miércoles, 22 de octubre de 2014

Tiempo de Fábulas

Tenía tiempo que no leía fábulas, puedo decir que fueron mis primeras lecturas, cuando estudiaba cuarto grado, la maestra nos asignó una tarde de la semana para la lectura, una de nosotras leía y  debíamos interpretar lo leído, que tratándose de fábulas debíamos encontrar la moraleja, yo nunca he podido asimilar bien lo que otro lee, debo hacerlo yo, por lo que siempre levantaba la mano para que la maestra me designara como la lectora, lo que me ayudó según mis amigos a tener aún voz de locutora, leímos además de las Fábulas de Esopo, las de Samaniego, El asno y el cochino, La gallina de los huevos de Oro,  que eran mis preferidas, ya que esas eran las que mamá conocía y me reforzaba la lectura en la noche, antes de ir a la cama, siempre agregando algo de su inspiración.

Lamentablemente parece que ese tipo de lectura pasó a la historia, todo comenzó en los años 50 con la llegada de la TV, eran lecturas que nuestros Padres utilizaban como armas para enseñarnos principios morales, las llamaban lecturas moralistas, pero al llegar la TV todo cambió, las buenas intenciones de los Padres fueron truncadas, como competir una pobre tortuga con un correcaminos, una gallina con la Mujer Maravilla, Un Asno con Superman? .

Así es que debimos cruzarnos de brazos y sentarnos ante la pantalla del Televisor,  para hacer compañía a nuestro hijos y porque no? maravillarnos ante tan importante y necesario aparato. 


Pero no todo se había perdido, un periodista, escritor, poeta  y humorista nuestro, llamado Aquiles Nazoa, se dedicó a fomentar nuestra cultura y para ello tenía un programa de radio, "Las Cosas mas Sencillas" todos los sábados a las cinco de la tarde, programa que era oído por la mayoría.
En este programa, comentaba y leía fábulas de distintos autores y de las que él era creador,

Aquí les paso una de ellas.

LA AVISPA BRAVA

La avispa aquel día, desde la mañana,
como de costumbre, bravísima andaba.
El día era hermoso, la brisa liviana; cubierta la tierra, de flores estaba
y mil pajaritos los aires cruzaban.
Pero a nuestra avispa -nuestra avispa brava-
nada le atraía, no veía nada
por ir como iba, comida de rabia.
"Adiós", le dijeron unas rosas blancas y ella ni siquiera se volvió a mirarlas
por ir abstraída, torva, ensimismada,
con la furia sorda que la devoraba.
"Buen día" le dijo, la abeja, su hermana
y ella que de furia, casi reventaba,
por toda respuesta, le echo una roncada
que a la pobre abeja, dejo anonadada.
Ciega como iba, la avispa de rabia,
repentinamente, como en una trampa,
se encontró metida, dentro de una casa.
Echando mil pestes, al verse encerrada,
en vez de ponerse, serena y con calma a buscar por donde, salir de la estancia,
¿sabéis lo que hizo? ¡Se puso más brava!
Se puso en los vidrios, a dar cabezadas,
sin ver en su furia, que a corta distancia
ventanas y puertas, abiertas estaban;
y como en la ira, que la dominaba
casi no veía, por donde volaba,
en una embestida, que dio de la rabia
cayó nuestra avispa, en un vaso de agua.
¡Un vaso pequeño, menor que una cuarta
donde hasta un mosquito, nadando se salva!
Pero nuestra avispa, nuestra avispa brava,
más brava se puso, al verse mojada,
y en vez de ocuparse, la muy insensata,
de ganar la orilla, batiendo las alas
se puso a echar pestes y a tirar picadas
y a lanzar conjuros y a emitir mentadas.
Y así, poco a poco, fue quedando exhausta
hasta que furiosa, pero emparamada,
terminó la avispa por morir ahogada.
                                                                
                                                                   Tal como la avispa, que cuenta esta fábula,
                                                                    el mundo está lleno, de personas bravas,
                                                                    que infunden respeto, por su mala cara,
                                                                   que se hacen famosas, debido a sus rabias
                                                                     y al final se ahogan, en un vaso de agua.


7 comentarios:

  1. Qué buena fábula, Ylba! Por supuesto que no la conocía. Y qué bien que alguien se ocupó de mantener vivo este género en tu país. Creo recordar que en mis libros de lectura de la escuela había una que otra fábula, pero nada memorable. Y de programas de radio o tele dedicados a esto, no teníamos nada. Una pena.
    Yo suelo leer en voz alta. Ahora no tanto pero el año pasado leía un promedio de dos horas en voz alta. Y la verdad es que si me leen no entiendo tan bien como cuando leo por mí misma. :)

    ResponderEliminar
  2. Una bella fábula, y además rimada! Es curioso, a mí me pasa como a Ylba, tengo que leer yo para entender (y corregir), de oídas no me hallo. Por eso nunca me han gustado los videos de poetas leyendo sus propias obras.

    ResponderEliminar
  3. Amo leer en voz alta! Hermosa fábula y muy buena la crítica y la reflexión sobre la televisión...como encontrar el sano equilibrio que haga que la tele siga siendo informadora y no pase a ser deformadora de cabezas....mmm...malvada cajita invasora! Abrazos

    ResponderEliminar
  4. Ylba, me encanta la fabula que nos compartes, es cierto la televisión ha sido enemiga de la lectura en niños, siempre que le leo a mis primos ellos se duermen, me encanta leerles en voz alta.
    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Que bueno que a la mayoría de Ustedes les gusta leer en voz alta, así cuando lo haga no me sentiré tan rara, ahora que vivo sola lo hago con mas libertad, lo que ayuda también a no sentir esa soledad que muchas personas sufren, leer en voz alta, acompañarse de una mascota, tener matas para alegrar el ambiente, conversar con ellas, oir música, son actividades que ayudan a disfrutar la vida.
    No se imaginan Ustedes los libros que he leído con mi perrito, porque él se queda tan atento que lo que le falta es comentar conmigo la lectura.

    ResponderEliminar
  6. Wow, ¡que buena fábula! Me gustó demasiado Ylbita. Me recordó un fragmento de un libro que dice así: “-Dile a mi hermana que me reuniré con ella cuando vuelva.
    —No le va a hacer gracia —le advirtió Bronn.
    —Mejor. Cuanto más haga esperar a Cersei, más furiosa se pondrá, y la furia la vuelve idiota. La prefiero furiosa e idiota a serena y astuta.”

    Y así es, ese fragmento me puso a pensar y la verdad es que alguien enojado o furioso termina por no tener la cabeza fría con la cual calcular o reflexionar bien la situación que le devenga y por tanto no actuará adecuadamente.

    Al igual que a ti, yo tampoco entiendo muy bien cuando otros leen, prefiero hacerlo por cuenta propia. Abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Qué buena fábula Ylba! me encantó.

    Y me mataste de la risa con eso de que "cómo se iba a comparar una gallina con la mujer maravilla" jajajaja, eres lo máximo.

    ResponderEliminar