lunes, 8 de diciembre de 2014

Mi madre y el uniforme escolar

1ro. de septiembre de 1981. Mi primer día de clases en la escuela primaria. Tenía yo cuatro años y en realidad no me acuerdo mucho de ese día, salvo la expectación tan grande que sentía y... esta historia en particular. 

En un mundo donde los centros educacionales, todos, tenían nombres de mártires revolucionarios nacionales o extranjeros, mi madre escogió para mí la excepción de aquella regla. Mi escuela primaria se llamaba Leonardo Da Vinci y mientras otros niños en otras escuelas tenían que estudiar y a veces hasta memorizar la vida de algún mártir, en la nuestra hacíamos lo mismo pero con la vida y obra de este genio creador tan polifacético. Creo que mami nunca ha sabido cuánto esa “casualidad” ha marcado mi vida, y lo agradecida que le estoy por eso. 

La Da Vinci estaba ubicada a tres cuadras de mi casa, y para llegar a ella había que bajar por una calle inclinada que guardo con especial cariño en la memoria porque tenía un árbol de algodón, el único que he visto en mi vida, y algunos flamboyanes que eran un estallido de color entre tanto cemento. Por ahí iba yo de la mano de mi madre, aquel primer día de septiembre, cuando veo a otros niños que salían de sus casas acompañados por sus padres, madres o abuelos, y tomaban el mismo camino que nosotras, todos (¡los niños!) con su flamante uniforme nuevo.

No sé cómo será en otros países, pero en la isla se mantiene el uso obligatorio de un uniforme desde que se comienza en prescolar hasta que se termina el nivel de preuniversitario. De acuerdo al grado y al tipo de escuela, los uniformes cambian de estilo y color, y entre todos ellos el de primaria siempre ha sido de los más bonitos. Consta de una camisa blanca y una falda para las niñas o un pantalón para los niños (corto en verano, largo en invierno) de color rojo oscuro. Luego, ya en primer grado, el niño se convierte en “pionero” en una ceremonia en la que comienza a formar parte de la OPJM (Organización de Pioneros “José Martí”) y como símbolo de esto se le adiciona una pañoleta azul al uniforme, que luego, en quinto grado, se cambia por una roja. Si bien más adelante llegué a odiar eso de llevar uniforme a diario y me ponía la pañoleta sólo para estar en la escuela, en la primaria tenía todo el encanto de lo nuevo; era un orgullo llevarlo y mantenerlo limpio y bien puesto.

Aquel día, pues, mientras yo veía con curiosidad a mis futuros amiguitos, fascinada con los lindos colores del uniforme, mi madre estaba viendo algo muy diferente. Con cada niña que pasaba por nuestro lado ella se iba poniendo más y más nerviosa, hasta que al fin apretó el paso y me llevó hasta la casa de una de sus amigas. Llamó un poco desesperada a la puerta (me imagino su pena, a las siete de la mañana llamando así en una casa ajena) hasta que por fin abrió su amiga, una señora con cara de sueño, rulos en la cabeza y una bata de dormir ligerita que enseguida nos hizo pasar: “¡¿Pero qué pasa, Dulce?!” Mi madre, explicándole al vuelo algo que yo no acababa de entender, me fue empujando hasta el baño de la casa. Una vez allí, me quitó la falda del uniforme y volvió a ponérmela, pero ¡al revés de como yo la traía hasta ese momento!

La falda de las niñas tiene unos tirantes que se cruzan a la espalda y resulta que con la perspectiva de mi primer día de clases, mi primer día fuera de casa, y su falta de experiencia (yo soy su única hija hembra), mi madre, que estaba más nerviosa de lo que yo nunca le había visto, me había puesto la cruz hacia el frente y no se dio cuenta hasta que vio a las otras niñas en la calle. 

Crédito de imagen

Como epílogo debo decir que a estas alturas yo no recuerdo a casi ninguna de las amigas de mi madre de esa época, pero la cara divertida de aquella señora al vernos salir de su casa a toda prisa para no llegar tarde a la escuela, esa nunca la he olvidado.

13 comentarios:

  1. ay que lindura!!!

    a mí me pasó al revés. En los últimos días que mi mamá iba a trabajar, yo le ayudaba a vestirse a mi mami (por lo del Parkinson). Y un día le puse el suéter al revés!! Lo peor de todo es que ella se dio cuenta en el camino y la pobre como pudo, se cambió el sueter!! que bochorno!! jejeje

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    1. No sabía qué contar, Hilda, porque anécdotas con mi mami tengo miles. Escogí la primera de la que tengo un recuerdo vívido. :)
      Los papeles para ti han ido cambiando. Es una suerte que tengas a tu mami cerca.

