lunes, 19 de enero de 2015

El toque perdido

Me he pasado buena parte de mi vida asegurando que heredé la sazón de mi madre. Eso me decía ella. Me lo decía mi vecina de toda la vida cuando le daba a probar mis frijoles. Me lo decía mi padre cuando acertaba a ayudarles en la cocina. Me lo dice mi esposo, pero bueno, a él no le queda más remedio que opinar bien de mi comida.

Mi madre, han de saberlo, hace los mejores frijoles del mundo —como todas las madres, supongo. Y es que, como todas las hijas, en mis andanzas por el globo no he encontrado aún mejor comida que la suya. Diferente sí, pero mejor nunca. Y yo, pues, me vanagloriaba pensando que había heredado su sazón... hasta el martes pasado.

Fuimos invitados a comer por unos amigos que están pasando una temporada aquí. Nada más que de pensarlo se me hacía la boca agua. Son cubanos y viven en la isla, por lo que —imaginaba— traen el sabor bien fresquito. Por supuesto, nos hicieron lo que mejor saben hacer, comida cubana: arroz blanco, tostones, pollo en salsa con berenjenas, ensalada.

Nuestra amiga, como toda cubana que recuerde, se quejaba constantemente de que el arroz se le había pasado un poco, que el pollo se le había desbaratado en la olla, cuando en realidad todo estaba perfecto. P e r f e c t o. No exagero. El arroz estaba justo en su punto, desgranado como es el gusto de la isla, y el pollo —¡ay, el pollo!— se deshacía en la boca y sabía como estoy segura que ha de saber la gloria. Todo estaba tal y como lo hacía mi madre.

—¿Pero qué le pones? —le pregunté entre bocado y bocado, y mi amiga me sorprendió diciéndome que le pone lo mismo que yo pero, y aquí hago acopio de toda mi humildad, a mí no me sale ni la mitad de bueno que a ella. 

Será porque ella lo hace en olla de presión, un instrumento que no uso hace ya más de una década; será porque está recién llegada de la isla y su hacer no se ha contaminado aún con otros sabores o experiencias; será porque, sencillamente, he perdido el toque. No sé el por qué, pero si tengo algo claro es que la comida de este martes pasado ha sido la más rica que he probado en mucho pero mucho tiempo.

11 comentarios:

  1. Elena, o será por la emoción que sentías por la comida cubana, cuando uno añora una cosa y la llega a tener, piensa que no hay otra mejor, me sucedió con la llamada Pizca de mi tierra, no era la mejor pero después de varios años sin tomarla, me pareció un manjar delicioso.

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    1. Pues yo me hago mi propia comida cubana con bastante frecuencia, Ylba, pero ahora me doy cuenta de que he ido cambiando las recetas para adaptarlas a mis nuevas condiciones y al final ya no sabe como comida cubana, :(

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  2. Elena, es primera vez que escucho que el arroz se puede preparar en olla en presión :)

    Según me han dicho los entendidos en la materia, cada persona tiene su sazón, inexplicablemente, no hay dos iguales :D

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    1. Miriam, en la isla se usa mucho la olla de presión, casi para todo. El arroz es una de las cosas que preparan así. Desde que salí de allá nunca lo he vuelto a hacer de esa forma, y creo que en la isla tampoco me salía bien. Recuerdo que, como no podía ver cómo iba la cocción, me daba cuenta de que ya estaba hecho cuando empezaba a oler a quemado, jejeej

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    2. Acá se usa solo para alimentos de cocción larga, como la carne, las remolachas, los frijoles, que en una olla corriente se tardan varias horas. Me da un poco de miedo probar a hacer arroz, jeje

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    3. yo no sabía que se podía hacer arroz, en el instructivo de mi olla dice que no hay que hacer arroz o lentejas en la olla express

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  3. Seguro Elena que es como dice Ylba, el comer nuevamente un plato de tu tierra te hace pensar que es mejor la sazón de tu amiga que el tuyo.
    Por acá dicen que los fréjoles cocinados en olla de barro tienen mejor sabor que los cocidos en aluminio.

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    1. Angélica, de los frijoles no te sé decir, pero yo he comprobado que los vegetales cocidos en una olla de barro son mucho mejores que los que se hacen en metal. En Japón tienen estas ollitas de barro pequeñas llamadas "nabe", y yo me hice de una enseguida. La traje incluso conmigo pero nunca la he vuelto a usar porque en la vitrocerámica temo que se me rompa. Allá cocinaba con gas.

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  4. Han sido muchos años lejos de cada Elena, supongo que es fácil "contaminarse" y perder el toque local. Con todo, anda con tu amiga y pídele preparar los frejoles juntas, tal vez así logras descubrir cuál es la diferencia... o tal vez encuentras a tu amiga echándole un ingrediente secreto que no te quiso compartir jajajaja.

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  5. jajajajajaja me dio mucha risa eso de que a tu esposo no le queda más remedio que opinar bien de tu comida jajajaja

    fíjate que mi mami tiene un sazón intermedio, su comida es comible, sabe buena, pero no deliciosa aunque hay cosas que le salían riquísimas, pero en términos generales, solo se quedaba en bueno.
    En cambio mi abuelita y abuelito maternos, tenían un sazón fabuloso.
    Yo heredé a mi mamá

    ya me hiciste agua la boca!!

    ¿en serio? ¿no usas la olla de presión? ay yo si y mucho!!

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