Con sendos escapularios fuertemente asidos entre sus manos
entornadas se disponían las señoras a emitir el ferviente ¡Aleluya!, acto
seguido, como para quien no comprendiera la exclamación bíblica pura,
enfatizaban: ¡Alabado sea el señor! Y esperaban prudentemente la siguiente cita emitida por la voz del padre de turno que se extendía potente por todos
los rincones del recinto, para luego, con energías renovadas reanudar la
consabida exclamación.
Yo les analizaba desde las filas posteriores. Debido a que mi
abuela acostumbraba a llevarme todos los domingos a la misa y llegado el punto
en que la costumbre y repetición se me hacían tediosas, perdiendo todo interés
en el contenido de las oraciones y demás actos ceremoniales, me dedicaba a
detallar a las personas, a observar la cantidad de cuadros que adornaban el
lugar e incluso las esculturas que siempre me producían inquietud pues tenía
muy presente que todos consideraban que allí mismo se encontraban realmente
María, Jesús o el niño Dios.
En varias ocasiones admiré a ese grupo de mujeres casi
ancianas que siempre se sentaban delante e interactuaban entre sí como si de
una verdadera hermandad se tratara, me sorprendía su constancia y puntualidad,
el esmero que ponían en cada cosa que hacían y la importancia que le daban a
esos momentos; veía también con gran curiosidad a las demás personas que con
gestos afectados se arrodillaban o emitían frases que en unos casos dejaban
entrever cierto arrepentimiento y en otros un fervor inconmensurable.
Ahora sé muy bien que lo que entonces me sucedía; esa
tendencia a examinar de forma minuciosa a los demás era el principio de una
incómoda sensación que se apoderaba de mí al notar en otros lo que cada vez
confirmaba no había en mi ser. Hasta donde alcanza mi capacidad para recordar
puedo experimentar todavía la incredulidad que sentía al mirar las diferentes
estatuas y no ver más que figuras pétreas sin atisbo alguno de vitalidad; al contemplar el enorme techo de la Iglesia cuando el Padre aseguraba que allí estaba
Dios, viéndonos y oyéndonos, sin yo poder sentirlo aún; al cerrar los ojos y
esperar con impaciencia que alguna voz agradable se inoculara en mi mente y se
comunicara conmigo, para luego, resignado abrir uno de mis párpados y notar que
todos se concentraban profundamente y se encontraban arrodillados en la
comunión que yo no podía alcanzar.
Los intentos de acercamiento fueron entonces muchos, y al no
conseguir los resultados esperados el escepticismo afloró de manera inminente
en mi interior. Las idas a la Iglesia se hicieron esporádicas, luego escasas y
finalmente sólo quedó la ausencia. Sin embargo, aún hoy espero, no ya con
tantas ansias: Ya no cierro mis ojos, ni dedico tiempo a buscar un
acercamiento. Es una espera pasiva de una posibilidad que podría agudizar el
sentido de mi vida. He aprendido a vivir con mi incertidumbre, pero quiero
pensar que quizá más adelante, tal vez el día menos esperado, ese llamado
glorioso inunde mis fibras más íntimas y entonces poder entonar con enorme
dicha y una plenitud similar a la que poseen aquellos que tienen Fe, un sonoro ¡Aleluya!
Alex realmente tienes una manera única de escribir, muy impecable, me encanta lo que escribes y como lo escribes, creo entender un poco esas sensaciones de incredulidad que se ciernen sobre la mente al no tener pruebas que constaten la existencia de un ser supremo.
ResponderEliminarHola Cristian, según voy notando, tenemos inquietudes similares. :) Me alegra que te gustara el texto.
EliminarAlex, haces bien en no buscar más, Dios te buscará a ti y te encontrará ;)
ResponderEliminarasí es, Dios nos busca, toca la puerta y espera pacientemente a que le abramos, porque no tira puertas :)
EliminarEso espero Miriam ;)
EliminarAlex me gustó mucho tu historia, no sólo por la forma como está escrita, que como menciona Christian, es única y propia de tí, sino y sobre todo por lo que expresas. Creo que todos alguna vez hemos pasado por ese periodo donde el escepticismo nos arrebata certezas que antes teníamos y nos llena de dudas y cuestionamientos, pero lo importante es saber esperar a que llegue tu momento para abrirte a la fe y estoy segura de que ese momento te llegará más pronto que tarde. Mucha paciencia en tu espera.
ResponderEliminarPD: Me encantó la foto, ¿tú la tomaste? ¿de qué iglesia es?