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    2. a mí se me está pasando la semana y sigo sin saber qué contar jejeje
      Si, es una bendición tenerla todavía conmigo y cerca, sé que difícil es para ti, no tenerla cerca Un abrazo para ti

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  2. Qué lindos recuerdos Pelusa, mi primer día de clases fue bueno, los siguientes no tanto. Acá también se acostumbra llevar uniforme desde el primer año escolar, el color y el diseño varían de establecimiento, es una manera de identificar a dónde asisten los alumnos. Algunos son bonitos, otros no nos gustan pero nos aguantamos :)

    Me imagino la pena de tu mamá, esas son las cosas por las que las amamos tanto, ella quiso evitarte el bochorno a ti, ¿te imaginas si no le da vuelta a la falda? Hubieras sido objeto de burla, qué bueno que se dio cuenta y que tenía la opción de la casa de su amiga.

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    1. Eso he visto, Miriam. Aquí los uniformes cambian no tanto con el grado sino con el colegio. Aunque sean todos de primaria, cada colegio tiene su propio uniforme. En la isla cambian sólo con el grado. Los de primaria son estos de la foto, los de secundaria y preuniversitario son otros, y ya los de becas o especialidades (tecnológicos, enfermería, pedagogía que no fueran de nivel universitario) tenían cada uno su propio uniforme. Pero estos son a nivel nacional. Si ves a un estudiante en cualquier lugar de la isla con un uniforme blanco y amarillo, sabes inmediatamente que es de nivel medio, y así.

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    2. Qué curioso Pelusa, acá es como en España, cada establecimiento tiene su propio uniforme, es un distintivo del lugar, no del nivel escolar del alumno :)

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    3. acá también, cada escuela tiene su uniforme, aunque algunas secundarias de gobierno tienen un uniforme similar, solo varía el nombre bordado

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    4. Aquí las escuelas fiscales (del ministerio de educación) están obligadas a utilizar el mismo uniforme, falda azul y blusa blanca para las niñas y pantalón azul y camisa blanca para los niños. Pero en la secundaria, por alguna razón, los colegios fiscales si mantienen uniformes diferentes, que permiten fácilmente identificar a qué unidad educativa pertenece el chico, así, a los alumnos del Dolores Sucre se les reconoce porque las chicas usan vestido blanco con aletas almidonadas en sus hombros, a los del colegio Guayaquil porque las chicas usan una blusa blanca con una solapa y con líneas azules en sus bordes; a los del Técnico Simón Bolívar por su pantalón verde oscuro y así con cada colegio.

      En el caso de las escuelas y colegios particulares, cada uno tiene su propio uniforme y lo cambia según su gusto y parecer. En el de mis hijas les cambian el uniforme cada vez y cuando!

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  3. Elena, el uniforme en los colegios, parece que es norma en todas partes, me agrada que aún se respete esa disciplina, aquí en privados y públicos prevalece la faldita azul y blusa blanca, mi bisnieta de cinco añitos, que es muy coqueta, siempre quiere usar adornos en la cabeza, pero en el colegio solo permiten un cintillo de color azul, los primeros días de clase formaba una tragedia por querer usar sus lazos.
    Una de las criticas en mi País, es el uso riguroso del uniforme en las escuelas, que confunden con sembrar idiologías, cosa que no estoy de acuerdo, yo lo traduzco por disciplina y órden.

    Esos percances nos han sucedido a casi todas las madres, quien no ha puesto dos medias distintas, la camisa al revés, o hasta zapatos diferentes, en la prisa porque sus tesoros no lleguen tarde y sean amonestados.

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    1. A mí también me gustan los uniformes, Ylba. Cuando tenía que llevarlos no me gustaban mucho, pero ahora veo que es una gran ayuda para las familias. No lo veo como símbolo de ideología, ni nada así. No me imagino el gasto de ropa que se tendría si no hubiera uniformes.
      A nosotros tampoco nos dejaban usar muchos adornos con el uniforme, pero era por épocas. A veces se relajaban y entonces todas usábamos lazos y cintillos y todo tipo de pulseras... hasta que de nuevo implantaban la regla de no llevar nada.

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  4. Cuántas anécdotas tendremos todas las madres con nuestros hijos por el apuro de que no lleguen atrasados a la escuela. Ya me imagino la angustia y desesperación de tu mamá al darse cuenta que no llevabas el uniforme correctamente.
    Acá en Ecuador las escuelas del estado tienen el mismo color de uniforme, las mujeres de blanco y los varones pantalón kaki y camisa blanca, ya en el colegio son diferentes y sirven como distintivos de los mismos.

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    1. Nunca he olvidado esta anécdota, Angélica. Ni tampoco mi madre. Es motivo de risa en la familia, pero los nervios de ese día fueron muchos!

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  5. Yo no recuerdo mi primer día de clases Elena, sé que empecé la preparatoria cuando tenía 4 años pero hasta ahí.

    Yo no tenía la suerte de que mi mami me acompañara a la escuela o estuviera presente en el primer día de clases puesto que como era maestra, le tocaba estar en su escuela trabajando, algo que yo siempre le reclamaba. Ahora que trabajo y en ocasiones me pierdo de eventos de mis hijas es que caigo en cuenta lo mucho que debe haber lamentado el perderse esas primeras veces de mi etapa escolar.

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