicar en casa.
Al día siguiente la miss me pregunta si yo había practicado y le respondí que me sabía las notas pero no practiqué, razón por la que no pude participar, pero yo si quería y mi mami también pero solo quedó en deseo.
Aunque viéndolo por el lado positivo,  no perdí tantas clases y para mi consuelo, ni se presentó el famoso grupo.

Esa es mi triste-mala suerte- con el Xilófono.

martes, 3 de marzo de 2015

Goma Xantana

Con la letra X me dije, esta vez será muy difícil para mi escribir sobre una anécdota que haga referencia  a una palabra de estas, por lo que me dí a la tarea  con la ayuda de Google, buscar una lista de palabras que comenzara por X, para sorpresa la lista era larga, mas bien parecía un vocabulario chino, palabras que nunca había oído ni leído, pero insistiendo encontré esta palabra, que no estaba segura, pero sonaba en mis oídos insistentemente  sin poder recordar por lo que me dije, será que no me he podido salvar de un coletazo de aquel alemán que persigue a personas como yo? , pero como  decía mamá, esta muchachita si es terca, seguí insistiendo y de pronto la luz se hizo.

Hace mas o menos 20 años, que solíamos pasar temporadas en la montaña, en una casa apartada de la ciudad,  que aún hoy conservo, al pie de una montaña en el Pueblo de Tabay del  estado Mérida (mi ciudad natal) .
Cerca de nosotros vivía una Señora Polaca, con su esposo y una hija como de 16 años, lo cierto es que la señora se dedicaba a hacer yogures, salsas, helados  mas toda clase de repostería que vendía los domingos en el mercado de la ciudad,  uno de los ingredientes que usaba para espesar estos alimentos era la Goma Xantana, que le era difícil obtener, por lo que cada vez que yo viajaba a Caracas ella la encargaba, además que el precio era exorbitante, no se cual será en este momento, pero me imagino que imcomprable.
 
Tiene una gran cantidad de usos en la cocina y creo que ese yogur que venden, que tiene una consistencia sólida a pesar de elaborarse con leche descremada, le ha sido añadida una cucharadita de este componente, ya que cuando yo lo preparo me queda casi líquido.

Así es que además de haber cumplido mis deberes en este blog, les dejo este dato a mis amigas y amigos que les gusta la cocina, para que sus postres  le queden a la altura de un buen cocinero.

Xocomil


Hace un tiempo les comenté de mi visita al Parque Xetulul, ahora les contaré una visita al Xocomil (se pronuncia Shocomil) realmente es el mismo parque divido en dos, el Xetulul tiene muchas diversiones, éste es un parque acuático, toda la diversión en entre el agua.

Este lugar queda en medio de mi ciudad natal y la ciudad natal de mi mamá, en la época de la anécdota, ella vivía en mi ciudad natal, Xela (otra palabra con X que se pronuncia Shela), ahora vive en Reu.
Yo siempre he tratado de complacer a mi mamá en los gustos que se le dan, cuando está dentro de mis posibilidades, así que cuando me dijo que tenía muchas ganas de ir al Xocomil, planeé el viaje para mis vacaciones, primero tenía que viajar 200 kms. para llegar a traerla y luego los 40 restantes para llegar a este hermoso lugar.

Esa vez iba mi hija conmigo y uno de mis sobrinos que casualmente estaba visitando a la abuelita, los cuatro muy alegres llegamos en medio de un calor sofocante, pero solo las mujeres dispuestas a meternos al agua, él no quiso, dijo que nos iba a cuidar y a tomarnos las fotos de ley.

Lo primero que hicimos fue meternos al río, este es muy divertido porque uno pasa bajo unos chorros de agua con presión, que si uno se descuida le saca la ropa, afortunadamente eso no sucedió, lo único que perdió mi mamá fue una cinta que llevaba en el pelo.



