viernes, 16 de enero de 2015

Todo por ver a Paul

Los que somos beatlemaniacos decimos que todos los Beatles eran fabulosos, fantásticos, increíbles, pero secretamente tenemos preferencia por uno de ellos, y en mi caso, mi amor platónico de toda la vida ha sido Paul.

Por eso cuando el año pasado se anunció que Paul McCartney visitaría nuestro país para dar un concierto, me dije que esa era una oportunidad que sólo se da una vez en la vida y no podía perdérmela por nada del mundo. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo y me iba enterando de los detalles del concierto me iban cortando las alas. En primer lugar se iba a realizar en Quito, lo cual ya implicaba el movilizarme en un viaje por tierra de 8 horas de ida y 8 de retorno más gastos de hospedaje, algo bastante molesto pero hasta ahí todavía manejable. El problema mayor se presentó cuando me enteré que el día del concierto sería un lunes y no un fin de semana como habría esperado, ya que eso implicaba pedir dos días de permiso en mi trabajo, con cargo a vacaciones y muy pocas perspectivas de que fuera aprobado. Así que muy a mi pesar desistí de mi propósito y decidí no acudir al concierto.

Conforme se acercaba la fecha de la presentación se hablaba más y más del concierto y mayor pesar me embargaba al pensar en que iba a dejar pasar la oportunidad de mi vida. Mis primas (las que me acompañaron a Galápagos) tenían ya sus entradas y estaban armando viaje a Quito y constantemente me insistían en que las acompañe, que no era posible que justo yo, la más beatlemaniaca de todas, me fuera a perder tan memorable concierto.

Hasta que llegó el domingo, día anterior al concierto, y ocurrió lo que tenía que ocurrir: decidí de buenas a primeras que yo también iría a ver a Paul.


Esa misma tarde tuve que salir corriendo al centro comercial donde vendían las entradas, ya se habían agotado las localidades que habían comprado mis primas y sólo quedaban otras, un poco más baratas, pero de no tan buena ubicación. Pero ya a esas alturas nada me importaba más que asistir, así que compré esa entrada con la esperanza de poder cambiarla luego en las afueras del estadio. Luego vino el asunto de la movilización. Era impensable que yo me fuera por tierra, tardaría demasiado y tendría que faltar a mi trabajo, así que compré un boleto aéreo (y de paso convencí a mis primas para que compraran también) en un vuelo que salía a las 5 pm rumbo a Quito y volvía a las 7 am del día siguiente.

El día lunes fue todo nervios y emoción. Trabajé una sola jornada hasta las 4 de la tarde (tuve la venia de mi jefe para desocuparme más temprano ese día) y por las mismas me fui para el aeropuerto donde tomé el avión a Quito junto con mis primas. Llegamos a la capital a las 6 pm y tomamos un taxi rumbo al estadio donde se realizaría el concierto. Allí las filas le daban la vuelta entera al estadio pero eso no nos importó y nos colocamos felices de la vida esperando nuestro turno para entrar. Y entonces... entonces me di cuenta de que había dejado mi boleto en Guayaquil!!! casi me muero, pues no tenía el dinero suficiente para comprar otra entrada, sería el colmo que estando a pocos metros de Paul no pudiera verlo.

Por suerte, juntando el dinero que habíamos llevado entre las tres alcanzaba para comprar una entrada mejor que la localidad que tenía, y de paso, el revendedor aceptó canjearnos las entradas que tenían mis primas por unas iguales a la mía, así que las tres terminamos en cancha, más cerca de nuestro ídolo.

El concierto fue todo lo que esperaba y más. Ver a Paul, mi querido Paul, cantando canciones de las épocas doradas de los Beatles, de su paso por Wings, de su etapa de solista y de su último album fue sencillamente espectacular. Creo que el momento cumbre fue cuando cantó "Live and let die", hubo toda una explosión de juegos pirotécnicos y  luces, que junto con el ritmo de la canción, pusieron a bailar y a cantar hasta al más muerto. Además, en algún momento del concierto cayó algo de lluvia, pero qué importaba, Paul estaba en el escenario y nadie pensaba moverse de allí hasta que cante su última canción. 

