sábado, 31 de enero de 2015

De cuando el miedo se llevó el sonido

Cuando pienso en Ariana, mi hija menor, pienso en su personalidad chispeante, alegre y vivaz. Sin embargo, hubo un momento en que esta personita pudo no llegar a ser.

Mi segundo embarazo fue muy tranquilo, no tuve mayores molestias ni complicaciones, Ariana se desarrollaba bien y siguiendo las pautas esperadas. Llegué y pasé la semana 40 sin señas de que ella quisiera salir al mundo, pero de acuerdo a los exámenes que me realizó la doctora no había de qué preocuparse.

Así llegó el 25 de mayo, día en que me realicé una valoración fetal que indicaba que el estado de mi hija era el esperado y que era cuestión de horas o días para que venga al mundo.

Efectivamente, esa misma noche empecé la labor de parto. Había decidido que, al igual que con mi primera hija, este sería un parto normal, así que cuando empecé a sentir las contracciones cada 8 o 10 minutos llamé a mi doctora para decirle que estaba en labor de parto y que salía para el hospital.

Cuando llegué todo transcurrió con normalidad, la Dra. y el personal médico se preparaban para un parto de rutina, hasta que me sometieron a un monitoreo fetal, y entonces la doctora descubrió que no se sentían los latidos cardíacos de la bebé. Analizó el líquido amniótico y encontró meconio, signo de sufrimiento fetal, y empezó a preguntarme si había sentido movimientos fetales a lo largo de la tarde, puesto que en la mañana todo había estado en orden. Yo no sabía que responder, me exprimía el cerebro pensando en si había sentido moverse a Ariana y no encontraba respuesta que me calmara y me permitiera decirle que si, que mi bebé se había comportado normalmente esa tarde.

En ese momento todo se transformó, lo que había sido una preparación rutinaria se transformó en una emergencia, mi ginecóloga salió a la sala de espera a comunicar a mis familiares de que había una complicación y a pedir autorización para una cesárea de emergencia. Me llevaron a un quirófano para practicarme la cirugía. Yo me sentía como en shock, no podía creer que lo que hasta hace unos minutos era apenas una espera para ver a mi hija, se hubiera transformado en una pesadilla, con el riesgo de que ella no existiera más.

Una vez aplicada la anestesia epidural mi doctora empezó la intervención. Había un silencio completo en la sala, no se oía más que los equipos médicos y a mí me daba miedo preguntar qué estaba ocurriendo, sólo veía el reloj que me decía que eran las 10:30 de la noche y que esos eran los minutos más largos de mi vida. A mi lado se encontraba el anestesista y junto a la doctora una enfermera y una auxiliar.

Todo fue muy rápido y en menos de 5 minutos la doctora ya había alcanzado a la bebé, la sacó y al mismo tiempo que el anestesiólogo me decía: "está bien señora, su bebé está bien" yo la escuché llorar y empecé a llorar yo también, dejando salir el miedo que me había guardado los minutos previos a la intervención. La doctora me tranquilizó y me dijo que todo estaba bien con Ariana, que no me preocupara y todo el personal pareció cobrar vida luego de ver que la bebé estaba viva y bien, las enfermeras empezaron a charlar y el anestesiólogo a dar las órdenes necesarias. Todo parecía recobrar vida luego de haberse detenido por unos minutos.

Por suerte el proceso no afectó para nada a mi Ariana, quien hoy transmite vida y alegría por donde va. La doctora no está segura de porqué se dio este problema, tiene la teoría de que la bebé no respondía bien a las contracciones y suspendía los latidos cardíacos durante las mismas, pero es una explicación que realmente no me interesa más, lo único importante es que Ariana salió bien de la situación.

Hoy doy gracias a Dios, a la vida y a mi doctora, que me permitieron tener junto a mí a quien considero una de las bendiciones más grandes de mi vida: mi hija Ariana.




viernes, 30 de enero de 2015

ADAPTARSE

En mi época colegial, (para mi la mejor de mi vida) cuando se tiene de 15 a 17 años y que te crees dueño del mundo y no tienes otras preocupaciones más que estudiar, vivía en todo el centro de la ciudad, en mi calle pasaban cuatro líneas de transporte, los vendedores vociferando los productos que ofrecían, a más de que al pie de la ventana donde tenía mi cama, se apostaban unos mecánicos que arreglaban carros en la vía pública, nadie en mi casa entendía cómo era que los días en que no tenía que asistir a clases podía dormir hasta las nueve o diez de la mañana, el ruido no me molestaba en absoluto.

Luego, cuando me fui a trabajar a un balneario donde la actividad se reducía a los tres meses de vacaciones que tenían los chicos que estudiaban, el resto del tiempo pasaba en un silencio sepulcral que inicialmente me desesperaba, pero como todo ser humano me adapté y lo bueno que aprendí a escuchar el sonido del mar, ya que vivía a una cuadra de la playa.

Después de 20 años regresé a mi querida ciudad y nuevamente a escuchar ruidos ya que vivía en una casa donde estaba nuevamente a pocos metros de donde pasaban los buses, escuchar el pito de los carros, otra vez los vendedores, niños que jugaban al pie de mi casa, entre otras cosas; nueva adaptación.

Hace ocho años volvía la historia: ruido-silencio-ruido.....silencio, me trasladé a vivir a una ciudadela residencial; aunque vivo al pie de una calle, en el año en que me cambié de domicilio, pocos carros pasaban, no había actividad de ninguna clase y no sé si por la edad incluido que me jubilé, me costó adaptarme, vivía en un silencio total de tal manera que cuando salía de la casa me daba la idea que iba del campo a la ciudad, ahora me he acostumbrado nuevamente al silencio, aunque ya existe más actividad en mi calle, circulan más carros y pasan uno que otro vendedor que son los que hacen ruido.

miércoles, 28 de enero de 2015

Hacer Silencio

¡Qué difícil es eso para mí! Esto de hacer silencio me ha costado muchas cosas, en el transcurso de mi vida he tenido algunas experiencias, divertidas y tristes.