Después de esa primera mojada, se nos ocurrió a mi hija y a mí, subir al tobogán familiar, sin tomar en cuenta que siendo solo las tres y pequeñas de estatura mi mamá y yo, mi hija no tanto pero sí flaca, no tendríamos suficiente peso para que la balsa no se moviera tanto de un lado al otro, pero ya subidas ahí no podíamos hacer nada más que completar la vuelta, mi pobre viejita llevaba una cara de susto porque sentía morirse y nosotras muertas de risa sin pensar que por su afección cardíaca, bien pudo haber sucedido, gracias a Dios todavía nos la tiene viva.


Terminamos el día muy cansados pero felices, si quieren ver más imágenes del lugar, ya que estuvimos en la piscina de olas, pueden verlas en los créditos de imagen. Es un lugar muy lindo.

lunes, 2 de marzo de 2015

El momento en que los chicos.... (Xavier)

Pocas veces se da uno cuenta que crece, que los intereses ya no son los mismos, que uno va cambiando.

En mi caso, una de esas veces, fue en 1o. de secundaria, cuando tenía 12 años. Siempre había sido fan de los grupos musicales, especialmente uno llamado Timbiriche.

Y me gustaba por su música y sus canciones, su apariencia física, ni me llamaba la atención.

Y de hecho si alguien me decía sobre que el aspecto físico de alguien me gustaba, no me agradaba, decía que yo era niña jeje

Pero llegó el día, en que todas en la secundaria, estaban locas por los del grupo Menudo. Era toda una euforia.

Y conocí a René cuando se despidió y quedé encantada de él aunque ya no lo oyera jejeje Luego me di cuenta que Miguel tenía unos ojos bastante pispiretos pero era Xavier quien levantaba más suspiros con esos ojitos claros, para mi gusto, obviamente.

Así que obviamente, empecé a comprarme los discos del grupo y durante un tiempo los coleccioné, de hecho, todavía los conservo jeje

En ese momento, me di cuenta que había crecido, los chicos por su apariencia física, ya entraban en mis intereses jejeje

Ahora años después, veo a los muchachos de Menudo y no los ha tratado muy bien la vida jajaja eso sí, a Xavier creo que no le ha ido tan mal :)

Él es Xavier

Y estos son los chicos de aquel entonces, creo que los han de conocer :)


Crédito de la imagen

De cuando me sentí extranjera (Xenofobia)

Creo que la única vez que me he sentido rechazada por ser extranjera ha sido en Japón. No me malinterpreten: adoro ese país. Es hermoso, limpio, amigable... Puedo decir que es uno de mis preferidos en lo que conozco de mundo, sino el que más. Los japoneses son más que amables, enseguida te hacen sentir en familia, se desviven porque tengas una buena estancia. En fin, que a pesar de ser bastante distintos tanto en lo cultural como en lo físico, no hay modo de sentirse fuera de lugar entre ellos. Sin embargo, hubo una ocasión o dos en que me sentí, hmm, diferente. Les cuento.

La primera vez fue en una ciudad a la que fuimos por un trabajo de mi esposo. Las chicas de la oficina del edificio donde vivíamos, cerca de Tokio, se asombraron mucho cuando les dije cuál era nuestro destino: “¡Pero si allí no van ni siquiera los japoneses!” La verdad es que nos encantó aquel lugar -antiguo, bien conservado, con ese encanto que la historia viva le aporta a todo el país- pero sí que pudimos darnos cuenta de que no estaban acostumbrados a recibir visitantes, y menos extranjeros. 

Los profesores que fuimos a ver, gente culta y de mundo, nos atendieron con total amabilidad, por supuesto. La gente en la calle era otra cosa, sobre todo los ancianos. No es que nos trataran mal en ningún momento, sino que nos miraban como si fuéramos bichos raros. Se paraban en la calle cuando nos veían, sorprendidos, y hasta se apartaban para dejarnos pasar. Vamos, que me sentí como un animalito exótico en un zoológico. 

