Para esta semana la palabra me ha generado un sinsabor
indescriptible, siendo sincero nunca me he enamorado, no sé si lo haga y espero
no hacerlo, por lo que la historia que les voy a contar trata sobre cómo me
robaron el corazón de una manera distinta pero que al final podría tratarse de algo
parecido, ya ven estoy como cierta candidata a un reinado de Colombia “de la misma forma y en sentido contrario”.
Cuando tenía como seis años teníamos en casa un perro,
Cocuy, en realidad era la mascota de mi hermano, pero era una mascota fiel que
siempre nos protegía así que todos en la familia lo cuidábamos, para ser
sincero yo no lo cuidaba, nunca me han gustado los perros, no recuerdo desde
cuando estuvo con nosotros pero si recuerdo hasta cuándo.
Era un perro negro con manchas blancas y mucho pelo, no era
de una de esas razas caras (uno de esos discursos de pureza que tanto daño nos
ha hecho en la historia de los humanos y que ahora llevamos al mundo de los caninos)
y lo más extraño es que cuando lo recuerdo en realidad no soy capaz de recordar cómo era, es como un
manchón que poco a poco va desapareciendo. Ahora cuando pienso en este perrito,
veo el rostro de mi hermano.
No recuerdo mucho de ese perrito, justamente por lo que he
mencionado anteriormente, intenté buscar fotos y tampoco hay, ni una sola, el
último recuerdo que poseo y que parece una película antigua, con cortos que no
se entrelazan, es que iba para el colegio y lo vi sangrando, tuvo una pelea con
otro perro que lo mordió en una vena del cuello, no había una veterinaria cerca,
fue muy triste.
No sé porque describo lo anterior tal vez debía contarlo,
pero la verdadera historia comienza este año, a principios de enero nos
regalaron, adoptamos una perrita, que hasta el día de hoy no tiene nombre, creo
que no hay necesidad, ella entiende. Es
una bola de pelo gigante, sus pasos eran pequeños y sus saltos gigantescos,
cada vez que me veía me mordía la parte inferior del pantalón, me hacía mucha
gracia porque me recordaba a un perro que mordía la cola de la pantera rosa y
no la soltaba. Al principio le tenía miedo, me horrorizaba, le tengo o tenía una fobia a los perros, por lo que
verla acercarse era lo peor que me podía ocurrir.
Luego dejó de morder mis pantalones y empezó a morder mis
zapatos de levantarme, me los quitaba y salía corriendo, creo que la divierte
hacer eso, aunque también ama las medías y cualquier objeto pequeño con el que
pueda correr.
Me daba mucha lastima, una vez estuvo muy enferma, vomitaba
y no comía, ni siquiera me mordía el pantalón, y lo tengo que admitir, fue muy
triste, fue la primera vez que la acaricié, y ella estaba ahí quieta, sin
ladrar, sin moverse. Pero se recuperó,
volvió a saltar, mucho más alto que antes, mordía con más fuerza.
Un día la vi sangrar y me preocupé, busqué en internet y me
di cuenta que era normal, que solía pasar, era normal en su ciclo de
maduración, nunca antes había entendido por que había quienes querían a sus
mascotas como hijos, es que suele crearse un vínculo muy fuerte, donde no se
necesitan palabras.
Ahora suelo jugar más con ella, acariciarla cuando hace sol,
ella ama eso, se da la vuelta, con las paticas hacía arriba y yo la consiento y ella
cierra los ojos, con una de sus patas me rasca la mano y a veces salgo
corriendo y ella corre tras de mí.
Aunque lo cierto es que esa perrita no es mi mascota…
Christian, yo al contrario que tú, deseo que te enamores alguna vez, jajaja, como dice un refrán "es mejor amar y haber perdido, que nunca haber amado"... algo así es, jeje, el amor es un sentimiento tan bonito, vale la pena sufrirlo jajaja.