Heredé el timbre de voz de mi mamá, fuerte, es casi imposible para mí hablar "bajito" el murmullo y los susurros no funcionan conmigo, y para ajuste de penas, me encanta carcajearme, no me basta la risa, no, cuando lo amerita, tienen que ser unas sonoras carcajadas.

Mi recuerdo más antiguo se remonta a finales de los años 60's tendría entre 8 y 10 años, entonces tenía una amiga (con la que solía leer en tardes de lluvia), éramos inseparables, tanto que decimos que somos hermanas.
La familia de Beatriz, se llama así, era muy católica, nosotros lo éramos sólo nominalmente, porque ni mi mamá ni mi papá nos llevaban a la iglesia, entonces mi amiga me decía que fuera con ellos, todos los domingos a las 7 de la mañana, sin desayunar para poder recibir la ostia, bueno pues con el permiso de mi mamá, allá iba yo, claro que en el camino, nos poníamos de acuerdo en hacerle bromas al padre confesor, en aquellos tiempos se usaban los confesionarios, en los cuales debíamos confesar nuestros pecados de la semana para poder comulgar.
Nuestra lista de pecados era interminable, inventábamos cada cosa, y fingíamos tanta pena  y vergüenza por matar, robar, emborracharnos, etc., no quedaba nada malo que no hiciéramos, y así era la cantidad de padres nuestros y avemarías que nos mandaban a rezar, por supuesto que era lo que menos hacíamos, empezábamos a cuchichear (ya dije que para mí eso era casi imposible) empezaban las risitas, los shh shh shh detrás, adelante y a los lados, cada shh aumentaba el volumen de la risa, hasta que soltábamos la carcajada, alguien llegaba y nos sacaba al atrio, entonces el regaño venía durante el regreso, dejaban de invitarme por un tiempo, hasta que volvían a claudicar con los mismos resultados.

Más adelante, con la entrada a la educación básica, los trabajos de investigación que debíamos hacer en las bibliotecas, era otra, ahí también había que susurrar para no distraer a los demás, pero por más que yo lo intentaba, mi voz resonaba en la sala, causando risa a mis acompañantes y por consiguiente a mí, allá te iba para afuera también, sin haber terminado de buscar lo relacionado al tema que me correspondía, realmente no me iba bien en esos trabajos.

Pero la peor experiencia vino unos dos años después, tuve una compañera, Angélica María, a la que recién se le había muerto el papá, de cáncer, ella estudiaba en un colegio privado pero al morir él, la situación económica de la familia entró en crisis, así que la enviaron a estudiar al instituto público donde estudiaba yo. Era una familia muy numerosa, yo ya conocía a sus hermanos mayores, que dicho sea de paso, el mayor me tenía enamorada, era guapísimo, y al morir el padre se puso a trabajar para ayudar al sostenimiento del hogar, era un excelente hijo y buen hermano. Eran 8 en total, 3 varones, dos mujeres, y otros tres varones, el mayor tenía 20 años y el más pequeño 5.
El caso es que la mamá de esta amiga quedó mal al enviudar, su carácter era terrible, nada le parecía y tenía a mi amiga muy limitada en todo, teníamos 15 años pero no le daban permiso para ir al cine, o a una fiestecita, era del instituto a la casa y de la casa al instituto, entonces yo iba mucho a su casa, para hacer las tareas, y ver a su hermano mayor, jajajajaja.
Pero oh problema, la mamá no quería bulla, teníamos que hablar bajito :( y serias, nada de risas escandalosas porque eso era vulgar, las señoritas decentes no se reían así.
El caso es que una tarde, estábamos murmurando, y la hermanita de 12 años dijo que estábamos burlándonos de ella, lo cual no era cierto, entonces nos reímos y ella se enojó, empezó a insultarnos y nosotras a reírnos, entre más nos gritaba, más nos reíamos... hasta que apareció la mamá y me puso de patitas en la calle, y con la advertencia que no volviera a poner un pie en su casa.  Eso sí que fue muy triste, mientras terminaba el año escolar todo bien porque estábamos juntas, pero al terminar el año, ella fue para otro instituto y yo para un colegio privado, a veces la esperaba en alguna esquina para caminar juntas y platicar un poco, pero con el tiempo nos fuimos distanciando hasta que ya no nos vimos más.

Así que hacer silencio no va conmigo, a pesar de las consecuencias :D

El sonido del silencio

No soporto el silencio. Me aterra.


Cuando era niña, muy peque, una de mis tías tenía una Isla en el Delta en Tigre.  Ibamos a pasar un mes en el verano. Mi papá se quedaba con nosotras el finde y el lunes muy temprano se volvía en la primera lancha para ir a trabajar y volvía recién el viernes.  Así que estabamos solas. Y yo no podía dormir. Porque le tenía miedo al silencio.


Ya más grande me pasaba en el campo. Salir de la casa por la noche, a esa oscuridad impenetrable y ese silencio que se sentía como si fuera una entidad me aterraba.

Y como la vida es muy irónica y cruel a los 30 años me diagnosticaron otoesclerosis.  Algo así como que un huesito diminuto que tenemos en el oído y que cuando el aire pasa vibra y lleva el sonido en mi oído está rídido.  Como no se mueve no transmite. Conclusión la capacidad auditiva se reduce poco, mucho o totalmente en un plazo que puede ser breve o no.  Dos opciones: una operación difícil, con algunos riesgos que no me gustan...o audífono.  What??? come on! audífono como las viejas gagá? ni hablar...así que por ahora me aprovecho de que uno de mis oídos es casi totalmente sano y despisto bastante bien.

A veces me pongo a pensar como va a ser ese día en que el silencio me envuelva totalmente.  No es seguro que suceda, pero es una de las posibilidades.  Horrible.  Va a ser como estar en el campo todo el tiempo jajajjaja

Pdero ya no podré escuchar el sonido del mar, a Beethoven y Mozart, a The Police y a Queen...una porquería...