En esa ciudad, más allá de las miradas en la calle, no tuvimos ningún otro indicio de causar extrañeza con nuestra presencia salvo en un desayuno en el hotel. Un señor, sentado en la única otra mesa ocupada del local, le comentó a su amigo en voz suficientemente alta para que nosotros lo escucháramos, algo sobre “estos molestos extranjeros”. 

La segunda y última vez que algo así me sucedió fue en Kioto, y no deja de ser extraño porque allí se reciben varios millones de turistas al año. Fue el último día de aquella visita a la antigua capital con una prima de mi esposo. Habíamos pasado unos días espectaculares, de mucho ajetreo por toda la ciudad, y esa mañana decidimos ir a relajarnos en un sentō antes de regresar. 

Crédito de imagen
Un sentō es un baño público tradicional japonés, una especie de spa con masajistas, saunas y varias pocetas de aguas termales en las que bañarse. Los servicios y pocetas están divididos en dos secciones independientes, una para hombres y otra para mujeres, porque a diferencia de los spa occidentales, en estos baños se entra sin ropa, desnudos por completo. Son toda una atracción por lo que es común encontrar extranjeros en ellos, pero cuando entramos nos dimos cuenta de que en este solo había japoneses.

(En la imagen pueden ver un sentō relativamente pequeño, seguramente de un barrio. Los hay más grandes y modernos. A un lado está el espacio con asientos para ducharse antes de entrar a  las pocetas porque, como son de uso común, el cuerpo debe estar bien lavado para que el agua se mantenga lo más limpia  posible para todos.)

Crédito de imagen
La prima y yo nos dimos un masaje con unas tailandesas que había a la entrada. Luego disfrutamos de una sauna de sal, nos duchamos y al final fuimos entrando en las pocetas que en estos sitios suelen ser varias, con diferentes temperaturas o con unos u otros minerales que aportan distintas propiedades a sus aguas. Ahí fue cuando notamos que al entrar nosotras en una poceta, las japonesitas que allí había, todo sonrisas y reverencias, decidían salir. Al principio parecía casualidad, pero al repetirse en dos o tres ocasiones entendimos que no lo era. Ellas no querían bañarse con nosotras. 

Claro que no hay nada capaz de hacerme sacar un mal recuerdo de una estancia en la bella Kioto, pero puedo decir que esa fue una experiencia curiosa, lo más parecido a la xenofobia que viví allí.

domingo, 1 de marzo de 2015

MI COMPAÑERA, MI AMIGA , Y EL SIGLO XXI

Debo aclarar que antes de escribir conversé  y le solicité permiso para poder hablar sobre ella, aceptó siempre que no la nombre.


Le voy a poner como nombre "Anais" para que se haga más fácil el relato.

Hace unos 10 años recién se introdujo la computación en las escuelas fiscales, por lo que se preocuparon de darnos un curso de principiantes con lo más necesario para que podamos utilizarlas en la escuela y poder enseñar a los niños.

Recuerdo que para Anais, era como asistir a una clase de chino o alemán no entendía nada por más que el maestro le daba clases prácticamente personalizadas, de tal manera que terminó el curso y todo estaba en el disket que nos dieron pero en su cabeza, nada.

Cuando le tocaba transmitir sus "conocimientos" a sus alumnos, nosotros le dábamos la mano, por fortuna que tenía a los niños más pequeños y no era muy complicado lo que tenía que enseñarles.

Para su suerte, al siguiente año lectivo enviaron un profesor de Computación, le indiqué que aprovechara para que reciba también ella clases, pero se sentía incompetente para usar la computadora y que temía dañarla y tener luego que pagar.

De ahí en adelante, teníamos que hacer en la computadora: lista de los alumnos, matrículas, datos personales, calificaciones, reportes, etc y Anais, pagaba al maestro de computación para que se encargue de todo, y así fue hasta que se jubiló; pero si pensaba que se salvó de la computadora estaba muy equivocada.

