Cuando supe que la palabra era Cerebro me dije: “Pan comido,
en comparación con las dos palabras anteriores”. No sabía que a pesar de ser
una palabra de uso común el contenido que conlleva es tan complejo y difícil de
abarcar que no queda más que sorprendernos al adentrarnos en su estudio. Pero
como parece ser usual en mí me saldré por la tangente y no apelaré al
significado técnico del mismo, sino a la connotación que muchas personas le
damos en cierto sentido. Con esto me refiero a que haré uso de dicha palabra
entendiéndola como la referencia a una determinada persona que debido a sus capacidades
intelectuales o ingenio que le hacen resaltar ante los demás se le suele decir:
Cerebro o cerebrito.
Mi historia entonces se remonta a mis primeros pasos
tambaleantes en la Universidad o lo que usualmente se denomina: Inducción. Comenzaba
pues mis estudios en Filosofía, un área a la que ingresé sin mucho
convencimiento pues la idea que tenía de la misma era muy vaga, me encontraba
en un salón amplio haciendo parte de una “mesa redonda” rodeado de estudiantes
altivos y en la mayoría de casos herméticos, estaba nervioso… acostumbrado a la
institución del Bachillerato no sabía qué me deparaba en este nuevo ambiente y
sin embargo estaba completamente seguro de que mi semblante no dejaba si quiera
atisbar la convulsión de emociones y sentimientos que padecía en mi interior.
Mi idea inicial era granjearme amistades, intención que fue
frenada de tajo desde el primer momento en que se dio inicio a la actividad.
Todos allí como supongo que es habitual detallaban a quienes estaban a su
alrededor, algunos sin disimulo, me daba la impresión incluso que tanteaban a
los otros como si de una competencia se tratara y hubiera que asegurarse que el
rival de estudios no era en demasía superior a uno mismo. Total, que ante la
primera pregunta formulada por la psicóloga de turno, las brillantes, extensas
o tediosas respuestas según cada alumno no se hicieron esperar: “¿Por qué está
usted hoy aquí y qué piensa usted de la Filosofía?”
Cuando llegó mi turno de responder no hallé mejor manera que
dejarme llevar por la sinceridad de mi pensar: “En primer lugar, estoy aquí por
accidente, debería estar en otra carrera pero no he sido admitido más que a
esta segunda opción, y concibo la Filosofía hoy día como un complemento a otros
estudios, eso sería lo ideal, pues considero que por sí misma en la sociedad
actual no es que tenga mucha esfera de acción de forma práctica”. Garrafal error producto de la osadía e ingenuidad.
Las murmuraciones de indignación por parte de algunos no se hicieron esperar y
dirigí mi mirada al corro más excitado de estudiantes donde me encontré con
unos ojos que destilaban todo su desprecio hacia mi presencia. Las refutaciones
a mi pensamiento fueron tales y tan seguidas que no me dieron tiempo de aclarar
mi comentario y cada quien interpretó lo que su mente caprichosa le permitía.
Luego
dividiéndonos en grupos de 5 procedimos a actuar representando lo que
supuestamente sería la reacción de una familia al enterarse de que uno de sus
integrantes había sido admitido a Filosofía. Para mi infortunio me tocó
interpretar al hijo mayor de la familia, médico, crítico acérrimo y prejuicioso
de todo aquello que no tuviera un valor práctico e inmediato en sociedad. Mis
líneas más o menos decían lo siguiente, apelando a la fama que sabía tenían los
estudiantes de esa área en el campus: “Padre, no deberías dejarlo estudiar
Filosofía, mira que en esa Universidad se rumorea que son ellos quienes en
todas las revueltas se lanzan a tirar piedras y alteran todo orden que allí
pueda haber, se motivan unos a otros en ambientes donde las drogas son el elixir de sus vidas y como si fuera poco es un campo que no da remuneración
prácticamente, ustedes tendrán que mantenerlo toda la vida”. Al parecer no
comprendieron que yo actuaba tal cual lo indicaba el ejercicio y creyeron que
era eso precisamente lo que pensaba de todos ellos… los gemidos de sorpresa
fueron instantáneos, las réplicas y hasta molestias se evidenciaron.
