lunes, 29 de septiembre de 2014

El curioso cerebro de un francés

Debo confesar que tener en mente la palabra para escribir esta semana, cerebro, me ha hecho darme cuenta de la mucha información sobre un tema determinado que circula por la red, que pasa por mis ojos sin necesidad de buscarla y que incluso leo sin llegar a interiorizar. En estos días me he enterado de mil cosas relacionadas con el cerebro y hasta de los otros “cerebros” que tenemos en el cuerpo sin que les prestemos atención, y he podido ver al mío propio jugándome una de las suyas. Pero como en este blog se trata de anécdotas más que de reflexiones, mejor voy a contarles una pequeña historia de la que fui testigo hace ya más de una década. 

Sucedió cuando aún vivíamos en la isla. 

Cada sábado, después de la práctica de artes marciales que ese día tenía lugar en las mañanas, nos reuníamos en casa varios amigos a conversar, comer algo y estudiar un tema o leer un libro que a todos nos interesara. Era una oportunidad más para aprender y pasarlo bien juntos. 

A veces, sin embargo, con ocasión del cumple de un amigo u otra fecha señalada las reuniones del sábado derivaban en fiesta. Entonces alguien traía un pastel, se hacía comida y se compraba algo de beber, por lo general una escasa botella de vino que se mezclaba con una de refresco para que alcanzara porque, claro, éramos muchos —más de diez casi siempre— y nuestras fiestas resultaban económicas por necesidad y alegres por naturaleza. 

Un sábado, a una de esas fiestas casi improvisadas llegó una de las amigas habituales con su nuevo novio. El chico era un francés muy simpático, ajeno a todo aquel barullo pero feliz de verse envuelto en lo que llamaba “la vida real de los cubanos”. Se sentó, como todos, en el suelo (nunca hubo sillas para tanta gente) y comió y rió como el que más. 

Crédito de imagen
Ese día, como algo muy especial, teníamos una botella de vodka Stolichnaya que alguien nos había regalado y queríamos compartirla con los amigos. Con mucho bombo y platillo abrimos la botella y, para extender la experiencia, servimos no más que el fondito en cada vaso. Las chicas mezclábamos el vodka con un poco de zumo de naranja; los hombres lo bebían solo y al más puro estilo ruso: do kontsa (“dakansá” —decíamos todos alzando los vasos), o sea, de un trago hasta el final. 

Las protestas del francés no se hicieron esperar: él no tomaba bebidas alcohólicas porque, según decía, eso mataba las neuronas. La novia le insistió, en aras de la convivencia, y para la segunda ronda el chico se animó a probar un poquito del vodka. Para la tercera, ya no hubo que preguntarle. Su vaso estaba pidiendo el relleno junto con todos los demás. 

Pero, por ley natural, una sola botella no da para mucho y menos entre tantas personas aunque se sirva a poquitos como nosotros hacíamos. Cuando el francés pidió la cuarta ronda no hubo más que mostrarle la botella vacía. 

—¿Cómo? ¿No hay más? —preguntó y ahí vino la obligada explicación sobre el alto precio de esos productos, que nosotros no podíamos comprarlos, que aquello había sido un regalo, etc. 

—¿Y dónde venden este vodka? -volvió a preguntar él. 

Entre risas, le fuimos explicando cómo llegar a la tienda más cercana y su novia, incrédula, le replicó: 

—Pero..., ¿no eras tú el que decía que esto mata las neuronas? 

—Sí —contestó el francés mientras salía en busca de la segunda botella—, ¡pero mata sólo las malas!

20 comentarios:

  1. Elena pues que Francés tan divertido, que mata las neuronas malas me hace mucha gracias, aunque no lo creas esta semana la palabra se me ha hecho muy difícil, voy a tener que pensar mucho.
    Interesante bebida por cierto, no la había escuchado.
    Saludos

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    1. Sí, sólo las malas, Christian, jajaja!
      A mí me pareció más fácil la palabrita. A fin de cuentas, barítono puede que no seamos pero cerebro tenemos todos, jejeje
      Stolichnaya es el vodka más tradicional de Rusia, y cuando un amigo ruso quiere agasajarte con algo de su país, por lo general es este vodka el que te regala. :)

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    2. Elena me has hecho reír con eso de "al fin y al cabo, cerebro tenemos todos" jajajajajaja.