ResponderEliminarEn cuanto a los perritos, uy si habré sufrido yo por ellos, cada separación es tan dolorosa, como cualquier miembro de la familia :(
que bien, ese corazón está a buen recaudo, jajajaja ya te llegará tu hora, no lo dudes. es hermooooosa la peluchita
ResponderEliminarYo tambuen creo que te llegara el enamoramiento. Ya veras como luego cambia de ipinion. Un abrazo
ResponderEliminarMe sorprende que jamás te hayas enamorado, yo tenía una idea errónea pues creía que prácticamente todos los adultos se habían enamorado en algún momento de sus vidas. Pero bueno, si lo haces alguna vez ojalá seas correspondido.
ResponderEliminarEn mi casa nunca hubo perro, mi abuela era la que acostumbraba a tenerlos y a mi me gustaban demasiado, todavía me agradan... ni siquiera sucesivas mordidas o agresiones han logrado mermar el cariño que les tengo. Lo que sí siempre hubo en mi casa fueron gatos, tantos que no les recuerdo a todos, pero me la pasaba genial con todos ellos.
No, no es tu mascota... jajajajajaja! Esas cosas uno no las escoge, Christian. Los animales son otro mundo y la relación con ellos nos hace más humanos. Por ahí dicen que no se puede afirmar haber conocido el amor hasta que no se conoce el amor de un animal, sobre todo de un perrito. Eso te lo asegura una que ha tenido animales desde muy niña, y aunque ya hace muchos años no tengo una mascota en casa sigo "teniendo" animales: los patos del parque de Tsukuba, las palomas y los colibríes de mi ventana en el DF, los gatos de aquí...
ResponderEliminarSobre tu afirmación inicial de que nunca te has enamorado NI LO DESEAS, bueno, no tengo mucho que decir. Ya la vida te dirá. Eres lo suficientemente sensible como para estar abierto también a la mejor de las emociones. :)
Hola Christian, más vale tarde que nunca, el amor tocará las puertas de tu corazón en algún momento y conocerás lo lindo que es pasar por esa etapa, es el sentimiento más hermoso y puro, aunque no siempre tiene un final feliz.
ResponderEliminarAunque digamos que "no" es tu mascota, le has tomado cariño a la perrita, es que son los animales que más se hacen querer.
Como que nunca te has enamorado? "estás enamorado" no fue un enamoramiento a primera vista, pero la perrita supo trabajar, ella se enamoró de ti y te enamoró.
ResponderEliminarLos animales, principalmente los perros, saben muy bien como hacerse querer, no existe un ser humano que pueda ser indiferente, ante los cariños de un animal.
Y son esos momentos especiales, un accidente, una enfermedad, una tragedia, cuando nos damos cuenta, lo mucho que amamos.
Decía un personaje de una serie de television gringa, que él prefirió tener hijos porque duraban más que las mascotas. Es un chiste de humor negro pero ejemplifica el grado de dolor que uno siente cuando una mascota se muere.
ResponderEliminarLinda la perrita
Y de lo otro, bueno, cada quien. Lo único que sé, es que no hay que decir Nunca.
Christian, querido amigo, ya sabes lo que pienso sobre enamorarse...recuerda todos tenemos una horma para el zapato........eres muy joven. Y bueno, yo nunca he tenido animales en casa, aun creo que no los tendría, pero por tu descripción, parece que te roban fácil el corazón, muy dulce, que lindo "enamoramiento"...
ResponderEliminarSaludo
Yo estoy enamorada de Xavi, asi que te entiendo...los animales se meten en nuestro corazón con su lealtad y cariño incondicional. Sos un ser tan especial! Bello, inteligente, culto y con un corazón inmenso. Sos una de mis personas favoritas.
ResponderEliminarChristian yo soy un poco como tú, no me gustan las mascotas y mis hijas mueren por tener un perrito. Es que soy consciente del amor y dedicación que requieren, es como tener un hijo más, por eso, conocedora de mis limitaciones, evito tenerlas, sufrirían a mi lado.
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