Ese día acabamos con un reconocimiento mutuo, que consistía
en dividir a los estudiantes en dos enormes grupos, el primero en mesa redonda
y el segundo en otra mesa redonda que rodeaba a la primera, de manera que al
rotarnos y de forma simultánea todos los del exterior llegaran saludar y
conocer un poco a los del interior, un minuto por cada persona conocida para
luego pasar a charlar con la siguiente. Todo iba muy bien hasta que llegué al
grupo en que estaban los 6 estudiantes a los que sabía no les había agradado,
sentí cierta incomodidad de parte de algunos de ellos al entablar conversación
conmigo, pero lo supe sobrellevar, lo que si no soporté fue al llegar al puesto
de aquel que me había despreciado con su mirada momentos atrás.
-¿Hola, Cómo estás?- Le dije sin mucho ánimo.
-Bien- Soltó mientras posaba sus ojos ausentes en mí como si
estuviese abarcando con su mirada un punto fijo y a la vez en blanco, similar a
cuando pensamos tanto que nos ausentamos de la realidad. Pensé que lo hacía de
aposta y lo interpreté como si me quisiera decir que ante su presencia
prácticamente no existía.
Luego de algunas palabras secas y harto de esa situación opté
por decirle:
-Usted y yo no tenemos absolutamente nada en común, es
evidente, así que no hay nada de qué hablar.
-Tienes toda la razón- Me dijo- Primera vez que dices algo
sensato. Y nos quedamos allí, ignorándonos mientras todos los demás charlaban.
Al día siguiente debíamos exponer un tema relacionado con la
administración y estructura de la Universidad, los compañeros con los que
estaba decidieron al final que debía ser yo quien expusiera y así fue, sólo que
antes de iniciar noté que el muchacho antes citado me clavaba una mirada
irónica que me intranquilizó y melló un poco mi seguridad. “¿Qué le pasa? Ya, que
supere de lo ayer.” Me dije a mí mismo con fastidio.
Cuando comencé a hablar mi voz pérfida se presentó
temblorosa, mis manos temblaban también, supe que no era el tema en sí lo que
me ponía nervioso sino la importancia que le daba al hecho de dar una buena
impresión sobre todo ante aquellos que pretendían ver en mi a alguien débil,
debí bajar la mirada un poco para evitar encontrarme con ese juez inoportuno
que estaba en el salón y poco a poco fui escuchando cómo una risita ridícula se
iba transformando en una carcajada estentórea. Al elevar mi rostro observé con suma
incredulidad que era ese joven quien se dedicaba a sabotear mi presentación.
Jamás había estado en una situación como esa, no le afectaban ni la mirada
reprobatoria de la docente, ni los llamados de atención de su compañero, ni el
ambiente general embarazoso, él seguía riendo sin parar. Supuse que tenía algún
problema mental, pues por mucho que una persona quisiera fastidiar a otra no
pensé que pudiera llegar a tanto y luego de terminar mis balbuceos patéticos le
odié en esos instantes como si lo hubiese odiado toda la vida. Si hubiera sido
más fuerte, mayor o más grande que él quizá le hubiera golpeado debido a que mis
sentidos estaban todos alterados ante ese suceso sin precedentes.
Automáticamente quedó situado como una persona non grata en
mi vida, cada que le veía intentaba esquivarle pues le repudiaba completamente,
y debido a eso precisamente fue que me llevé otra sorpresa que no esperaba.
Días después se acercó a mi como si jamás hubiera sucedido lo anteriormente mencionado,
yo no sabía si confirmar su locura o si acaso estaba sondeando mi forma de ser para
luego hacerme quedar mal ante otros. La cosa es que comenzó a realizar una
especie de entrevista, preguntándome sobre mi visión del mundo, Dios, la
naturaleza y demás temas que implicaran especulación. Mis respuestas, ante sus
apreciaciones sobre esos mismos temas eran muy mediocres. Se notaba que era
alguien muy estudioso que sobresalía en cada frase que pronunciaba y eso dio
pie a que yo comenzara a defenderme como mejor podía, por el camino fácil:
Preguntando. De manera que nuestros encuentros y charlas se basaban en eso, yo
preguntaba cosas y él las respondía con creces. Sin embargo no hacía el menor
esfuerzo por evitar frases que me sacaban de quicio como: “Esa pregunta es para
bebés, no la responderé, podría embrutecerme”.
