sábado, 31 de enero de 2015

De cuando el miedo se llevó el sonido

Cuando pienso en Ariana, mi hija menor, pienso en su personalidad chispeante, alegre y vivaz. Sin embargo, hubo un momento en que esta personita pudo no llegar a ser.

Mi segundo embarazo fue muy tranquilo, no tuve mayores molestias ni complicaciones, Ariana se desarrollaba bien y siguiendo las pautas esperadas. Llegué y pasé la semana 40 sin señas de que ella quisiera salir al mundo, pero de acuerdo a los exámenes que me realizó la doctora no había de qué preocuparse.

Así llegó el 25 de mayo, día en que me realicé una valoración fetal que indicaba que el estado de mi hija era el esperado y que era cuestión de horas o días para que venga al mundo.

Efectivamente, esa misma noche empecé la labor de parto. Había decidido que, al igual que con mi primera hija, este sería un parto normal, así que cuando empecé a sentir las contracciones cada 8 o 10 minutos llamé a mi doctora para decirle que estaba en labor de parto y que salía para el hospital.

Cuando llegué todo transcurrió con normalidad, la Dra. y el personal médico se preparaban para un parto de rutina, hasta que me sometieron a un monitoreo fetal, y entonces la doctora descubrió que no se sentían los latidos cardíacos de la bebé. Analizó el líquido amniótico y encontró meconio, signo de sufrimiento fetal, y empezó a preguntarme si había sentido movimientos fetales a lo largo de la tarde, puesto que en la mañana todo había estado en orden. Yo no sabía que responder, me exprimía el cerebro pensando en si había sentido moverse a Ariana y no encontraba respuesta que me calmara y me permitiera decirle que si, que mi bebé se había comportado normalmente esa tarde.

En ese momento todo se transformó, lo que había sido una preparación rutinaria se transformó en una emergencia, mi ginecóloga salió a la sala de espera a comunicar a mis familiares de que había una complicación y a pedir autorización para una cesárea de emergencia. Me llevaron a un quirófano para practicarme la cirugía. Yo me sentía como en shock, no podía creer que lo que hasta hace unos minutos era apenas una espera para ver a mi hija, se hubiera transformado en una pesadilla, con el riesgo de que ella no existiera más.

Una vez aplicada la anestesia epidural mi doctora empezó la intervención. Había un silencio completo en la sala, no se oía más que los equipos médicos y a mí me daba miedo preguntar qué estaba ocurriendo, sólo veía el reloj que me decía que eran las 10:30 de la noche y que esos eran los minutos más largos de mi vida. A mi lado se encontraba el anestesista y junto a la doctora una enfermera y una auxiliar.

Todo fue muy rápido y en menos de 5 minutos la doctora ya había alcanzado a la bebé, la sacó y al mismo tiempo que el anestesiólogo me decía: "está bien señora, su bebé está bien" yo la escuché llorar y empecé a llorar yo también, dejando salir el miedo que me había guardado los minutos previos a la intervención. La doctora me tranquilizó y me dijo que todo estaba bien con Ariana, que no me preocupara y todo el personal pareció cobrar vida luego de ver que la bebé estaba viva y bien, las enfermeras empezaron a charlar y el anestesiólogo a dar las órdenes necesarias. Todo parecía recobrar vida luego de haberse detenido por unos minutos.

Por suerte el proceso no afectó para nada a mi Ariana, quien hoy transmite vida y alegría por donde va. La doctora no está segura de porqué se dio este problema, tiene la teoría de que la bebé no respondía bien a las contracciones y suspendía los latidos cardíacos durante las mismas, pero es una explicación que realmente no me interesa más, lo único importante es que Ariana salió bien de la situación.

Hoy doy gracias a Dios, a la vida y a mi doctora, que me permitieron tener junto a mí a quien considero una de las bendiciones más grandes de mi vida: mi hija Ariana.




