lunes, 26 de enero de 2015

Silencio para escuchar

Esto de vivir en medio de la naturaleza tiene muchas ventajas, y no estoy hablando de las (muchas) frutas que cosecho, no. Hablo de ir a diario por un camino de tierra, bajo los árboles. Es cierto que la mayoría de las veces voy corriendo porque aprovecho para hacer algo de ejercicio, pero en las últimas semanas me he visto obligada a dejarlo y entonces he salido simplemente a caminar.

Al caminar, el movimiento del cuerpo es mucho menor y el ruido que hago también. No tengo que estar tan atenta de las rocas o raíces en el suelo; puedo ir mirando mejor lo que me rodea y, sobre todo, escuchando. Esto me ha traído regalos maravillosos, como haber descubierto por primera vez a una ardilla comiendo una piña casi sobre mi cabeza. Si hubiera ido corriendo estoy segura de que no la hubiera visto, pero al ir caminando pude escuchar el ruidito que hacía al comer y así descubrirla.

En estos días, en lo que espero que mi esposo termine su sesión de ejercicios al aire libre, además de caminar he tenido la oportunidad —muy rara hasta ahora— de sentarme en el bosque. Aquí el movimiento se reduce al mínimo, el ruido que produzco casi desaparece. Hasta la mente se va tranquilizando poco a poco con el simple acto de estar sentada sin hacer nada. Es en ese momento, cuando ya la mente anda más tranquila, que comienzan a llegar los sonidos del bosque, los más sutiles. Se sienten los pajaritos moviéndose entre las ramas más altas, el ladrido lejano de los perros, el paso del viento... 

Eso es lo que he descubierto en estos días. Cuando hemos detenido el movimiento, silenciado nuestros ruidos tanto externos como internos, es cuando por primera vez podemos escuchar al mundo a nuestro alrededor. Parece que acabo de descubrir el agua caliente, y puede que así sea, pero para mí ha sido poco menos que revelador. 

4 comentarios:

  1. Elena, cuando logramos estar en silencio, digo en silencio exterior, ese que nos permite observar la naturaleza en toda su magnitud, es cuando logramos admirarla en todo su explendor.
    Suelo caminar una hora a orillas del Lago, prefiero hacerlo sola, para ejersitar no solo mi cuerpo sino mi mente, cuando alguien se une a mi caminata, noto que he perdido una parte de mi tiempo, ya que el silencio no ha sido mi compañero.

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  2. es que es maravilloso escuchar esos sonidos de la naturaleza que son increíbles

    de primera instancia me gustaría vivir en un lugar así pero no sé si me daría miedo que algún animal entrase a casa especialmente alguna araña

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  3. Qué rico Pelusa, esos momentos de silencio son refrescantes, la meditación en santa paz, qué bien, afortunada tú que tienes ese lugar, bueno... yo también tengo el mío y me gusta :)

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  4. Siempre me muero de envidia cuando nos cuenta sobre el medio en que te desenvuelves Elena: el bosque, las frutas, los animales, y ahora el silencio. Tienes la naturaleza al alcance de tu mano.

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