En mi época colegial, (para mi la mejor de mi vida) cuando se tiene de 15 a 17 años y que te crees dueño del mundo y no tienes otras preocupaciones más que estudiar, vivía en todo el centro de la ciudad, en mi calle pasaban cuatro líneas de transporte, los vendedores vociferando los productos que ofrecían, a más de que al pie de la ventana donde tenía mi cama, se apostaban unos mecánicos que arreglaban carros en la vía pública, nadie en mi casa entendía cómo era que los días en que no tenía que asistir a clases podía dormir hasta las nueve o diez de la mañana, el ruido no me molestaba en absoluto.
Luego, cuando me fui a trabajar a un balneario donde la actividad se reducía a los tres meses de vacaciones que tenían los chicos que estudiaban, el resto del tiempo pasaba en un silencio sepulcral que inicialmente me desesperaba, pero como todo ser humano me adapté y lo bueno que aprendí a escuchar el sonido del mar, ya que vivía a una cuadra de la playa.
Después de 20 años regresé a mi querida ciudad y nuevamente a escuchar ruidos ya que vivía en una casa donde estaba nuevamente a pocos metros de donde pasaban los buses, escuchar el pito de los carros, otra vez los vendedores, niños que jugaban al pie de mi casa, entre otras cosas; nueva adaptación.
Hace ocho años volvía la historia: ruido-silencio-ruido.....silencio, me trasladé a vivir a una ciudadela residencial; aunque vivo al pie de una calle, en el año en que me cambié de domicilio, pocos carros pasaban, no había actividad de ninguna clase y no sé si por la edad incluido que me jubilé, me costó adaptarme, vivía en un silencio total de tal manera que cuando salía de la casa me daba la idea que iba del campo a la ciudad, ahora me he acostumbrado nuevamente al silencio, aunque ya existe más actividad en mi calle, circulan más carros y pasan uno que otro vendedor que son los que hacen ruido.
Uy que envidia, ¡trabajaste 20 años cerca del mar! Eso hubiera sido perfecto para mí.
ResponderEliminarY creo que tener días de ruido y días de silencio es bueno, ese equilibrio ayuda a tu salud mental, jeje.
felicidades, no es fácil adaptarse, saludos!!!
ResponderEliminarPor eso yo te llevo a Ariana todos los días, para que con su inquietud y ruidos te hagan apreciar ese silencio de la calle jajajajaja.
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