Caminando |
He estado pensando en alguna anécdota que
tenga la palabra océano pero no me viene a la mente ninguna, lo segundo que
pienso es en el agua; por lo que he decidido contarles un poco mi terror por el
agua, el temor a las inofensivas piscinas que durante años me mantenía alejado,
probablemente tomando el sol o viendo como los demás chapoteaban, el temor es
algo absurdo que no nos permite ser completos. Aunque en los últimos meses creo
que he vencido un poco el miedo, no es que nade o salté sin temor, ya soy capaz
de entrar, pero siempre agarrándome del borde.
Hace un año viajé a Cancún, por lo que era
inevitable no estar cerca del mar, pero en realidad no es regla estar metido en
el mar por lo que mi plan era estar en la playa tomando el sol o caminando
cerca a el agua, que es también una muy buena opción, y eso era lo que hacía al
principio, luego poco a poco me fui adentrando, claro que eso se debe en parte
a la ayuda de unos amigos que me insistían y aunque parezca increíble no hacían
bromas, sino que me ayudaban, primero llegué donde el agua me llegaba a las
rodillas y luego hasta el pecho, las olas eran fuertes y solía girarme para que
me golpearan la espalda por temor a ahogarme. Todo esto en compañía de mis
amigos como ya dije.
Cerca a la escalera |
Luego en un viaje que hicimos los tres de
deportes extremos, que resulta que lo extremo no es precisamente de las
actividades que en lo personal sienta como relajantes, me encontré con los bellísimos
Cenotes, que son pozos de agua dulce, allí lógicamente nos prestaban los
chalecos salvavidas, mis amigos un poco más seguros hacían clavados, yo entré
por la escalera y me senté en el borde. El agua es fría y los peces pequeños
suelen nadar alrededor.
En un punto me fui hacia el centro, esto
de la valentía dura muy poco, sentía que en cualquier momento me hundiría, ya
no podía mover los brazos o piernas y en realidad el chaleco me oprimía el
pecho, mi cara era de espanto absoluto, terror en su estado puro, no grité pero
estaba aterrorizado, un señor muy buena gente que venía de Veracruz me ayudó a
volver cerca de la escalera, luego se burló un poco. Es muy cómico que recuerde
de donde era y no su nombre.
Hace unos meses estuve en una piscina y
aunque estuve en la parte de los niños para mí fue un gran avance.
Christian para no saber nadar y tenerle miedo al agua te aventaste mucho en los cenotes, felicitaciones, yo ni de chiste lo hubiera intentado, yo soy cobarde jejeje
ResponderEliminarjejeje me imagino al veracruzano burlándose un poco de ti, fue su manera de ayudarte a olvidarte del miedo, me alegra que mis compatriotas te trataran bien
ah Cancún!! esas playas con arena como talco y ese mar azul turquesa! hermoso!!
Yo estuve en un cenote hace un par de años Christian y la verdad es que la experiencia fue maravillosa, el agua era fría, pero hacía tanto calor que meternos al agua fue un verdadero alivio.
ResponderEliminarY definitivamente eres un valiente! no todo el mundo decide enfrentar sus miedos. No dejes de contarnos tus avances :)
Christian, leerte y comprenderte fué solo en un segundo, es lo que me sucede, también estuve en Cancun y mi deseo mayor fué bañarme con los delfines, cosa imposible, pués igual que a ti el miedo me paraliza, en una época lejana tomé clases de natación, ya nadaba como una Sirena y un día me hundí, ese miedo que tengo desde hace tiempo me inmoviliza, así es que seguiré en la orilla disfrutando la vista.
ResponderEliminarHay que reconocer tu predisposición a vencer tu pánico al agua ya sea de la piscina o del mar.
ResponderEliminarSerá que tuviste una mala experiencia?
Felicitaciones Christian, se nota que has hecho grandes avances, eso es muy bueno porque se vencen los temores cuando se enfrentan las causas que lo producen.
ResponderEliminarJa! Me identifico casi con todo tu relato, Christian. Le temo al mar, no sé nadar y sí me adentro en él pero sólo mientras doy pie. Las piscinas me gustan un poco más. Uno de mis ideales de vacaciones son en un lugar con piscina. Si tuviera una cerca, creo que me animaría a aprender a nadar de una vez. Pero el mar es otra cosa, el mar está vivo, con su movimiento propio, con su voluntad... Lo respeto mucho! Me gustaron mucho tus fotos. Se te ve nerviosito en la última, jejeje.
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