Una vez terminado el concierto a medianoche vino la siguiente parte de la aventura: el regreso a casa. Teníamos que estar en el aeropuerto a las 6 am puesto que el vuelo salía a las 7 am y hasta mientras teníamos que hacer tiempo en alguna parte ya que no conseguimos hospedaje y habría sido un desperdicio de dinero hacerlo, puesto que sólo estaríamos allí tres horas.

Así que nos fuimos a la terminal de autobuses que llevaban al aeropuerto y allí nos quedamos durante 4 horas, conversando y dormitando, hasta que salió el primer autobus al aeropuerto. Llegamos allá  a las 5 am. El aeropuerto estaba abarrotado de gente que había viajado desde Guayaquil sólo para el concierto, todos aún con las camisetas de Paul, afiches, etc. El vuelo salió a las 7 am, y a las 7:35 ya estabamos aterrizando en Guayaquil,volé a la casa de mi mamá que queda a 5 minutos del aeropuerto para cambiarme y a las 7:55 estaba entrando en mi oficina, lista para cumplir una nueva jornada de trabajo.

¿Una jornada agotadora? Si, si y si, pero al mismo tiempo, una de las mejores y más inolvidables de mi vida: el día que vi en persona a mi querido Paul.

6 comentarios:

  1. Loly, en la última foto se nota tu felicidad, ¡cuánta aventura tuvieron que pasar! Todo por no tomar la decisión antes, jajajaja, lo bueno es que todo les salió bien y no te quedaste con las ganas se ir.
    A mí me pasó cuando vino Roberto Carlos, tal vez no sea el amor de mi vida, jajajaja, pero sí que me ha gustado siempre, así que yo fui sola porque no encontré quién me hiciera segunda, claro que después un montón me dijeron ¿por qué no nos dijiste? cuando me cansé de hacerlo, pero bueno, ir sola a un concierto no es lo mejor que hay, pero también me quedé con mi gusto de ver al flaco en persona y de escuchar sus canciones :)

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    1. A veces me pasa Miriam, de pronto decido algo de última hora, se me mete entre ceja y ceja y me pongo a correr para lograrlo. Lo bueno es que así tengo algo para contarles jajajaja.

      Y si, ir a un concierto sola no es lo ideal, yo nunca lo he hecho, pero si el caso lo amerita toca "sacrificarse" como lo hiciste tú con Roberto Carlos :)

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    2. Mira que contraste Loly, yo tengo que hacerme a la idea primero, planificar después y echar a andar cada paso hasta conseguir mi objetivo, jajajaja, todo fríamente calculado y con meses de anticipación :)
      Pero como dices, tienes algo para contarnos jajajaja

      Uy si, que sacrificio, jajaja no lo fue para nada, pero tampoco fue muy divertido :(

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  2. Ja! Creo que nunca he hecho algo así. Me sorprendes, Loly. No es que no te crea capaz, es que no se me antoja nadita hacer tantos sacrificios por un concierto. Será que me estoy poniendo viejita? jajaja
    De todas formas, tus fotos lo dicen todo. ¡Te veías feliz!
    Besos!

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    1. Si Elena, ese trajín sólo podía hacerlo por Paul, no me imagino haciéndolo por nadie más. Y claro que estaba feliz, era un sueño hecho realidad, no pude vivir la época de los Beatles y asistir a un concierto, así que lo más cercano era ver a uno de ellos en acción, y no me arrepiento, fue un concierto de primera :)

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  3. si recuerdo que alguna vez platicaste de esto, increíble de verdad que hayas encontrado entrada y que te haya alcanzado el dinero, que horror habrás sentido cuando notaste que olvidaste el boleto!!

    Yo estuve una vez a punto de perder los dos boletos que había comprado para Richard Clayderman. Los tiré a la basura, sino me fijo que estaban en el bote, adiós!

    y ahora cuando vamos a algún concierto, y más si es fuera de la ciudad, lo primero que hago es ver que lleve el boleto.

    y la primera vez que vi a Il Divo, llegamos a San Luis a las 6:00 am para ir a trabajar a las 7:20 y la segunda llegamos a casa a las 15:00 para ir a una junta en el trabajo a las 18:00 jeje

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