Cuando tenía once años estaba seguro de cuatro cosas, la primera, odiaba haberme mudado, la segunda, los libros eran mi escape, la tercera que me encantaba cantar pero que no tenía el talento y por último que mi vecino me odiaba.
Mi vecino me odiaba, era una verdad innegable, él era un policía retirado que desde hacía algunos años se pasaba los días en su casa o que simplemente salía a hablar con sus vecinos para enterarse de lo que sucedía en el mundo exterior con los otros vecinos. Llevábamos algunos años viviendo en el primer piso de la casa de mí vecino, era de dos pisos aunque cada uno tenía una entrada diferente, mi familia rentó ese apartamento cuando llegamos a la ciudad. No conocía a muchas personas y por ese tiempo se me hizo muy difícil entablar alguna relación de amistad con los niños de mi vecindario, cosa que no me preocupaba por que amaba leer.
La razón del odio que he mencionado de mi vecino se debe a la mezcla de muchos factores, en primer lugar mi capacidad de ser un niño odioso y caprichoso, o el hecho de que no me interesaba saludarlo, afrenta que jamás pudo superar o la razón que creo más importante, mis recitales de una o dos horas que realizaba todos los días en las tardes después del colegio, como he mencionado ya sabía que no tenía talento pero si el corazón, el tiempo y la imaginación.
Almorzaba, me quitaba el uniforme y por lo general usaba una pantaloneta, unas sandalias y una camisa, tomaba un enorme bastón que había encontrado muchos años atrás y que solía pintar de colores, y empezaba a dirigir a la banda imaginaría, mi batuta marcaba el compás que me acompañaba, Iniciaba muy tímido pero luego mi voz se elevaba interpretando arias que eran compuestas en el momento. Es una pena saber que nadie grabó esos momentos porque la verdad debía oírse terriblemente pero yo lo disfrutaba.
Amaba hacerlo y mis padres jamás me impidieron realizar mis recitales en los que corría por toda la casa imaginando al público, los aplausos, la música y hasta la coreografía, el éxtasis me embargaba hasta llegar al punto en que cerraba el acto con un dramático salto que me hacía terminar en el suelo vitoreado por el público, ya he mencionado en otras ocasiones que mi imaginación es muy poderosa, me despedía posando mi mano izquierda en el pecho y con la derecha saludando con una vasta sonrisa que simbolizaba el júbilo de la mejor interpretación.
Imagino que mi vecino dormía en las tardes y mi majestuosos recitales le despertaban.
Jajajajajaja me has hecho reír con tu anécdota Christian, es casi como la película Daniel el travieso y el Sr. Wilson. No te puedo imaginar como un niño odioso y caprichoso, pero si como uno súper imaginativo, soñador y juguetón, creo que en eso no has cambiado.
ResponderEliminarY me encantó la fotografía!!! qué lindo verte a esa edad. ¿Recuerdas que era lo que sostenías en tus manos?
Loly era una ardilla, tal vez olvidé mencionar que mi publico eran mis juguetes y mis peluches.
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jajjajajajaja..pobre vecino!!!! Yo me imagino durmiendo la siesta y despertada por un recital así y me da algo!!!! Me encantó la historia!!! Muy fresca..muy auténtica!!!
ResponderEliminarGracias Karelia, jajajajajajja si mi vecino tenía mucho tiempo libre y yo no le dejaba descansar XD
EliminarChristian, coincido con Loly, la relación tuya con tu vecino debe haber sido de amor-odio, jajaja, es que no se te podía odiar con esa carita de ángel. Se nota tu creatividad, yo sola no hubiera podido hacerlo. ¡Bien por ti!
ResponderEliminarjajajajajja gracias Miriam, en serio que los gritos eran horribles.
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Christian, muy buena tu historia, pero comprendo a ese vecino, tener casi en el techo, a un jovén de once años que se creía el Director de la Filarmónica de Berlín con sus conciertos diarios, es para no digo odiarlo, sino desaparecerlo.
ResponderEliminarTuve de vecino a un jóven que prácticaba la ármonica todos los días y para colmo debía alabarlo ante su mamá, menudo sacrificio.
Jajajajajaja Ylba me has hecho reír con eso de desaparecerlo, eres lo máximo jajajajajaja.
EliminarYlba creo que yo pienso lo mismo, pero como el protagonista era yo pues diré que los niños son tan dulces cuando cantan.
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Hola Christian. Me parece estupendo que hayas empezado a leer a tan temprana edad, ojalá yo hubiera tenido el estímulo para hacerlo igual. Pero bueno, los huecos que tenía los ha ido llenando Pre-textos. :)
ResponderEliminarEn cuanto a tu vecino, jajaja, debía aguantárselas, porque pocas cosas pueden contra la imaginación y caprichos de los niños. Me gustó mucho la historia. :D
No sé si mi imaginación fuera tan fuerte como la tuya, pero me sucedía que luego de terminar de ver Dragon Ball Z, salía saltando por toda la casa y prácticamente sentía que volaba. Me hiciste recordar eso.
Lo cierto es que todos los niños tienen una gran imaginación y pues agrégale que desde siempre he leído, pero la verdad nunca es tarde para empezar a leer.
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hay christian, que riiiiiiiiisa, y yo que me quejo de los recitales que me ofrecen a mi. ya me imagino al vecino todo rojo con ganas de aplicarte el correctivo de homero simpson, hasta dejarte azul. pero lo que más me ha impresionado de tu relato es el apoyo incondicional de tus padres, es cierto, una pena que no te grabaran, te imaginas como lo disfrutaríamos nosotros también?
ResponderEliminarDe ahora en adelante Vilma verás con buenos ojos los recitales que te dan, yo pienso lo mismo, sería muy divertido verme haciendo eso y reírme.
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jajajajaja después de leerte Christian, creo que compadezco a tu vecino jajajaja
ResponderEliminary felicidades por esa imaginación portentosa.
Gracias Hilda, mi vecino no me podía ver y no lo disimulaba.
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Felicito a tus padres, soy de las personas que pienso que no hay que coartar la imaginación de los niños además de dejarlos que desfoguen sus energías, pena por tu vecino aunque como yo hago la siesta también la tarde, habría tenido que ponerme unos tapones a cambio de no "odiarte", ja ja.
ResponderEliminarjajajajajajaj Angelica es que eres una mujer muy especial y sabes que los niños son niños pero no todos los adultos son así, yo también creo en permitir que la imaginación de los niños tenga un desarrollo y dejarlos ser felices.
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Lo dicho: ¡pobre vecino! Y loables tus padres, todo hay que decirlo. :) Yo era por lo general una niña muy bien portada, o eso me gusta pensar. Lo cierto es que mis padres nunca se me quejaron de mis actividades. No sé cómo hubiera sido si me hubiera dado por hacer grandes conciertos como los tuyos, ¡a diario! :O
ResponderEliminarMe encnató tu anécdota!! Y la foto! :)
Es una pena que para ese tiempo no existieran las cámaras digitales para conservar en buen estado las fotos, pero la veo y simplemente me transporta y me gustan.
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Buena gente el vecino...
ResponderEliminarLo mismo pienso Tania jajajajja, además es que mi mami es una mujer con mucho carácter y si alguien intentaba decir algo pues ella me defendía, me refiero a adultos.
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