Hoy creo que su tirria hacia mi en principio se debía a que
me veía como rival en estudios, yo contaba sólo con 16 años en esa época y tal
vez creyó que para estar en ese ambiente a esa edad debía ser alguien muy
adelantado para mi edad, quizá presentía tambalear su mundo al visualizar la
posibilidad de que alguien resaltara más que él, pero al notar que las cosas no
eran en verdad así, pues yo a pesar de ser bueno en lo que hacía no era un
Cerebro en la materia, entonces pudo presentar su lado afable. Creo que fue la
segunda amistad de ese tipo que tuve en la vida, con quien podía analizar
escritos, realizar cosas que me gustaban como jugar ajedrez (Aunque jamás le
gané, siempre me daba una paliza que me llevaba a adivinar los resultados de la
partida antes de iniciarla), reírme a menudo con las opiniones radicales que tenía sobre la sociedad y las personas en general, e incluso compartía algunos de sus textos e hipótesis
conmigo.
Y es eso, que el tiempo que pude conocerle, debido a lo brillante que
era llegué a admirarle, tanto que estoy seguro que le irá muy bien en la vida y
podría ser alguien reconocido por sus maneras de pensar, si me explayé aquí en
las cosas negativas del principio es porque debido a la impresión que me
causaron en ese entonces la imaginación las trae fácilmente a colación, pero he de decir que lo positivo del asunto es mucho más, sólo que no describiré todo eso aquí para evitar alargar la cosa. Así que
bueno, si me dijeran que le adjudicara la palabra Cerebro en la connotación
antes mencionada a alguien creo que él sería el indicado. Aunque haya sido una amistad que inició por las vías inadecuadas.
La imagen la tomó un compañero de la Universidad llamado: Yesid Álvarez Maya. En ella se puede apreciar más o menos el monumento más representativo del Alma Máter: El hombre creador de energía.
si, la sinceridad suele meternos en muchos líos, la gente no siempre soporta lo que no quiere oír, aunque uno tenga la razón.
ResponderEliminarLo bueno es que después pudieron hacer migas.
Así es Hilda, a veces no toleran que uno diga las cosas como son. En ese caso específico, era mi pensar no entendía por qué les incomodaba tanto jaja, pero bueno.
Eliminara lo mejor porque los confrontabas en saber si realmente debían estar ahí o si realmente servía estar ahí :)
EliminarPienso que ésta es un a anécdota que sirve para confirmar, que no debemos hacer ningún juicio de valores ante las personas que recién conocemos, ya sea por un gesto, unas palabras o por cualquier otro motivo.
ResponderEliminarMe alegro que luego zanjaran sus diferencias y tuvieran una relación más cordial.
Hola, Angélica María. Así es, yo he aprendido en esta vida que no podemos dejarnos guiar por la primera impresión, hay muchas razones por las que una persona podría mostrar una actitud que en principio no nos agrade y luego podríamos comprender el por qué de la situación notando que las cosas no eran como creíamos. :)
EliminarAlex, conociendo como eres, de inquisitivo y preguntón, creo que tu amigo vio más a un discípulo que a un competidor, me imagino que para ti el fue como un maestro :D
ResponderEliminarQué valiente has sido, exponiendo tu pensamiento aún sabiendo que quienes estaban ahí, si querían ser filósofos jejeje
Miriam, lo de competidor quizá lo vio al principio, cuando no me conocía... ya luego notó que antes que igualarme a él tenía preguntas que hacerle y optó por dejar de lado ese juego absurdo de la rivalidad en cuanto a conocimiento se refiere.
EliminarEn cuanto a decir las cosas que pensaba, la verdad no tenía de otra, era eso o inventar y esta segunda opción me habría quedado muy mal actuada ante todos. :P
Me identifico contigo Alex, también suelo decir lo que pienso a costa de perder las simpatías de mis oyentes :)
Eliminar¡Felicitaciones!
Alex no siempre lo que decimos (y hasta lo que preguntamos) le sienta bien a los demás, pero no por ello debemos cohibirnos o dejar de manifestar lo que pensamos o preguntar lo que ignoramos.