Sucede que a las personas de la "tercera edad", el gobierno nos devuelve el IVA (impuesto al valor agregado), para eso debemos registrarnos con una serie de documentos y tenemos que dar nuestro mail para las notificaciones, me contó que les dijo que no tenía y se extrañaron muchísimo, la mandaron a otra dependencia para que abra uno, eso fue el terror para Anais, tomó sus cosas y se fue para su casa, me ofrecí para abrirle uno y que cada vez que necesitara abrirlo, venga a mi casa y yo la guiaba, pero se negó, dice que nadie la va a obligar a usar algo que para ella no tiene ninguna importancia, hasta que  su familia la convenció y una sobrina le dio su correo para que pueda seguir con el trámite.

Pero vaya sorpresa para ella, cuando regresó y dio el correo, ahora le pidieron el número de su celular, ya se imaginaran, su respuesta fue "no tengo" tampoco le creyeron, le dijeron que hasta la persona más humilde tiene un celular y que necesitaba que le de el número; para que termine el trámite, se inventó un número.

Para su martirio, ahora las facturas son electrónicas y tiene acumuladas muchas por no querer utilizar una computadora.

Le digo a Anais que se ha quedado en el siglo XIX, pues tampoco sabe utilizar una cámara de fotos.

Sin embargo ella vive muy feliz pensando que no se pierde nada si no ingresa a la web.

Los amigos virtuales

Creo que para todos los que estamos conviviendo en este blog virtual, la palabra web nos viene como anillo al dedo, pues no es casualidad que todos los aquí presentes nos destaquemos por ser ávidos internautas (por no decir adictos), con una curiosidad infinita por descubrir cada día algo nuevo de lo que ronda en el ciber espacio.

No recuerdo cuando llegué a tener este contacto tan cercano con lo virtual. Sé que mis pininos fueron alrededor del año 2000, cuando entré en una empresa donde teníamos correo electrónico, pero si puedo dar una fecha más precisa para cuando empecé algo que dura hasta ahora: mi relación con la página web de Pre-textos, mi grupo de lectura virtual. 

Fue en marzo del 2007, cuando una búsqueda en google de un grupo de lectura, me llevó hasta esa página. Al inicio un poco tímida, sintiéndome fuera de lugar por los "sesudos" comentarios de los compañeros hacia un libro que a mí no me había hecho mucha gracia: La insoportable levedad del ser. Incluso me pregunté si había desembarcado en el lugar correcto, pues no me sentía a la altura de los participantes.

Por suerte perseveré y aun al día de hoy, 8 años más tarde, sigo formando parte de este grupo humano con el que he compartido mucho. Pero si hay algo que esta página me dio, no sólo fue la oportunidad de debatir libros, noooooo, me dio algo mucho más grande e inesperado: La posibilidad de forjar amistades a través de la web, algo que nunca me había planteado anteriormente.

Inicié intercambio de opiniones con algunas personas, con unas, con mayor afinidad que con otras, y esto me permitió conocer al ser humano detrás de la pantalla y a apreciar el tiempo que se brindaba para el intercambio virtual. 

Con Vilma
El siguiente paso fue más emocionante. Por mi trabajo, he tenido la oportunidad de realizar varios viajes al extranjero, y por suerte y coincidencia, me ha tocado viajar a lugares donde vive alguno de los integrantes de Pre-textos.

Con Ceci (Alada)
Tuve la fortuna de conocer a amigos tan queridos como Daniel, Vilma, Cecilia, Luisa, Christian y Tania, y se me han escapado por un pelo los amigos mexicanos, pues no he tenido como destino sus ciudades de origen. 

¿Y saben qué es lo mejor de todo?, que cada uno de esos encuentros no se limitaba a los pocos minutos de que disponíamos para conversar, sino que incluía una serie de conversaciones previas, conspiraciones casi, para ponernos de acuerdo sobre el encuentro. 

