Me fue un poco difícil, encontrar una aventura que tuviera relación con la palabra Textura, pero buscando
información en Google, me encuentro con un detalle que se me escapaba,
que la textura de una superficie se puede apreciar o por el tacto o la
vista, y comprendí que a ciertos objetos con solo una mirada, podemos
saber que textura tienen y que existe la textura natural y la artificial
que es obtenida de la mano del hombre, como la de la seda, del mármol pulido, etc.
Pero
como este no es el objetivo de ese blog, debo contarles una aventura o
mejor un recuerdo de los muchos que guardo de mi infancia.
Mi
Madre, que era una apasionada jardinera, tenía la virtud, por así
llamarla, que toda planta que sembraba se le reproducía inmediatamente,
hasta una hoja colocada bajo tierra, se convertía por arte de magia en
una bella planta.
Vivíamos en una casa antigua, mas larga que ancha, cuya entrada consistía en un pasillo angosto llamado zaguán,
tenía una puerta a un lado que conducía al recibo y otra al frente, que
lo hacía hacia al interior de la casa, al pasar esta puerta nos encontrábamos en un patio rodeado de corredores que daba a las habitaciones y en el centro de ese patio un jardín
de toda clase de flores, rosas, dalias, claveles, calas, azucenas
y violetas, entre ellas una especie llamada pensamiento y popularmente
la tímida Violeta, pués se escondía entre las hojas de otras plantas y
otra Violeta
Africana, de hojas carnosas, difícil de cultivar y de una textura suave
y aterciopelada, era mi planta favorita, me gustaba tener sus hojas en mis manos, cosa
difícil pues por ser tan delicada, estaba prohibido tocarla, aunque yo
me las ingeniaba para robarme una, cuando mi madre se descuidaba, acción
que me trajo muchos castigos, pero me era imposible no tocar sus hojas
de tan suave textura.
Ylba, recuerdo los zaguanes, aunque en mi época habían muy pocos. Las violetas son lindas, me encantan las plantas con flores, pero en su respectivo hábitat, es decir que no las corten, ya que están predispuestas a morirse en poco tiempo.
ResponderEliminarEn mi tierra natal, aún existen casas con zaguanes, y de los pensamientos recuerdo que eran los obsequios de los enamorados, con un un ramo de violetas en la mano no había respuesta negativa.
ResponderEliminarTambién conocí un par de casas con zaguanes, aunque no son de mi época eh! jajajaja.
ResponderEliminarMe encantan tus recuerdos Ylba, los narras con la misma calidez con la que seguramente los viviste. Casi puedo verte rondando a tu mamá mientras sembraba sus flores y tú buscando un descuido para robarte una violeta.