Pero....hay algunas ventajas...ya no tendré que soportar a Arjona, ni al reggaeton ni el hip hop, ni la publicida de Head and Shoulders que hace la chica esa de apellido Vergara, ya no tendré que soportar el espantoso doblaje de las novelas brasileras ni las sirenas de las ambulancias que me ponen e triste...pensandolo así es bastante atractiva la sordera jajaj

Les dejo una canción que viene al caso, y que me gusta demasiadísimo:


El credito por la foto es:
http://www.elclubdigital.com/foro/showthread.php?t=112672

martes, 27 de enero de 2015

Lo contrario al silencio

Cuando leí la palabra silencio me acordé de mi post que tengo en mi blog sobre el daño que hace el ruido pero esa no es una anécdota jejeje y leyendo a Elena, me vino el recuerdo.

Hace unos años, me tocó ir a un congreso médico en la ciudad de México, cuando ya estaba yo viviendo en San Luis Potosí.

No queriendo batallar, le pedí a una amiga que vivía a unas cuantas cuadras del lugar del congreso, si me podía dar posada. Servía que la visitaba porque la quiero mucho.

Cuando fue hora de dormir, me dijo que el cuarto donde dormiría yo era el de su hijo, que él me cedería su cama y se iría a la sala.

Agradecí el detalle sin saber que horas después anhelaría que me hubiese tocado el sillón.

Resulta que la ventana del cuarto donde me dormí daba hacia el viaducto, una vía muy transitada, así que podrán imaginarlo, toda la noche me la pasé oyendo el zumbar de los coches!!! y yo, que estoy acostumbrada a dormir con tapones de oídos, en silencio y oscuridad total, no podía hallarme en ese momento en un lugar totalmente contrario a mi amado silencio.



Miedo al Silencio

Cuando quedé sola, porque así lo quise, algo que no podía soportar era el silencio, ya que eran momentos cuando mi mente se llenaba de recuerdos, que aunque fueron agradables, eran para mi en ese instante insoportables, por lo que evitaba el silencio, oyendo música, algunas veces cantando o cualquier cosa que distrajera mi pensamiento, pero era un silencio interior lo que necesitaba,  imposible de llenar.

Buscando solución, alguien me recomendó practicar Yoga, al comienzo me costó mucho concentrarme, el miedo ese que me producía un gran temor, era lo que necesitaba para la concentración, el silencio, pero un silencio que me transportara al vacío, que me ayudará a obtener la Paz que necesitaba,  tuve la suerte de tener una Instructora de Yoga, quien comprendió por lo que estaba pasando y se dedicó, no solo a ejercitarme sino a controlar mi mente, deja el temor y permite que el silencio te posea, me decía ella, así llegarás a sentir el verdadero silencio, el silencio interior, cosa difícil de lograr, mas no imposible, así aprendí a valorarlo, a aclarar mi mente y llevarlo al camino que deseo, puedo en silencio sin verlo  estar en el lugar que desee, en el centro del mar, en una montaña, o lo que mas me gusta, flotando en el aire, porque después de hallarlo viene la Paz.

Existe un poema, que  es uno de mis favoritos, porque habla  no solo de amor, sino de eternidad, de paz de comunión, del valor del silencio,  escrito por un poeta venezolano de comienzos del siglo pasado, Andrés Eloy Blanco.
Titulado SILENCIO

Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.
              
Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.
              
Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;
              
y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;
              
y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.

lunes, 26 de enero de 2015

Silencio para escuchar

Esto de vivir en medio de la naturaleza tiene muchas ventajas, y no estoy hablando de las (muchas) frutas que cosecho, no. Hablo de ir a diario por un camino de tierra, bajo los árboles. Es cierto que la mayoría de las veces voy corriendo porque aprovecho para hacer algo de ejercicio, pero en las últimas semanas me he visto obligada a dejarlo y entonces he salido simplemente a caminar.

Al caminar, el movimiento del cuerpo es mucho menor y el ruido que hago también. No tengo que estar tan atenta de las rocas o raíces en el suelo; puedo ir mirando mejor lo que me rodea y, sobre todo, escuchando. Esto me ha traído regalos maravillosos, como haber descubierto por primera vez a una ardilla comiendo una piña casi sobre mi cabeza. Si hubiera ido corriendo estoy segura de que no la hubiera visto, pero al ir caminando pude escuchar el ruidito que hacía al comer y así descubrirla.

En estos días, en lo que espero que mi esposo termine su sesión de ejercicios al aire libre, además de caminar he tenido la oportunidad —muy rara hasta ahora— de sentarme en el bosque. Aquí el movimiento se reduce al mínimo, el ruido que produzco casi desaparece. Hasta la mente se va tranquilizando poco a poco con el simple acto de estar sentada sin hacer nada. Es en ese momento, cuando ya la mente anda más tranquila, que comienzan a llegar los sonidos del bosque, los más sutiles. Se sienten los pajaritos moviéndose entre las ramas más altas, el ladrido lejano de los perros, el paso del viento... 

Eso es lo que he descubierto en estos días. Cuando hemos detenido el movimiento, silenciado nuestros ruidos tanto externos como internos, es cuando por primera vez podemos escuchar al mundo a nuestro alrededor. Parece que acabo de descubrir el agua caliente, y puede que así sea, pero para mí ha sido poco menos que revelador. 

sábado, 24 de enero de 2015

BAÑOS DE AGUA SANTA

En uno de los tantos viajes que hemos realizado Loly, mis nietas, (en este caso solo Dani) y yo, nos aventuramos a ir a Baños de Agua Santa; ésta es una ciudad  que queda ubicada a 420 km de Guayaquil; es un centro turístico de mucha importancia en el país, en todas las épocas del año se encuentran turístas que les agradan la aventura, por lo cual no solo es visitada por ecuatorianos sino que la afluencia de turistas extranjeros la supera.