Recuerdo el ir y venir de llamadas telefónicas entre Luisa y yo para tratar de coincidir en un centro comercial de Bogotá. La sincronización con Tania para que nos reunamos en un restaurante durante los 30 minutos que el tour de paseo por Santo Domingo me permitía. Las instrucciones de Vilma para coincidir en cierta escultura del centro comercial que estaría visitando esa tarde. La visita de Ceci al hotel donde nos hospedábamos para iniciar un tour de lujo con guía particular. 

Con Tania
Todos estos amigos, estas increíbles experiencias, me las ha dado la web. Ahora no es raro que entre a mi FB (también un regalo de la web) y tenga divertidos intercambios con personas de Argentina, México, Guatemala, República Dominicana, España, Colombia, Venezuela y muchos lugares más. A todos ellos, los que hacen mi vida más alegre y amena, a todos les digo ¡gracias! y ya sabes que si, que a ti, a ti, a ti, a ti, a ti y a ti me estoy refiriendo.



Con Adriana y Christian
LOS QUIERO MUCHO!!!






viernes, 27 de febrero de 2015

Mi entrada en la Web

A finales de los años 90, mi esposo que ya tenía sus 70 años, estaba escribiendo un libro de texto, cuyo título era Sala de Audiencias,  se trataba de una recopilación de sentencias dadas en el tiempo en que había sido Juez Penal, trabajo que efectuaba en una máquina de escribir, que aunque moderna, no avanzaba en su trabajo, como lo podía hacer en una computadora, eran las recomendaciones constantes de sus hijos, pero como todo Señor mayor y un poco terco, se negaba a usar tremendo aparato.
En esa época, hicimos un viaje a Michigán, donde uno de nuestros hijos hacia un Post-grado, quien se dedicó a introducirlo en el mundo de la Web, aprovechó para que enviara correos a sus otros hijos y amigos, cosa que le produjo cierto entusiasmo y aceptó que era de verdad una maravilla, poco duró ese entusiasmo pues al regresar a Venezuela, tomó de nuevo su maquina de escribir., pasado un  tiempo y aprovechando su cumpleaños, los hijos le regalaron una flamante computadora, recuerdo que fue una Windows 98, y se comprometieron a explicarle todos los días su funcionamiento, además de los beneficios que iba a encontrar, de nada sirvió y al salir ellos me comentó, ya los hijos quieren saber mas que yo.

Pero, fue un problema para mi, ya que cuando le daba a la tecla que no era, aparecía otra cosa, y el grito YLBA, llegaba a donde yo estaba, para que lo sacara del problema y como hacerlo si yo no conocía nada de eso, como cumplir mis deberes de esposa y secretaria, pero así fue como entre yo en ese mundo de la Web, oyendo las explicaciones que eran para él, y tratando de enderezar lo que él hacía mal, hoy puedo decir que soy autodidacta en computación.

Al comienzo solo usaba Word para escribir documentos, hacer formatos, buscar con Google, así poco a poco  comencé a enviar y recibir correos, luego vino la gran maravilla Internet, entrar en las diferentes redes sociales, con las que me he encontrado y reencontrado con amigos que tenía años sin saber de ellos, lo que mas me gusta es el poder leer diferentes clases de libros, mas ahora que los precios no me permiten adquirirlos, una vez quise abrir un blog, pero comprendí que eso no era para mi, me gusta entrar en blogs de mis amigos, siempre encuentro cosas interesantes, y ahora este blog ideado por Elena y Loly, que me permite expresar y recordar las aventuras de mi vida,
En estos momentos es cuando mas aprecio le doy,  por la facilidad como puedo comunicarme diariamente con mi hijo y nietos que están en otros lugares y hasta hablar y ver sus caras todos los días, por medio del Skipe,

Lo que no me gusta es archivar fotos, tengo un archivo pero de fotos que me han tomado, porque considero que no hay satisfacción mayor que tenerlas en papel,  en un álbum,  sentarse de vez en cuando a verlas y recordar épocas pasadas en compañía de la familia.

Podemos hoy decir, que estamos todos unidos en un gran Continente llamado Web.