martes, 14 de octubre de 2014

Uno de mis amores

Enamorar....palabra difícil. Me quedo pensando en qué escribir...hay tantas cosas: una verde mirada que te traspasa, unas letras al otro lado del chat, unos ojos tristes que le dicen a tu alma más que mil palabras, una canción cantada al aire del Malecón Habanero, un viaje complicado e interminable con final feliz. Cada una una historia merecedora de varias cuartillas. Sumémosle mi hijo que recibe otro tipo de amor, único e inconmesurable...o mi abuelo...mi abuelo de cuentos de hadas. Lo tengo complicado y por eso decidí pensar en las cosas que amo HACER...y eureka!!!! Saltó la historia.

En el año 1997 terminaba mis estudios en el Preuniversitario y la carrera que pude coger fue la de Licenciatura en Pedagogía en la especialidad de Español y Literatura. La carrera no me gustaba para nada. En mis planes no entraba dar clases y soportar a niños malcriados. La especialidad de Literatura sí porque siempre he amado leer y en ocasiones escribir. Ante la duda de si aceptar o no mi padrastro (hombre sabio) me dijo: Mi consejo es que pruebes durante un año, tienes la opción de sacar buenas notas y hacer un cambio de carrera. Si no, pues ya veremos. Pero ahora mismo si eliges no estudiar tendremos que pensar en qué trabajarás porque aquí, en casa, sin hacer nada no te quedas". Buen consejo. El primero de septiembre del año 1997 ponía por primera vez los pies en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pedagógica "Enrique José Varona".

Al principio estaba reacia a todo. Los turnos dobles de 90 minutos me agobiaban, la distancia a la que estaba la Universidad de mi casa era de extremo a extremo de la ciudad y el transporte no es una de las bendiciones de la capital habanera. Por suerte me tocó un claustro de profesores exquisitos, verdaderos genios en sus especialidades por lo que me apliqué a estudiar y hacer el cambio de carrera planificado. A estas alturas no sé que me hizo demorar la decisión y al final del curso, con excelentes notas, exámenes de premio que me avalaban para cualquier otra opción en letras aún seguía allí.

Así llegó mi tercer año. Como hasta el momento no hacíamos prácticas docentes pues era todo la especialidad y eso sí me gustaba. Además dábamos Filosofía e Historia del Arte y me sentía como un pez en el agua. Y así estaba hasta que la carencia de profesores obligó a los estudiantes de tercero a repartir su tiempo en dos: dos días a la semana recibiríamos clases y tres las impartiríamos en una escuela secundaria.

Y allí estaba yo, de profesora en la secundaria donde había estudiado y de colega de mis antiguos profesores. Surrealista al máximo!!!. Me dieron el mejor grupo de 8vo grado, el grado intermedio en la secundaria y el más difícil. Que fueran los mejores estudiantes tenía sus pros y sus contras. La disciplina estaría garantizada pero también la curiosidad extrema y ese querer probar fuerzas con el maestro. Recuerdo que entré al aula muy nerviosa. Cuando aquello contaba yo con 19 años y mis alumnos 13, era pequeña, pesaba 120 libras y estaba pasando por mi etapa hippie de pelo largo y faldas al tobillo. La cara con la que me miraron mis futuros alumnos fue de campeonato: incredulidad, asombro y burla. Hasta que abrí la boca y empecé a hablar. Ahí se quitaron mis miedos y sus miradas incrédulas y en ese momento...en ese instante en que vi la atención en sus ojos, pendientes de cada palabra que decía sentí el flechazo de la vocación y decidí que era eso lo que quería para mi futuro: enseñar. En ese segundo revelador me enamoré perdidamente de mi profesión.

crédito de imagen juventudrebelde.cu

De esos alumnos guardo los más preciados recuerdos por ser los primeros. Hasta a escuelas al campo voluntaria me fui con ellos. Muchos están en mi facebook, otros fueron mis colegas más adelante. Fueron ellos los responsables de que despegara mi amor por la enseñanza.

Después de esos vinieron más estudiantes y por supuesto anécdotas. Una de ellas más bien simpática. En 5to año,  como alumna ayudante, fui escogida para impartirle clases a estudiantes del 4to año de mi carrera. Uno de esos grupos era de ocho mujeres, bibliotecarias, de entre 45 y 55 años de edad. Se pueden imaginar cuando me vieron entrar a la clase por primera vez...con solo 21 añitos. Me miraron, algunas con la boca abierta y una de ellas me preguntó: Y tú eres la maestra? Respiré profundo y contesté: No...la pregunta correcta es: Ud es la maestra? Y sí, lo soy...y empezamos la clase.