Baños se encuentra ubicada en un valle con cascadas y aguas termales, al pie está el volcán Tungurahua que entró en actividad hace 15 años y que obligó a sus habitantes a evacuarla, recuerdo que solo se quedó un sacerdote viviendo en la ciudad. Desde esa época el volcán de manera intermitente entra en actividad, de tal manera que las autoridades ponen alerta  desde la amarilla hasta  llegar en ocasiones a la roja, sus habitantes han aprendido a sobrellevar esta situación y sin temor alguno continúan con sus actividades, espero que nunca ocurra alguna desgracia.
Les decía,   que es importante que  a sus visitantes les guste la aventura, porque en esta pequeña ciudad de 20.000 habitantes ofrece deportes extremos como: rafting, kayoking, canyoning, escaladas en rocas, salto de puentes, canopy, ciclismo de montañas, paseos a caballos, etc, también hay piscinas de aguas termales, baños de cajón,  zoológico, entre muchas otras actividades.
La novedad del viaje, es que Loly fue manejando, con las debidas paradas a conocer la iglesia más antigua del Ecuador, otros pueblos pequeños, lagos y lagunas que íbamos encontrando en el camino, hasta que llegamos a nuestro destino, buscamos un hotel con garaje cercano al centro de la ciudad e inmediatamente fuimos a una agencia de turismo ya que es necesario ir con un guía a ciertos sitios, vale decir que por el temor a las alturas que me ha producido el paso de los años, no me subí a algunas de estas diversiones.
Cuando regresamos de uno de estos paseos andábamos por el mercado buscando almuerzos y de pronto nos encontramos con esto:



Son cuyes (conejillos de indias), nunca lo habíamos comido ya que en la Costa a la cual pertenecemos no es común comerlo por el gran parecido que tiene con la rata, a quienes les parece una delicia es a los de la Sierra, lugar donde muchos se dedican a criarlos y luego venderlos. Decidimos arriesgarnos y comprar solo uno para que, en el caso que no nos agrade lo dejábamos, pues bien, ya en la mesa el cuy, no nos atrevíamos comerlo hasta que haciendo de tripas corazón, tomé una pequeña porción del roedor y luego de probarlo le dije a Loly: "mmm, qué rico que está" Dani y Loly  decidieron probarlo y lo único que puedo decirles es que hasta los huesos nos lo chupábamos de lo sabroso que es.









¿Le gustaría repetir?

Cuando trabajas en la visita médica, como representante de ventas de un laboratorio farmacéutico, sabes que parte del trabajo de un visitador médico es cubrir una zona de la ciudad y, adicionalmente, visitar ciudades periféricas para la promoción de los productos, tanto a los médicos como a las farmacias.

La visita en las zonas periféricas suele ser más relajada. Los médicos son más sencillos y asequibles, los dueños de las farmacias te reciben como a un amigo, y en general todo es más amigable. Pero hay personas que realmente destacan en cuanto a hospitalidad y generosidad.

Ese era el caso del propietario de una farmacia en una pequeña población situada a 110 km de Guayaquil llamada Balzar. Cada vez que mi compañero Jorge viajaba para allá regresaba contándonos que Byron, el dueño de esa farmacia, lo había invitado a almorzar su famoso "seco de gallina criolla", uno de los platos más deliciosos de la comida local: un guiso de gallina de campo cocinada en refrito agridulce y acompañado por arroz amarillo y plátano maduro frito. Es rico, rico, riquísimo, delicioso!!!!

http://www.pronaca.com/site/principalHogar.jsp?arb=1030&cdg=673


Pues bien, en una ocasión mi jefe nos dio la disposición de realizar una "visita masiva" en Balzar, esto quiere decir que todo el equipo de visitadores se trasladaría a esa población para visitar a todos los médicos simultáneamente, así como a las farmacias y procurar hacer la mayor cobertura posible. Ni cortos ni perezosos, le pedimos a Jorge que hable con Byron para que nos prepare también a nosotros su famoso seco de pollo. Byron, que es muy generoso, nos invitó a todos. Y así fue como, en la tarde de aquella jornada de trabajo terminamos todos en el comedor de la casa de Byron, listos a degustar su famoso platillo.

La sazón fue lo que esperábamos y más, nadie dejó ni un grano de arroz. Y no faltó el consabido ¿alguien quiere repetir? de nuestro anfitrión. Todos nos negamos, pues ya nos daba bastante vergüenza que Byron hubiera tenido que haber alimentado a 10 visitadores, también Jorge decidió ser políticamente correcto y rehusarse a repetir, pero lo hizo de una manera singular, le dijo: "no gracias,  no quiero molestar, sólo sírvame un poco más de arroz, otra presa de pollo y el guisado"

Todos nos matamos de la risa, pues sólo le faltó pedir el plátano frito para haber repetido el plato completo. A partir de ese día, cada vez que alguien quería repetir una comida, al preguntarle decía: "no gracias, sólo deme el arroz, la presa y el guisado" y ya sabíamos que realmente quería un plato más de comida.










jueves, 22 de enero de 2015

MI VECINO RICO.

Quisiera hablarles sobre las comidas ricas que preparo, pero prefiero para seguir con mis aventuras del pasado, referirles una historia de un Señor muy rico que además era muy avaro.
Para una niña de solo seis añitos, que no conocía el significado de la palabra avaro,  la confundía con ogro y en mi mente agitada se formaban tales fantasías, que me mantenían  entre el temor y la curiosidad.

Este Señor de unos 50 años máximo,  tenía un negocio de telas y mercería en la esquina vecina a mi casa, como mi madre cocía y además le gustaba hacer manualidades, me enviaba casi todos los días a comprar algún artículo que necesitaba para sus labores, era un Señor de malas pulgas, siempre estaba con la cara arrugada y yo le tenía un poco de temor, pero los comentarios que llegaban a mis oídos, me daban ánimos para querer enterarme de la verdad.

El comentario del vecindario era, que vivía solo y probablemente no tenía familia, pues nunca se le había conocido compañía.,  además de rico avaro, todo rico decían tiene algo de avaricia, pues les gusta acumular dinero solo para contemplarlo, hoy creo que no sucede eso, pues como está en los Bancos no es fácil hacerlo y prefieren sembrarlo para que se reproduzca.

Como era la costumbre, no se si por que no existían Bancos o por desconfianza, el dinero lo guardaban  en embaces especiales para ello llamados botijas,  no se si existían cajas fuertes, puede que si, pero ese comentario no logré escucharlo, se decía que debajo del colchón, pero nunca se tuvo certeza donde era que el Viejo guardaba su dinero.

