lunes, 12 de enero de 2015

Carta de agradecimiento

Querido Diario:

La verdad es que la nuestra ha sido una relación larga. Después de más de veinte años podríamos llamarla incluso consolidada. ¿Te acuerdas cuándo nos conocimos? Yo sí. 

Calle Monte (crédito de imagen)
Fue en una librería de segunda mano, en la calle Monte de la Habana. ¡Qué calle tan sucia era aquella! Era gris, con las paredes perennemente llenas de hollín, o esa era la impresión que daba al menos, y los transeúntes podían contarse por miles. Es que era una de las arterias comerciales de la ciudad, con sus muchas tiendas y mercados. Lo curioso es que siempre fue así. Mi madre me contaba que cuando ella era joven, allá por los años cincuenta era igual de ajetreada, incluso con mucho más tránsito que el que yo conocí, claro que en su época todo era nuevo y en la mía todo pedía a gritos un poco de mantenimiento.

Pero en fin, me voy por las ramas. Tú no sabías nada de todo aquello, por supuesto. Te mantenías ajeno a todo el ruido y el tráfico dentro de aquella librería barata. Ahí fue donde te vi. Entré y sin pensarlo mucho me lancé a por ti; eras el último de tu especie, lo sabía. Y como me sentía de suerte, antes de salir decidí dar una vuelta por el local a ver qué había de interesante. Ese fue un día de hallazgos para mí. 

Crédito de imagen

No muy lejos de donde estabas, encontré un libro que ha marcado mi vida. ¿Lo recuerdas? Un librito, con un título raro en amarillo y un dragón pintado en la portada. La sinopsis hablaba de elfos, enanos, hobbits y un largo viaje; parecía un cuento para niños. No conocía su autor, de nombre tan extraño, y mucho menos la obra, pero el prefacio había salido de la pluma de una de mis autoras favoritas de ciencia ficción, coterránea y contemporánea mía, y estaba escrito además con un gusto y un intimismo que no necesité otra carta de presentación. Me lo llevé y no me he arrepentido nunca. 


Como nunca me arrepentí de llevarte conmigo. Eras hermoso, de carátula acolchada y brillante, con una página marcada para cada día del año, una cinta de color amarillo para no perderme entre tus hojas, y hasta un espacio para anotar mis pensamientos diarios. Si no hubieras sido así de lindo, no sé si alguna vez me hubiera aficionado a visitarte cada noche. Lamenté mucho cuando te agotaste, la verdad, pero debes sentirte bien. Como un ave fénix, has renacido una y otra vez en cuadernos de los más diversos tipos, hasta llegar al momento en que te he incorporado tanto que ya naces de mis propias manos. 

Ya sé que he tenido tiempos en que me he alejado de ti, y sí, hace ya un par de años que sólo me acerco para contarte lo importante, lo más importante, pero sé que entre nos con sólo una breve frase es suficiente para que entiendas todo lo que llevo dentro. Porque a estas alturas, una buena parte de mi vida la cargas en las (¿cuántas ya? ¿miles?) páginas que hemos llenado juntos. Me has ayudado a poner en claro mis ideas, a entender las situaciones que se me presentan, a examinar mis propios sentimientos... Por eso, por todo, quería hoy agradecerte, querido Diario. 

                                                                              Tu, 

                                                                                                 Elena


8 comentarios:

  1. Uy! Una hermosa carta de amor, ¡qué linda! se emociona uno al leer cuán querido es un objeto que pudiera pasar desapercibido.
    Felicitaciones a ambos por esa complicidad :D

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    1. Complicidad de años ya, Miriam. Creo que ni yo me conozco tanto como me conoce mi diario! :)

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  2. ay que hermoso Elena, yo nunca llevé un diario, si bien en la frase Querido Diario fue en lo primero que pensé cuando leí la palabra de la semana. Cuando vi tu post pensé que te referirías a tu blog pero no, es a un diario físico. Que hermoso Elena, gracias por compartirlo

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    1. Bueno, mi blog es una extensión digital de mi diario de papel, por eso se llama como se llama, jejeje.
      Un placer!

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  3. Elena tener un diario exige constancia y veo que tú la tienes. Se nota en tu carta lo mucho que querías a tu diario y lo mucho que estimas a sus sucesores. A mí me falta esa perseverancia, tuve un diario en mi adolescencia, pero creo que no habrá pasado de unos pocos meses y luego lo dejé. Ahora lo releo muy de vez en cuando y me muero de la risa de lo que pensaba cuando tenía 15 años, por suerte he cambiado jajajajaja.

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    1. Ah y uno de los proyectos que hiciste y que más me gustó fue el de las encuadernaciones. Supongo que así creas tus propios diarios ¿no?

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    2. Así los creo, Loly. Los hago yo misma :)
      Eso es lo más interesante, releer y ver qué uno pensaba y cómo ha cambiado. Y luego también recordar emociones, personas, lugares que hemos ido olvidando con el tiempo.

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