ResponderEliminarMe alegro de que la amistad haya prevalecido por sobre la competencia, pues personas como el amigo que mencionas, por lo general llegan a nuestras vidas para aportar y enriquecerla.
Así es Loly, eso lo tengo clarísimo. Lo que se piensa y lo que se quiere saber, ambas son cosas que no se pueden dejar de expresar o hacer, obviamente siempre con prudencia.
EliminarY así fue, enriqueció esa época con sus ideas, de cierta manera conocer personas así resulta siendo un estímulo más para uno emularles y mejorar.
Pues has contado muy bien esta historia. Me gustó cómo más que los hechos son los sentimientos lo que muestras. Y la foto, muy especial. Gracias por compartirla.
ResponderEliminar¿Nunca le preguntaste directamente a tu amigo el por qué de aquellas reacciones al principio de conocerse? Aquí expones lo que tú supones que pudo haberlas motivado, pero pudo haber sido algo muy diferente. Puede ser interesante para ti saber la otra parte de la historia. Lo mejor es que lograron superar esa situación desagradable y hacerse amigos. :)
¿Conoces el Alma Mater de la Universidad de la Habana? Es muy bonita. Aquí la puedes ver: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ee/Universidad_de_la_habana_fachada.JPG
Elena... Nunca le pregunté, de cierta manera como ya las cosas parecían haber sido superadas traer a colación esos momentos antes incómodos no me llamaba mucho la atención. Actualmente no le veo, pero si lo vuelvo a encontrar por ahi se lo preguntaría. ;)
Eliminar¡Monumental fachada la de la Universidad de la Habana! No la conocía. ¡Me gusta!
Sabía que te iba a gustar ;) Esa es la entrada a la llamada "colina universitaria" o simplemente "la colina" que es donde está la sede principal de la Universidad de la Habana. Ese detrás del Alma Mater es el edificio del rectorado. En esa colina hay varias facultades, no todas están ahí pero sí algunas y también algunas bibliotecas. Todos los edificios de la colina tienen esa influencia clásica romana. Es imponente!
EliminarElena, ojalá la vida algún día, más adelante, me permita conocer todos esos lugares tan llamativos. :)
EliminarLa rivalidad entre los estudiantes de distintas carreras es universal...eso me quedó picando de lo que contabas del rol-playing que les hicieron realizar.
ResponderEliminarCOmo siempre te digo, no dudo de que vos también vas a llegar a ser un nombre del que escucharemos muchas cosas buenas. Nunca abandones tu don de preguntar y re preguntar. Abrazos.
Así es Ceci, yo he notado que esas rivalidades implícitas se dan en todas las carreras. Aunque quedé pensando que en Filosofía más, allí sentía que la mayoría quería parecer muy inteligente por estar estudiando algo a lo que quizá no muchos se le miden, y bueno, si se juntas varios de ese tipo que puedan notar que otros podrían opacar su propia luz, ahi intentan echar a las sombras a los otros.
EliminarAsí seguiré siendo, Mr Preguntón. ;) Abrazos cálidos.
Alex gracias por compartirnos la historia, sabes describir las situaciones de una manera envidiable, creo que es un gran punto el que mencionas, acerca de hacer juicios sin conocer a las personas y como con tiempo vamos viendo lo que son realmente.
ResponderEliminarSaludos
Así es Christian. ;) No hay que dejarse llevar en todos los casos por la primera impresión.
EliminarAy Alex...del defecto/virtud de decir lo que pensamos padecemos varios!!!! Ya yo he optado por preguntar cuando requieren de mi opinion si quieren mi opinion SINCERA....porque a veces a las personas no les gustan las verdades y yo no se ser de otra manera. Y es cierto que el dicho de que no hay segunda oportunidad para la primera impresion es cierto pero a veces las primeras impresiones enganian. De tu amigo creo que vio a alguien que le podia quitar protagonismo y luego cuando se dio cuenta de que no era asi se relajo.
ResponderEliminarYa ves Karelia, me parece genial que así pienses, a mi la psicóloga me pidió mi opinión, pero los demás como que no querían mi sinceridad jajaja. Espero que todo vaya muy bien el día de hoy. :)
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