Yo lo imaginaba, después de cerrar su negocio, sentado en la cama. sobre una gran cantidad de dinero y miraba con atención la moneda que debía entregarle, imaginándome que las monedas acumuladas debían ser todas como esa.

Un día, el viejo llegó a las puertas de mi casa todo atribulado,  llamó a mi mamá y le pidió que fuera urgente a su casa, su hermana que estaba enferma desde mucho tiempo atrás se estaba muriendo, mamá que siempre estaba dispuesta a ayudar a quien la necesitaba,  salió corriendo con el Señor, alcanzó a llegar estando aún viva, llamó a un Médico y cuando llegó este, no pudo hacer nada, pues la Señora había muerto.

Pasado este momento y después del entierro, se encerró pero  a los pocos días la tienda volvió a abrir sus puertas y el Señor, ni por esa terrible pérdida cambió de carácter.
Nunca se supo donde guardaba el viejo su dinero,  ni si eran especulaciones del vecindario y no era tan rico como se decía.

Eran historias que se repetían, gente que acumulaba dinero solo por el disfrute de verlo, los familiares de estos Señores ricos, después de vivir siempre en la mas absoluta miseria, se encontraban con la sorpresa de cantidades de dinero guardado en sitios insospechados, dinero que no habían imaginado que existiese.

Hoy, existen muchos ricos, pero ya el dinero no se guarda en estos lugares, sino en los Bancos, pero siguen existiendo avaros, que disfrutan solo acumulándolo y viven como pobres.

miércoles, 21 de enero de 2015

Rico, rico, rico....

Cuando yo era bebé mis abuelas Eugenia y Leonor, vinieron de visita a casa por unos días.  Aprovechando eso mis padres hicieron planes para salir al teatro dejándome al cuidado de ellas.  Mi abuela Eugenia venía más seguido, asi que mamá la dejó "a cargo".   Les dejó chocolate para que tomen caliente por la tarde ya que era pleno invierno y dejó la cena preparada.  Las dos viejitas se pusieron a conversar y Eugenia se olvidó de servir el chocolate.  A la hora convenida calentó la cena, comieron opíparamente y cuando ya se iban a acostar encontró la jarra con el chocolate. Pensó que mi madre la iba a regañar cuando volviera, asi que puso el chocolate a calentar.  Tengo que aclarar que acá el chololate se toma con leche entera, con chocolate que se compra en forma de "piedra" y es pesadísimo. Una bomba...no se mide en calorías, sino en megatones...poco afortunado tomar eso sobre la comida y menos antes de ir a dormir.

Eugenia: -Y ahora, Leonor, vamos a tomar un chocolate.
Leonor: - Chocolate, Eugenia? Ahora?
Eugenia: -si, está muy rico.
Leonor: -Bueno, si a vos te parece, Eugenia....
Y se lo tomaron... y estaba rico...y no, no murieron de un ataque al hígado.

Pero la anécdota quedó para siempre...cuando le proponemos a mi madre cualquier cosa fuera de hora, ella nos mira y contesta imitando la voz de mi abuela: "Chocolate, Eugenia? Ahora?"  

Omar, un amigo de mi padre de toda la vida, siempre que venía a comer a mi casa, decía "ustedes son exquisitos para comer"...

Mi viejo, si en algo no ahorraba, era en comida.  Imagino que eso tenía que ver con que en su primera infancia había sido muy pobre.  En mi casa nunca faltaron los buenos quesos, la fuente de gruyere, camembert, pepatto, brindamour..las especias exóticas, pimienta rosa, verde, de jamaica, de cayena..dátiles egipcios, higos turcos...con muchos amigos pilotos nos llegaba delicatessen de todo el mundo.  Caviar ruso, bacalao de Noruega, azafrán español, vinos del rin, licores franceses o chocolates suizos eran consumos normales en mi infancia, cuando en Argentina eran cosas que sólo se veían en las películas.  Mucho antes de que las importaciones permitan que ahora esas cosas se puedan comprar en cualquier supermercado grande.

A todos les gustaba venir a comer a casa.  Porque se comía rico.  

Mis viejos siempre fueron grandes anfitriones.  Se ponía la mesa con la mejor porcelana, con los cubiertos y las copas impecables, mantelería de lino, las flores más finas y se reunía. Amigos, familia y vecinos. No había fin de semana en que no se recibiera gente.  Papá decidía el manú.  Mamá supervisaba las compras y la preparación de la comida.  Entradas, primer plato, segundo plato, postres, jerez o vinos dulces para los postres...

Otro uso de la palabra RICO que me gusta mucho es cuando mis amigos de otros países de América dicen:: Ahh que rico lo hemos pasado ... que rica tarde.... ese uso no le damos acá...

Acá decimos que alguien es RICO si tiene mucho dinero. Que algo es RICO si tiene buen sabor. o que la leche es RICA en calcio y el pescado es RICO en fósforo.

También decimos: que rico/a chico/a... para describir a alguien con una belleza fina y delicada.  Aunque es una expresión un poco ochentosa...

Como sea, siempre asocio "rico" con algo abundante y bueno.  






martes, 20 de enero de 2015

¡Pero que rico!

No me atreveré a hablar de comida, porque no sé hacer ninguna maravilla y no tengo ningún plato que sea especial o que me sepa más rico que otro. ¡Me gusta todo!

Por eso les contaré que hace unas semanas, el 27 de diciembre para ser exacta, fui a visitar a mi mamá, le llevé una TV porque la de ella la quemó un rayo y yo teniendo cuatro en casa, tenía una de más jeje, (somos 3 miembros en la familia)

Así que convencí a mi hija para que me acompañara, ofreciéndole a cambio que pasaríamos al IRTRA, Este es un parque que la iniciativa privada construyó para sus trabajadores, las siglas quieren decir Instituto de Recreación para los Trabajadores, los cuales por una pequeña cantidad pueden hacer uso del mismo, hospedarse y pasar unas lindas vacaciones.  Este lugar está a pocos kilómetros de donde vive mi mamá, así que ella me acompañó muy feliz, no es que no le guste ver a su abuelita sino que el calor la desespera, cuando llegamos la temperatura estaba a 35°C pero llegamos muy bien.

