El tema de esta semana da para mucho pues ¿Quién no ha tenido aventuras relacionadas con la lluvia? En este caso, les contaré un recuerdo que acude a mi memoria.
Ocurrió cuando era yo muy pequeña. Como he mencionado antes, crecí en un pequeño pueblo costero llamado La Libertad. Todos los meses mi mamá y yo viajábamos a Guayaquil a fin de visitar a la familia y para que mi mamá cobrara su sueldo, para ello efectuábamos un viaje de alrededor de dos horas de duración pues mi pueblo natal dista a 140 km de Guayaquil.
En uno de aquellos viajes tuvimos que afrontar las consecuencias del fenómeno del Nino, que si lo han oido mencionar, es un cambio en las corrientes marinas que produce alteraciones en la temperatura del mar, así como lluvias torrenciales. Aquel año, este fenómeno castigó severamente a nuestro país. Las lluvias trajeron inundaciones, desbordamiento de ríos, caída de puentes y hasta pérdidas de vidas humanas. Muchas poblaciones quedaban aisladas ante la caída de los puentes, y a fin de mantener la comunicación y aprovisionamiento, se instalaban puentes provisionales, de madera y sogas para cruzar de un extremo a otro del río.
Entre las poblaciones que sufrieron esta caída de puentes estuvo Cerecita, que es paso obligado entre La Libertad y Guayaquil, por lo que, quienes queríamos llegar a la ciudad teniamos que tomar un autobus que nos lleve hasta Cerecita, cruzar uno de estos puentes colgantes improvisados y luego abordar un nuevo autobus al otro lado del rio. Y eso fue lo que hicimos mi mamá y yo una mañana de aquel invierno. Llegamos hasta Cerecita y al apearnos del autobus vimos tres puentes colgantes que cruzaban el río con una extensión aproximada de 75 a 100 metros, aunque si le preguntan a mi mami, ella dirá que le pareció un kilómetro, pues no tolera las alturas, y la distancia entre el puente hasta el río torrentoso era bastante alta.
Pues bien, alli estábamos mi mami y yo, que en ese entonces tendría unos 8 años, dispuestas a cruzar uno de los 3 puentes. Nos decidimos por el primero de ellos, y ya cuando empezamos a cruzarlo notamos que era un puente diferente al que tomaban todos los demás pasajeros del bus, que cruzaban lentamente para evitar que el puente se mueva de un lado a otro. Nosotras habiamos tomado el puente para el cruce de carga, que como se imaginarán, era transitado por curtidos empleados de carga, que ganan por bulto transportado y por ello mismo, cruzaban el puente a la carrera, tratando de trasladar el mayor número de bultos posible. Se imaginarán nuestra situación, no avanzábamos ni un metro y ya se subía un trabajador haciendo bailar el puente de aquí para allá, encontrándose con nosotras a medio camino, estorbándole el paso, por lo que tenía que hacer malabares para pasar a nuestro lado con su carga a la espalda.
Nos tomó una eternidad cruzar ese puente, yo no era muy consciente del riesgo por lo que no sentía mayor temor, pero mi mamá, que teme a las alturas, la pasó muy mal. Poniéndome hoy en sus zapatos, e imaginandome con una de mis hijas pequeñas en una situación como esa creo que también me lo tomaría muy mal, así que va para mi mami un reconocimiento por su valentía y un gracias porque contigo he pasado lasm ejores aventuras de mi vida :)
Que linda frase final :D no cabe duda que las madres sacan valor y coraje por el bienestar de los hijos, y Anngélica María lo demostró con todo su sufrimiento :)
ResponderEliminarYo recuerdo haber pasado por uno de esos puentes, entonces era pequeña y como tú dices, no se mide el peligro, corríamos de punta a punta, haciendo moverse el puente para asustar a quienes les daba miedo, jeje.
Huy si Miriam, mi mamá se sacó un 10/10 por afrontar con valentía el cruce del puente.
EliminarY ahora que soy adulta debo confesar que no me gustan los puentes colgantes, esa sensación de inseguridad cuando se pone a bailar de un lado para otro no es para mí. Por suerte no me encontré contigo cuando cruzaba uno de ellos jajajaja
Loly pero que cosa tan terrible!!! que miedo!! yo odio esos puentes!!!! que par de valientes!!
ResponderEliminarMiriam, yo odiaba a los niños que hacen eso de mover el puente!
Jajajaja, entonces me habrías odiado Hilda, pero creo que en ese entonces tú no habías nacido :P
Eliminarsi amiga, te hubiera odiado!! jajajaja por fortuna nunca pasaremos por eso jajajaja
EliminarA mí tampoco me hacen mucha gracia esos puentes hoy en día Hilda, así que Miriam se habría encontrado con dos caras de pocos amigos jejejeje
EliminarQué gran aventura!!! Me da ternura tu mirada retrospectiva..pocas veces tenemos la ocasión de ponernos en los zapatos de nuestras madres en un momento determinado de nuestro pasado. Qué mieditoo!
ResponderEliminarAh es que esa ocasión fue memorable Ceci, y mira que yo era muy pequeña, pero debe haberme impresionado la experiencia como para que la recuerde hasta ahora.
EliminarDe lo que no era consciente hasta ahora que conté la anécdota, era de la valentía de mi mami, no por no sentir miedo, sino por afrontarlo, sobre todo cargando a cuestas a una muchachita de 8 años..
M E E N C A N T A la relación entre ustedes. Disfruto mucho cada historia de estas, madre-hija, que nos comparten. :)
ResponderEliminarQué miedo eso de cruzar puentes balanceantes, de madera... Puede que lo cruce, pero sin dudas pasaría un gran susto. Peor si es con un menor a mi cargo. Ufff!
La corriente del Niño es tristemente célebre en la isla. Cuando pasa media ciudad termina inundada y aunque rara vez hay pérdidas humanas, las otras pérdidas resultan muy difíciles allí donde es toda una odisea reponer cualquier mueble o equipo electrodoméstico...
Gracias Elena, mi mami es una bendición en mi vida.
EliminarAcá la corriente del Niño nos ha castigado considerablemente cada cierto tiempo, no sólo con pérdidas económicas de magnitud sino hasta con desgracias personales. Es que el desborde de los ríos y el deslave de los cerros debido a las lluvias es lo que más víctimas produce
yo de tí ahora y siempre si me hubiera pasado eso me hubiera agarrado de tí hubiera llorado e insistir hasta que nos cambiemos de puente ;)
ResponderEliminarDaniela, yo hubiera hecho lo mismo!!!!
EliminarJajajajaja pues a mí no se me ocurrió porque no sentía mucho miedo Dani, pero si lo hubiera sentido probablemente hubiera hecho lo que tú dices.
EliminarAy Lolita puentes colgantes, lluvia, caminar no son una buena asociación para mi, por un lado qué feo debe haber sido pero por otro lado que seguridad y confianza tener la mano enlazada con tu mamá, definitivamente esa es la parte que mas me ha gustado, y tu comentario tan cierto, que cuando uno crece y es mamå solo allí se da cuenta de muchas cosas. Me gustó mucho tu anécdota.
ResponderEliminarGracias Elizabeth, y es verdad, cuando eres pequeña y vas de la mano de mamá, ¿qué puede asustarte? ella siempre estaba allí para cuidarte y protegerte.
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