A los años de eso cuando me encontraba con alguna de ellas por la calle y me llamaban "profe" las personas alrededor miraban extrañadas porque creían que algo iba mal..que las edades no coincidían.

Esta es la síntesis de mi historia del amor por el magisterio. Puedo resumirlo fácilmente: luego de "mamá" la palabra con la que más me gusta que me llamen es "profesora".

14 comentarios:

  1. Yo tengo un compañero de trabajo que fue mi alumno :)

    entiendo muy bien tu pasión por la docencia Karelia.

    Yo soy médico de profesión, pero siempre tuve facilidad para enseñar. Mi casa siempre estaba llena de mis compañeros que buscaban les ayudara a estudias y pasar los exámenes extraordinarios.

    La vida me llevó a estudiar medicina, la cual amo, pero cuando terminé mi carrera supe que no quería ser el médico de mi hospitales, las pláticas que di en mi servicio social me demostraron que la medicina podía ser preventiva y que podía hacer mucho por los jóvenes.

    Así que además de médico, desde hace 16 años ejerzo la docencia y si, la amo profundamente! no podría tener otro trabajo que me llenara más.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que ese momento en que te miran...pendientes de tus palabras...viendo como se les iluminan los ojos con lo que dices vale mas que muchas cosas!!!

      Eliminar
  2. Karelia que bonita anécdota, puedo decir que se nota el amor, y cada palabra en la que reafirmas tu vocación.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Christian. pues si, me encanta dar clases!!! deje de hacerlo por no estar de acuerdo con los metodos aplicados en mi pais pero me apasiona...en casa le doy clases hasta a mi esposo,jajajajaja

      Eliminar
  3. ¿Enseñaste en la Fabric? Me hubiera gustado mucho verte, la verdad. :)
    Linda historia, Kare. La vocación no es tan clara para todos, a veces tardamos más en darnos cuenta de cuál es... Tuviste suerte, yo aún la estoy buscando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si prima...di clases en la Fabric y fue lo mas surreal del mundo!!!! Mi vocacion como ves en la historia la encontre por "casualidad"...asi que no desesperes!!!!

      Eliminar
  4. Ese sí es un verdadero amor y lo tenías escondido, mira que oportuna la necesidad de profesores, bien dicen que todo ayuda para bien.
    Me alegra verte realizada en tu profesión, no hay nada más grato que eso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí Miriam...encontré mi vocación de pura casualidad. es algo que me encanta hacer. Aquí donde vivo es difícil hacerlo ya que el idioma oficial es el inglés y no es lo mismo hablar esa lengua para comunicarse que para enseñar. Pero todo llegará..de eso estoy segura. Y sí, hacer lo que te gusta y que encima te paguen por hacerlo es genial.

      Eliminar
  5. woooooow, eso si es amor a primera vista. que lindo, que pesadas las señoras, siempre me ha molestado muchísimo la gente que prejuzga, pero tu supiste ubicarlas a tiempo, bien hecho

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajajajajaja..las señoras sí que prejuzgaron al principio pero yo igual me ppongo en su lugar, ver llegar así de repente a una niña casi y que te digan que es tu profesora es chocante pero no hay nada mejor para contrarrestar eso que demostrar lo capaz que eres. Después de eso cuando acabó el curso hasta lloraron porque ya yo me graduaba y no las tenía más conmigo. Después me las encontraba por la calle y me chillaban: profe!!!! donde quiera que estuvieran, como niñas chicas!!!

      Eliminar
  6. Que bonita forma.de.amar es la.vocación. unabrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Releante!!!!! Tu historia tambien me encanto!!!! El amor tiene curiosas maneras de manifestarse!!!!

      Eliminar
  7. Debe ser grandiosa esa experiencia de enseñar, de compartir al mismo nivel con quienes nos enseñaron y luego con aquellos a quienes le enseñamos. Ojalá algún día pueda vivir algo similar. :)

    ResponderEliminar
  8. Qué buen consejo el que te dio tu padrastro Karelia, seguramente él veía en tí las aptitudes para la enseñanza y te "picó" con lo de prueba primero y decide después.

    El ser maestro es una vocación y tú la descubriste en la práctica, bien por ti y por los alumnos que se beneficiaron de tus enseñanzas.

    ResponderEliminar