Aprovechando el viaje, también visitamos a una amiga que se graduó conmigo en 1976, y a la que no veía desde 20 años o más, esta mi amiga no me dio de comer nada rico, no se lo piensen, jajaja, pero sí me contó que en el IRTRA había un Spa, que ella iba a menudo y que estaba muy bueno, que si pasábamos que no dejara de ir por un masaje.

Así que el domingo 28 salimos de regreso, pero cumpliendo mi promesa pasamos al parque, nos dimos un buen chapuzón en la piscina y luego fuimos a buscar los Corozos que es el nombre que le pusieron al Spa, para recibir nuestro masaje.

No sabíamos que había que hacer cita, afortunadamente nos recibieron y mientras esperamos media hora en el jacuzzi, una experiencia maravillosa, nunca había estado en uno como ese, el agua a punto de despellejar un pollo pero ¡deliciosa!

Y luego el masaje, para mi hija una exfoliación corporal, para mí un masaje antiestrés cuello y espalda, la cosa más rica del mundo. Quedé con muchas ganas de ir otra vez.

lunes, 19 de enero de 2015

'ta lico!!

Por el lado de mi abuelo tengo primos de todas las edades, en algunos casos la diferencia es suficiente para que me digan tía en lugar de prima. Durante unos cuantos años convivi muy de cerca con dos de ellos, hermanos, los vi nacer y crecer y continúan llamándome tía Tania, no me ha valido decirles que dejen de hacerlo porque eso me agrega años 😝

El varón, y mayor, es asmático y cada cierto tiempo hacía crisis y había que llevarlo a la clínica a nebulizar, generalmente en la madrugada que es cuando a estas cosas les gusta pasar.

Aquí hay un sin fin de remedios caseros y naturales para "curar" el pecho apreta'o que es como se llama popularmente al asma por estos lados y estoy segura que a mi primo/ sobrino se los dieron todos, en siendo cosa que le dijeran a su abuela se la dieron al muchacho.

De estos remedios hay de todo tipo, desde los mas normales como cebolla con miel de abeja y limón hasta los más asquerosos como lagarto asado, pasando por arenque frito en aceite de coco y unas ligas de aceites de coco, gomenol, culebra con verbena, cilantro...y no se cuantas cosas más.

Mi pobre primo estaba ya acostumbrado a que cada cierto tiempo su abuela le diera un brebaje nuevo, cada uno peor que el anterior. En una ocasión, cuando tenía como cuatro años, le prepararon una mezcla que de verlo se le batía el estómago a cualquiera, una cosa con un olor desagradable y la consistencia empoalagosa de la melaza. Como de costumbre lo llamaron para darle el mejunje y el pobrecito de verlo comenzó a llorar pero estoicamente se lo tragó mientras la abuela insistía en que eso no sabía a nada, luego de tragárselo con los lagrimones que le caían en la ropa y la cara arrugada decía " 'ta lico abuela...'ta lico" (Esta rico abuela... esta rico) . De eso hará uno s 20 años y cuando algo no tiene muy buen sabor, algunos miembros de la familia que estaban presentes en ese momento, arrugamos la cara y decimos, " ' ta lico abuela...'ta lico".




Ojalá no supiese tan rico

Cuando mamá se preparaba a hornear su pan de natas y pay de limón, era motivo de alegría en casa, la verdad es que era una verdadera delicia.

Así que prestos nos poníamos a sus órdenes, para ayudarle: a cernir la harina, romper los huevos, rayar la naranja o el limón, etc. Y naturalmente nos peleábamos por comer la pasta preparada que quedaba en las paredes del recipiente.

Había que esperar al día siguiente para disfrutar semejante manjar, pero valía la pena.

El problema, era cuando teníamos que llevarnos un pedazo a la escuela, porque cual más, maestros o compañeros, acudían cuales aves de rapiña a que les invitásemos un pedazo, de tal manera que la expectativa se veía algo defraudada porque terminábamos comiendo solo un pedacito.

Y es en ese momento, cuando deseaba que el pan de natas y pay de limón de mi mami, no supiera tan rico!!

O que la escuela hubiese tenido un lugar donde esconderme a comerlo sin que me detectaran jeje

El toque perdido

Me he pasado buena parte de mi vida asegurando que heredé la sazón de mi madre. Eso me decía ella. Me lo decía mi vecina de toda la vida cuando le daba a probar mis frijoles. Me lo decía mi padre cuando acertaba a ayudarles en la cocina. Me lo dice mi esposo, pero bueno, a él no le queda más remedio que opinar bien de mi comida.

Mi madre, han de saberlo, hace los mejores frijoles del mundo —como todas las madres, supongo. Y es que, como todas las hijas, en mis andanzas por el globo no he encontrado aún mejor comida que la suya. Diferente sí, pero mejor nunca. Y yo, pues, me vanagloriaba pensando que había heredado su sazón... hasta el martes pasado.

Fuimos invitados a comer por unos amigos que están pasando una temporada aquí. Nada más que de pensarlo se me hacía la boca agua. Son cubanos y viven en la isla, por lo que —imaginaba— traen el sabor bien fresquito. Por supuesto, nos hicieron lo que mejor saben hacer, comida cubana: arroz blanco, tostones, pollo en salsa con berenjenas, ensalada.

Nuestra amiga, como toda cubana que recuerde, se quejaba constantemente de que el arroz se le había pasado un poco, que el pollo se le había desbaratado en la olla, cuando en realidad todo estaba perfecto. P e r f e c t o. No exagero. El arroz estaba justo en su punto, desgranado como es el gusto de la isla, y el pollo —¡ay, el pollo!— se deshacía en la boca y sabía como estoy segura que ha de saber la gloria. Todo estaba tal y como lo hacía mi madre.

—¿Pero qué le pones? —le pregunté entre bocado y bocado, y mi amiga me sorprendió diciéndome que le pone lo mismo que yo pero, y aquí hago acopio de toda mi humildad, a mí no me sale ni la mitad de bueno que a ella. 

