Quiero
aprovechar la estupenda noticia de que la Iglesia ha aceptado que los perros
también pueden entrar al cielo (pueden ver la nota en Dogs in Heaven? Pope Francis Leaves Pearly Gates Open.)
para compartirles un poco sobre lo que he aprendido sobre el instinto maternal
viendo a mis perras.
Dos
de las que han vivido con nosotros --dos perritas cocker: “Flushy” y “Alfa”-- han
tenido cría, siempre camadas de seis cachorros, tres machos y tres hembras. Y
con las dos nos hemos maravillado con la dedicación y empeño que pusieron en alimentar,
dar calor, limpiar, proteger y hasta educar a sus hijos para que obedecieran
las órdenes básicas que se les daban a ellas. Podría pensarse que esa conducta
es mero instinto, pero quienes han tenido el privilegio de tener mascotas con sólo
verles la mirada saben que hay mucho más que una respuesta mecánica, sino
verdaderos sentimientos hasta podría decirse de orgullo como diciéndo: “mira,
son mis hijos y también serán estupendos perros”. Y lo fueron, al menos los que
les seguimos la pista después partieron a otros hogares y los que se llegaron a
quedar en casa, que aprendieron de sus madres a ser excelentes cazadores de
ratones y otras alimañas.
No sólo criaron a sus propias camadas, a las
dos les tocó ser mamás sustitutas de perritos abandonados que encontramos
botados en la calle (unos hasta tenían aún el cordón umbilical) para que de
inmediato asumieran su papel compartiendo sus casitas con los recién llegados y
atendiéndolos como propios, lo cual incluía mantener alejados de allí a los
otros miembros de la jauría que siempre hemos tenido en casa. Sabíamos bien que
si andando fuera de la casa teníamos contacto con algún cachorro, al llegar
seríamos escrutados de arriba abajo por naricitas ansiosas por encontrar el origen
de ese olor.
Hace tiempo que no tenemos cachorros en casa. Nos ha detenido el saber que cada vez que se preñan se desgastan muchísimo y
pierden años de vida, además de que se encariña uno rapidísimo con ellos y es
difícil conseguirles un buen lugar cuando se van de casa. Pero siempre es grato
recordarlos mientras estuvieron acá, además de que el ejemplo nos ha servido
para calmar las dudas de nuestra hija sobre si será o no buena madre cuando le
llegue el momento. “Acuérdate de Flushy y de Alfa, hija. Si ellas pudieron
sacar adelante a sus hijos, ¿por qué tú no?”.
Es que no paramos de aprender de los animales, o ellos de enseñarnos. De niña tuve perros, gatos, tortugas, pajaritos... y muchos más animalitos viviendo en casa (no todos a la vez, aclaro), y todos tienen lecciones que darnos. La parte maternal sólo la vi en una perrita, una gata y unas palomas, y mientras las palomas eran pura genética en esto de educar a sus hijos y la gata pues no fue muy buena cuidándolos, la perrita era una madraza.
ResponderEliminarMe encantó tu texto. Con esto de los animales es que me compras, jejeje. Y la moraleja para tu hija me parece excelente.
Ah! Y la noticia de que ya pueden ir al cielo nuestros amigos!!!!!!!!!!!!!!!
Muy lindo tu comentario, para quienes hemos tenido perras en nuestro hogar, entendemos de ese instinto maternal que poseén, cuando mis hijos estaban pequeños, tuve una loba, cuando tuvo su primera camada, tan cierto como ese decir de la gente, parece una perra loba con sus hijos cuando una madre es superprotectora, pués así actuaba mi perrita, de tal manera que no podíamos acercarnos a sus cachorros ya que ella los protegía hasta de nosotros.
ResponderEliminarLamentablemente tuvimos que dejarla bajo el ciudado de una gran amiga, cuando nos mudamos a un apartamento, pero nunca perdimos el contacto con ella, cuando llegabamos a la casa corría hacia nosotros y con sus patotas encima nuestro, casi nos tumbaba, tal era su alegría.
Murió de vejez, pero siempre recordamos los momentos que pasamos con ella.
Ahora tengo un poodle que es mi compañero y con quien espero encontrarme en el cielo, si esa noticia es real.
Aarón, que excelente noticia!! no la conocía, era imposible pensar de otra forma Quizás no tengan un alma como la humana pero si una propia de su especie, especialmente los perros
ResponderEliminarQue bello ejemplo han tenido en casa y que buen ejemplo usas para tu hija.
Felicidades
Yo siempre pensé que los animales buenos también van al cielo, en la Biblia o dice, jejeje.
ResponderEliminarMi experiencia con los perros ha sido como la tuya, creo que sólo les falta hablar, porque se dan a entender muy bien, y eso de desprenderse de los nietos, cuesta mucho, yo hace rato dejé de tenerlos porque me quedé sin tiempo para ellos, pero algún día espero tener a un amigo perruno :)
Linda entrada, felicitaciones.
MIriam ¿recuerdas la cita bíblica donde dice que van al cielo? gracias de antemano.
EliminarAarón eso de la nota de que los perros van al cielo me hace preguntarme si habré mandado al cielo al perro que atropellé hace unos años :(
ResponderEliminarYo no tengo afinidad con los animales y nunca me he animado a tener mascotas perrunas para decepción de mis hijas, pero recuerdo a una perra que había en casa cuando era pequeña, se llamaba Rutie y tuvo algunas camadas de perritos, era fácil colocar a los machos con otras familias, pero de las hembras nadie quería saber... es que el riesgo de que se preñen hacía que prefirieran a los machos.