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  2. Pelusa, que buenos tiempos aquellos :D no cabe duda que la juventud tiene mucha creatividad cuando se trata de diversión.
    Creo que haré un esfuerzo para comprar una botella de Stolichnaya a ver si ayuda a mis neuronas como al novio francés de tu amiga :D

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    1. Eran buenos tiempos, Miriam, aunque estos también tienen su encanto ;)

      El vodka es bueno solo, o seguido de un poco de zumo de naranja para ayudar a bajarlo, y también mezclado con zumo de tomate, de limón y salsa inglesa en un sabroso Bloody Mary... La verdad es que hace ya tiempo que no tomamos vodka. Hace más de un año ya un amigo de aquella época nos regaló una botella de vodka marca Beluga, que dicen que es de los mejores, y aún está ahí en el congelador sin abrir... el tiempo pasa y afortunadamente vamos cambiando :)

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    2. Claro, todos los tiempos tienen su encanto, estoy de acuerdo.

      Yo he probado el desarmador o destornillador como es conocido el vodka con jugo de naranja y el Bloody Mary también, la verdad es que son bebidas muy ricas :)
      Deja que llegue por allá y abrimos la Beluga :P

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  3. Bueno, la verdad es que no solo me he reído con tu anécdota sino que de paso, he pensado en una de esas "trampas" que hace el cerebro y resultan como siempre en este tipo de anécdotas curiosas...Ya se las contaré luego...

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    1. Qué bien que te gustó, María Angélica!
      Esa es la idea que nos propusimos Loly y yo al intentar publicar los lunes, romper un poco el hielo con los temas y que les sea más fácil encontrar historias :)

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  4. jajajajajajajajaja que bueno ha estado esto, de dónde te sacas estas cosas mujer, jajajaja hay dios, ustedes lograron echar a perder a un franchute, jajajajaja no puedo parar de reír, gracias por alegrarme la tarde

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    1. Yo creo que era más cara dura que otra cosa lo de este franchute, Vilma. Luego se hizo amigo nuestro y cada vez que iba a la isla nos llevaba algún regalito. Una de esas veces, juró que nos había comprado una botella de Armagnac -una especie de cognac- para que lo probáramos, pero el día antes del viaje le entraron a robar a su apartamento y, ¿adivina qué? Lo único que le robaron fue el Armagnac, jajajjajaja!

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    2. jajajaja en su conciencia tendrán que "perdieron" al francesito jajajajajajaja caradura del franchute que!!! jajaja

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    3. Que no, que no, que le chico luego se destapó... Estaba haciéndose el "santito" frente a la novia pero bebía, claro que bebía. :) Y nosotros no bebíamos como para "perder" a alguien, sólo lo normal en una fiesta entre amigos.

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    4. Jajajajajaja de seguro los ladrones que entraron al departamento del francés estaban especializados sólo en licores.

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  5. jajajaja si para pretextos!! bueno!!! jajaja muy bien por el francesito!

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    1. Me alegra hacerte reír, Hilda! :) Pretextos no faltan cuando se necesitan, verdad? :D

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  6. Buenisimaaaaa!!!! Muy cortazarianas esas reuniones de intelectualidad y placer..como me gustan!!!

    Pero yo me disperso con los detalles, viste? soy asi... ARTES MARCIUALES??? necesito saber mas sobre vos y las artes marciales!

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    1. Esas reuniones se extrañan, Ceci, mucho. Ahora que ya todos andamos dispersos por el mundo las hacemos con algunos amigos via skype pero no es lo mismo, para nada!
      Artes marciales, como lo lees, jejeje. No más te cuento que un amigo japonés decía que yo era una "chica peligrosa", jajajaj!

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    2. Lo de las artes marciales se me había pasado por alto! ojalá que puedas contarlo en otra de las historias de este blog

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  7. Elena qué buena historia!!! me llevaste a mi época universitaria, donde bebíamos lo que podíamos y donde podíamos. Al igual que Uds., todos éramos estudiantes desempleados, que no contábamos más que con la mesada que nos daban nuestros padres para el transporte, y de allí hacíamos la "rebusca" y lográbamos juntar algunos sucres que luego usábamos para comprar licor. Cuando había más dinero comprábamos vodka y lo mezclábamos con jugo de naranja o ron con cola. Si había menos dinero tomábamos vino de cartón, y si andábamos en la miseria tomábamos hasta los anisados, más fuerte y más baratos. Es que sólo faltaba que nos tomáramos el agua de los floreros!

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  8. ¡Jajajajajaja! Ese era un Francés muy inteligente. Me recordaste con esta historia un profesor que tuve que se la pasa diciendo: "Un trago de aguardiente mata 12 neuronas aproximadamente, así que cuidado muchachos". Obviamente nadie le prestaba atención y cuando alguien quería tomar, los demás bromeábamos con "matarás 12 neuronas si lo haces, y ¡es una tanda por trago!" en uno de esos casos un compañero respondió: "Qué importa, tengo muchas hasta para degradar". Hasta allí nos llegó la recocha con el tema.

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