Será porque ella lo hace en olla de presión, un instrumento que no uso hace ya más de una década; será porque está recién llegada de la isla y su hacer no se ha contaminado aún con otros sabores o experiencias; será porque, sencillamente, he perdido el toque. No sé el por qué, pero si tengo algo claro es que la comida de este martes pasado ha sido la más rica que he probado en mucho pero mucho tiempo.

domingo, 18 de enero de 2015

Querido hijo...

Cuando mi hijo Joseph era pequeño, tendría cuatro o cinco años de edad, solía hacer muchas preguntas, generalmente empezaban con un por qué... y eran de lo más variadas a lo largo del día pero se repetían las mismas cada día, por ejemplo recuerdo que apenas anochecía preguntaba insistentemente: ¿Por qué es de noche? Y esta pregunta por mas que le explicáramos la razón la repetía todos los días, a su niñera la tenia alterada a tal punto que ella desde temprano en la tarde cerraba todas las ventanas y cortinas de tal forma que Joseph no notara que era ya de noche para que no le hiciera insistentemente la temida pregunta y a lo que yo llegara a casa, una vez mas me hiciera cargo del niño preguntón.
Como les mencioné las preguntas eran variadas pero repetitivas dejándonos entrever que las respuestas recibidas no eran satisfactorias y así transcurrían los días.
En aquel entonces vivíamos alquilando un departamento en un condominio que tenía planta baja, donde la dueña de casa, una señora bastante obesa pasaba sus vacaciones, ya que vivía en Nueva York, y tenía por costumbre sentarse en una silla abajo en el portal del condominio, había inquilinos en dos departamentos en el primer piso y nosotros vivíamos en uno de los departamentos del segundo piso.
Recuerdo una tarde de un sábado que decidimos salir a pasear con mi esposo y mis tres hijos, pequeños y como siempre sucedía Joseph y su hermana gemela se adelantaban en las escaleras, yo bajaba atrás de ellos con Luis mi hijo menor de la mano y mi esposo se demoraba algo en bajar porque se encargaba de asegurar las puertas. 
Esa tarde casi caigo de las escaleras al escuchar que Joseph se había encontrado con la dueña de casa que como siempre estaba abajo sentada en una silla tomando aire y habían empezado una amena conversación, donde Joseph le hizo una pregunta que me avergonzó por muchísimo tiempo, la pregunta en su inocencia de niño pequeño fue... ¿Por qué tienes las piernas tan gordas? Y la señora le respondió muy naturalmente que ella era gorda de los brazos y piernas y de todo su cuerpo y que era uniforme y parejo y que de tal forma sus piernas eran gordas. Yo no tuve forma de evitar bajar las escaleras, muerta de la vergüenza, queriendo que la tierra se abriera y me tragara o tuviera aunque sea solo por ese instante la capacidad de ser invisible para salir corriendo sin ser vista, pero nada de eso sucedió y tuve que bajar con un amable saludo, esa vergüenza me duró algún tiempo pero afortunadamente Joseph no volvió a repetir la incómoda pregunta para alivio mío, al parecer esa respuesta sí le satisfizo y yo le hablé de la prudencia.


Ahora cuando lo recuerdo me rio mucho pero cuando ocurrió me lleno de vergüenza.

Acerca de los seres queridos

Confieso nuevamente que he tenido dificultades para escribir acerca de la palabra de esta semana. He tenido que pensar un poco, quizá un montón, para recordar una experiencia mía acerca de “querido”. A mi mente solo llegaban las palabras “Querido diario, estimado cliente, querido lector, estimado amigo, ser querido.”
¿Qué tienen en común estas palabras? Simple, son palabras hueras dignas de conversaciones banales. Todos ahora debemos confesar que muchas veces no hemos sido sinceros cuando hemos dicho esas palabras. Esto parecería parte de una realidad deprimente, mas esta realidad también nos puede alegrar. Con esto quiero decir que cuando insultamos u ofendemos, tampoco significa que realmente lo sentimos. Pero, ¿por qué les estoy contando esto? Se los cuento porque confieso que le dicho a mi hermano “te odio” cuando he estado enojado y he dicho “te quiero” cuando he estado feliz. Francamente, estoy convencido de que esas palabras no tienen importancia.
También confieso que siempre me ha agrado conversar con mi hermana y no con mi hermano, lo cual no significa que tenga preferencias. Esto es comprensible, ya que mi hermano y yo somos muy diferentes. Es esta diferencia la que nos separa y la que nos une, la que hace que incluso valore a mi hermano. Y aunque a veces mi hermano me haga enojar, es mi hermano y yo lo quiero.
Perdón si es que he sido demasiado sentimentalista o si es que no les he contado una anécdota jocosa. No me avergüenzo de lo que escribo porque lo que escribí tiene un mensaje. Mi mensaje es simple, valoren a sus seres queridos y háganlo mientras ellos vivan. Les dejo un bello poema para que reflexionen.
En vida hermano, en vida
de Ana María Rabatté

Si quieres hacer feliz
a alguien que quieras mucho…
díselo hoy, sé muy bueno
en vida, hermano, en vida…

No esperes a que se mueran
si deseas dar una flor
mándalas hoy con amor
en vida, hermano, en vida…

Si deseas decir “te quiero”
a la gente de tu casa
al amigo cerca o lejos
en vida, hermano, en vida…

No esperes a que se muera
la gente para quererla
y hacerle sentir tu afecto
en vida, hermano, en vida…

Tú serás muy venturoso
si aprendes a hacer felices,
a todos los que conozcas
en vida, hermano, en vida…

Nunca visites panteones,
ni llenes tumbas de flores,
llena de amor corazones,

en vida, hermano, en vida…

Sí, querido.


Les cuento... cada vez que se me ocurría una idea sobre qué escribir con "querido" entraba al blog y ya alguien se me había adelantado... lo primero que pensé fue "querido diario".... Elena me ganó de mano.. lo segundo que pensé fue "mi Buenos Aires querido" y Miriam no solo se me adelantó sino que hasta incluyó la letra completa del tango.  Y así me agarró el domingo por la noche. Por ende, no me quedó otra que comenzar un divague un tanto canábico, pero basado en hechos reales.