14 comentarios:

  1. Loly, ¿no sería que la doctora se equivocó? Sé que a veces cuesta escuchar los latidos del corazón, pero podría ser que ella se pusiera nerviosa y no quiso arriesgarse a nada más. Bueno, eso no es lo importante :) el hecho es que Ariana está a tu lado y llegó para ser parte de tu felicidad y la de Daniela, que ya tiene una hermanita con quien compartirlo todo.

    Yo también tuve un parto difícil, el tercero, mi hijo también se pasó unas semanas y tuvieron que provocar las contracciones, pero ni así pensaba en salir, en ese caso fui yo quien estuvo a punto de no conocerlo, gracias a Dios no fue así.

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    1. Podría ser Miriam, aunque la presencia del meconio es una prueba tangible e inequívoca del sufrimiento fetal. Encontrarlo en el líqiudo amniótico no es buena señal.

      Y si, lo importante es que Ariana está aquí con nosotras alegrándonos la vida.

      Me imagino la situación que pasaste Miriam, ¿sentiste miedo?

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    2. Pués según la teoría que Ariana no respondía bien a las contracciones, hoy te está dando tremenda respuesta, alegre, vivaz, inteligente y sobretodo simpática y cariñosa, y como tu misma dices alegrándote la vida, a ti y a las personas que la rodean.

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    3. No Loly, no sentí miedo, la presión se me vino abajo, dejé de respirar, pero yo sentía mucha paz, a lo lejos escuchaba la voz de mi mamá que me pedía que respirara, pero yo sólo pensaba, "que me dejen así, que rica esta paz", finalmente un trago de cognac me volvió a subir la presión. Cabe mencionar que mis tres hijos varones nacieron en casa.

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    4. Miriam, más allá de si la doctora oyó o no los latidos de Arianita, basta con que hubiera meconio, para que se diagnosticar sufrimiento fetal y terminara en cesárea, eso es inconfundible

      Loly, yo eso lo vi muchas veces en el hospital y muchas terminaron en cesárea y creo que en ningún caso perdimos al bebé.
      Y estoy pensando que distinto es cuando lo ves desde el lado médico y cuando lo ves como paciente.
      Que difícil experiencia, menos mal, ya pasó, un abrazo

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    5. Gracias por la información, el meconio es el primer excremento de un bebé, ¿verdad? hace tanto que aprendí esas cosas en la escuela que ya no estoy tan segura :P

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    6. "El meconio corresponde a las primeras heces (materia fecal) eliminadas por un recién nacido poco después del nacimiento. Esto se elimina del cuerpo antes de que el bebé haya empezado a digerir leche materna (o leche maternizada en polvo).

      En algunos casos, el bebé elimina meconio mientras aún está dentro del útero. Esto sucede cuando los bebés están "bajo estrés", dado que el suministro de sangre y oxígeno disminuye. Esto con frecuencia se debe a problemas con la placenta.

      Una vez que el meconio ha pasado hacia al líquido amniótico circundante, el bebé puede broncoaspirar dicho meconio. Esto puede suceder mientras el bebé aún está en el útero o aún está cubierto por líquido amniótico después del nacimiento. El meconio también puede bloquear las vías respiratorias del bebé inmediatamente después del nacimiento."
      http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001596.htm

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    7. así es Miriam, ahí puse un poco más de información

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    8. Ylba, tal como lo mencionas, lo importante ahora es que esa personita está ahora con nosotras, alegrándonos la vida y dándole un nuevo significado a la palabra inquieta jajajaja.

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    9. Hilda fue una experiencia realmente dura, recuerdo a la doctora dándome las instrucciones para la cesárea, al anestesista preparándome para la epidural, y yo solo podía pensar que tal vez tanto esfuerzo sería en vano pues algo malo ya había ocurrido. Ni siquiera quería hablar para no atraer a la desgracia. Una vez que el anestesista me dijo que todo estaba bien y que oí a Ariana llorar fue cuando realmente sentí que las fuerzas me abandonaban y que podía darme el lujo de llorar.

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    10. ay Loly, habrá sido terrible, de verdad terrible y ya imagino la tensión que explotó en ese momento cuando supiste que todo había pasado. Te mando de nuevo un abrazo

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