Hola Loly... Esa foto es de una página donde suben fotos de Mi Municipio y por tanto de mi pueblo. Pensé en poner la fuente pero no supe exactamente dónde. ¿A la próxima al final del texto?
EliminarLastimosamente no cuento con una cámara con la que tomar fotos así que me toca buscar en Google. :)
Me gustó lo de la espera pasiva. Bueno, me gustó toda la historia y la forma en que la cuentas, pero eso de las espera pasiva me dejó pensando. Me recordó a los budistas que dicen que hay que buscar activamente la iluminación pero al mismo tiempo no debe buscarse porque mientras más intentas encontrarla, más lejos estará de ti. Paradojas de la fe, les digo yo que no las entiendo, ni a la fe. :)
ResponderEliminarOtra cosa que me gustó mucho es cómo cuentas el ambiente de la iglesia. Me pareció bien logrado, sobre todo porque pude imaginarlo perfectamente al leerlo. :)
Hola Elena. Yo quedé un poco confundido con la idea Budista de "buscar la iluminación pero a la vez no buscarla porque luego se aleja más"... es decir, me imagino entonces entre la espada y la pared, sin atreverme a dar un paso atrás o adelante. :P Espero pronto conocer más del Budismo, siempre me ha llamado la atención.
EliminarAlex, desde el comienzo se nota tus cualidades de escritor, cuando describes a las Señoras emitiendo el Aleluya, no pude dejar de recordar mi niñéz, a esos personajes con sus escapularios o rosarios envueltas en pañolones negros que las cubrían casi por completo, sabes que a mi me producían un gran temor y así como tu, me hise tantas interrogaciones, hasta que un día ya adulta definí mi propio camino para llegar a Dios.
ResponderEliminarYlbita, esa imagen de las señoras rezando en la Iglesia es la primera que se me pasa al pensar algo relacionado con la Iglesia. A mi no me producían temor, sino como inquietud y cierto interés llamativo, tanta dedicación. :) Abrazo.
EliminarAlex ¿una misa católica? acá no se acostumbra repetir cosas y decir Aleluya o alabado sea el Señor.
ResponderEliminarCuando voy a misa, presto atención pero también siempre estoy viendo los detalles de la gente y de la Iglesia jejeje
Cuando uno abre mente y corazón, de verdad, y se abre a no querer entender todo pero si vivirlo, el Aleluya suena más fácilmente
Hola Hilda. Por donde yo vivo, sí las repiten, yo estaba convencido de que era así en todos los lugares. Lo único que cambia son ciertas citas Bíblicas que recitan, pero hay en las misas de por acá una estructura que cualquiera que haya asistido a unas pocas termina aprendiéndoselas de memoria. De hecho, ese era un juego común en la infancia, niños que se hacían pasar por sacerdotes, se ponían una sábana o camisón y dictaban la misa tal cual lo hacía el padre. De hecho, mmm tengo un tio que es evangélico, y dice que la razón principal por la que se salió del catolicismo que él conoce es porque notaba que se enfrascaban siempre en lo mismo y eso no motivaba ir a escuchar casi siempre las mismas palabras.
Eliminarjejeje que curioso, lo que va uno aprendiendo :) gracias!!
Eliminarbueno, yo no me iría del catolicismo por eso, uno como católico hay que entender porqué de las repeticiones, porque no es repetir por repetir :)
acá los rezos que se repiten son en el momento de la misa, cuando son las peticiones.
Y cuando se reza el rosario.
Acá tampoco se acostumbra repetir esas cosas en misa, pero supongo que debe ser cuestión de regiones.
ResponderEliminarah ya decía yo que no estaba equivocada, gracias Tere!
EliminarAh! y lo de aleluya y gloria al señor, sí... eran respuestas que daban los creyentes a determinadas citas que leía el padre. Por acá hasta hay varias canciones a la aleluya, intenté buscarlas en Youtube, pero no las encontré.
EliminarSí, canciones sí. Son propias de las misas en donde hay coros Nosotros teníamos una colección bien amplia de "Aleluyas".
Eliminarah si, yo me he sorprendido de la gran cantidad de Aleluyas en la misa, yo tengo mi favorita :) Alabar a Dios es gratificante
EliminarAlex, me gustó mcho tu entrada. Muy honesta, muy genuina y muy bien escrita. Gracias por compartir esta anécdota con nosotros, pero sobre todo, gracias por abrirnos y dejarnos conocer un poco de tu alma.
ResponderEliminarGracias a ti Tere, por haber sacado el tiempo para leer este escrito. :)
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