En "Lo que el viento se llevó" Scarlett O'Hara está perdidamente enamorada (más bien obsesionada/encaprichada) de Ashley Wilkes.  Pero Ashley está enamorado de la anodina Melanie, que tiene menos onda que pelo de chino.


En una escena, Scarlett le pregunta a Ashley porqué la prefiere a Melanie y se la define así: "no abre la boca más que para decir sí y no, y criará a un montón de hijos mudos como ella"...(eso en la película, porque en el libro Scarlett es aún más cruel y sus palabras exactas son: "Prefieres vivir con esa estúpida cretina que sólo sabe abrir la boca para decir "sí" y "no" y que criará una piara de niños tan memos e insulsos como ella")


Claro, Ashley es un hombre conservador y Melanie tiene una cualidad indispensable: sabe decir "Si, querido", materia que Scarlett debería recursar...



Yo debo haber tenido 10 años cuando vi esa película por primera vez.  Y a partir de ahí mi mundo se dividió en Melanies y Scarletts.  Me prometí a mi misma que nunca iba a ser una Melanie.  Pero después me agarró el ataque...porque yo quería tener un hijo...así que intenté hacerme la Melanie.  Conocí a alguien que parecía re maravilloso, nos comprometimos, comenzamos a construir una casa muy bonita y mandamos a París la carta para que nos manden al bebé, pero el señor este no era un caballero...no les voy a contar historias escabrosas...resumiendo terminé con un tipo que me mandó al hospital con varias costillas rotas.  El hijo no pudo ser. Y ya no podría ser en el futuro.  A partir de ahí no me quedó más elección que ser una Scarlett.  

Las fotos son de Santa Ana de los Guácaras, el pueblo de la provincia de Corrientes adonde hubiera criado a mi hijo si hubiera sido más Melanie y menos Scarlett.




MI QUERIDO COMPAÑERO

Vivo actualmente con un compañero atento, cariñoso, pero sobretodo inmensamente fiel.
Siempre vigilando mis movimientos, cuando estoy en casa, me sigue a todas partes, cuando salgo él sabe cuando estoy de regreso y me espera en la puerta para saludarme, moviendo su colita en señal de alegría, siento sus paticas sobre mi y me llena de besos la cara, cuando estoy alegre él también lo está, cuando estoy triste me mira con unos ojitos que me dicen, que te sucede?, cuando duermo él está a mis pies vigilándome, al menor movimiento se despierta y cuando comprueba que estoy bien, sigue durmiendo plácidamente.
Ese es mi perrito, mi amigo y fiel compañero-

Llegó a mis brazos cuando mas necesitaba de un amigo que pudiera comprender  mi gran dolor, seis meses después de perder a mi esposo, un día de Mayo día de las madres, mi nieta que para la fecha tenía 13 añitos, se apareció con una caja atada por una gran lazo, la recibí sin mucho entusiasmo, cuando comenzó el coro que la abra, que la abra, procedí a hacerlo y cual sería mi sorpresa cuando apareció un animalito negrito que me miraba con ojitos dulces y cariñosos, y me pregunté, que hago ahora yo con este anilmalito en mi casa, la pregunta me la he respondido a través de 14 años,.todos los días tengo un motivo nuevo, para agradecer ese regalo tan importante que ha sido en mi vida., ese querido animalito que por cierto su nombre es TICO.

Ha estado conmigo durante 14 años, acompañándome siempre, dándome alegrías y una que otra preocupación, dicen que ellos no llegan a los 16 años, él cumplirá en Mayo 14 años, yo en Marzo 86, pero hicimos un pacto, estaremos juntos hasta el final de nuestras vidas, y cuando llegue ese momento cada uno tomará el camino que nos pertenezca.,


sábado, 17 de enero de 2015

Es que ella era la “querida” …


 Seguramente todas tenemos recuerdos de las malas pasadas que nos jugaron las palabras en nuestra primera infancia, cuando al encontrarnos alguna nueva entrada para nuestro diccionario personal usábamos la lógica para tratar de encontrarle un significado.

            Una amiga confesaba que cuando tenía cinco años juraba que “la puerta falsa” era una puerta real que existía en todas las casas y que por ahí efectivamente podía salir la gente cuando se encontraba en problemas; por lo mismo, se rompía la cabeza tratando de entender el porqué de la connotación negativa de que alguien usara tal puerta.

            Por mi parte, debo haber tenido más o menos esa edad cuando pensaba que “el público” era un señor gordo que asistía a todas las funciones de cine o teatro. Me lo imaginaba siempre con un vaso de refresco en una mano y un paquete de palomitas en la otra, y que  todo el mundo estaba atento a su reacción para que se dijera en las noticias: “el público aplaudió con entusiasmo”.

            Igual pasaba con las palabras nonc santas que llegaban a colarse en el mundo familiar. Recuerden que provengo de épocas en que decir “palabrotas” era uno de los peores defectos que alguien pudiera tener, y a veces, cuando no quedaba de otra, se recurría a eufemismos para no repetir el exabrupto ("los disparates" les decían entonces). Con decirles que “menso” se incluía en las palabras proscritas, así que uno decía que a fulanito lo habían castigado por decirle “menfis” a alguien, o peor, que había dicho “bronca-bronca”…

            En ese paquete entraban, por supuesto, muchos temas que se consideraban “impropios” para oídos infantiles, pero que de repente se colaban al hogar a través de la televisión o de alguna plática de comadres en la calle. Un buen día llegó a mis oídos una crítica muy fuerte a cierta señora que era “la querida” de un señor casado. Capté muy bien el tono de reproche y feroz crítica que contenía la expresión, que obviamente chocó con la noción que yo tenía sobre eso de querer a alguien, ¿pues qué podía haber de malo habría en que alguien quisiera a otra persona? Así que, con toda la inocencia (sí, alguna vez fui inocente, y mucho), se me ocurrió preguntarle a mi mamá que qué tenía eso de malo. No recuerdo la respuesta, pero debió haber sido algo del tenor de “no andes preguntando cosas que no” o alguna de esas fórmulas usadas para aplacar a un niño curioso, seguramente acompañada de un “ve a ver si ya puso la marrana” o algo por el estilo.