lunes, 24 de noviembre de 2014

Jornada de Voluntariado

Mis zapatos al terminar la jornada
Barrio el Paraiso 09/11/2013

Cuando estaba en la universidad asistí a una jornada de voluntariado, se llamaba voluntariado Libertador, por el nombre de la universidad, consistía en ir a un lugar de difícil acceso a pintar las fachadas de unas casas que habían recibido mujeres cabeza de familia.

Era un sábado, por lo que la noche anterior no fui a mis clases de la madrugada, llegué muy temprano ese día a la universidad y ayudé a cargar algunas latas de pintura a los buses que nos iban a llevar, salimos una hora más tarde de lo programado. En el bus me encontré con unas chicas que había visto en origami y nos pusimos a hablar.

En el bus hablamos y todos los que íbamos nos presentamos, de que carrera éramos, nuestro semestre nuestro nombre y luego jugamos a recordarlo, todo esto mientras llegábamos a nuestro destino, luego de llegar todos empezamos a bajar lo que íbamos a usar para la pintaton. Lo que más me sorprende es la colaboración de todos. Nos dieron nuestros refrigerios a cada uno.

Caminamos alrededor de unos 20 minutos, por calles empinadas sin pavimentar y que por la lluvia se convirtió en un camino de fango, un chico se resbalo y terminó pintado, después de saber que estaba bien empezamos a reírnos todos, incluso él.

Nuestro grupo con las señoras que nos acogieron y al fondo las casas pintadas
Luego nos presentaron a la dueña de la casa que íbamos a pintar, era una mujer que nos sonreía cálidamente y que nos acogió con mucho cariño, se llama Marisol . Empezamos la labor, con mucho entusiasmo, hablábamos de cuando en cuando sobre la vida de nuestra anfitriona.

Hacía medio día nos dirigimos a un claro donde todos los habitantes nos prepararon un sancocho, que en lo personal no me gusta, pero que comí con entusiasmo y por no ser grosero, créanme cuando digo que estaba delicioso pero  no es de mi gusto.

Luego regresamos y seguimos con nuestra labor y se puso a llover, terminamos la casa de que empezara a llover pero la otra casa que teníamos asignada no pudimos por la inclemencia del clima.


Luego fuimos a un salón comunal donde nos abrazamos, nos dieron gracias y partimos nosotros de nuevo a nuestros hogares.

10 comentarios:

  1. Qué actividad más bonita, aunque terminaras cansadísimo y con los zapatos enlodados, nos consta, tu cara refleja mucha alegría, se ve que lo disfrutaste. ¿Volvieron alguna vez a terminar lo que empezaron?
    En la universidad donde estudié, hicimos colecta de pupitres (escritorios) para llevar a algunas escuelas donde los niños se sentaban en el piso, troncos, blocks de cemento, en lo que fuera, con tal de recibir clases. Esa vez no fui, solo colaboré con la colecta :)

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  2. Yo tampoco como sancocho!!
    Que linda actividad Christian. En el colegio tuvimos jornada de reforestación, mis tenis quedaron peor que los tuyos

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    1. Yo quisiera probar el sancocho, a mí casi todo me gusta :)

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  3. Es un caldo, no me gustan los caldos ni sopas, con víveres y diferentes carnes. Cuando me visites te invito uno 😉

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    1. Ahí estaré, los caldos y las ensaladas son mis favoritos, no me los puedo perder.

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    2. A mí mi encantan los caldos!!! acá no vivimos sin ellos.

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  4. Qué maravilla son esas jornadas de voluntariado! Nunca he paarticipado en algo así y la verdad es que leyéndote me digo que no hay nada mejor. Gracias por compartir la experiencia con nosotros.
    Y, por curiosidad, ¿qué es el sancocho?

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  5. que gratificante y satisfactoria Jornada!! felicitaciones Christian

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  6. Christian, como me gustaría que un voluntario así como tu, pintara no solo la fachada de mi casa sino toda ella, en una ocasión un estudiante de Psicología, compañero de mi hija, se ofreció para pintar mi apartamento, lo hiso maravillosamente, hoy todo un Profesor Universitario, cuando nos reunimos siempre sale a colación su habilidad.
    Te cuento, que me gusta mucho el sancocho, era en mis tiempos el almuerzo dominguero de mi familia, un solo plato y ya, menos trabajo y todos satisfechos.

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  7. Christian ¡qué hermosa experiencia! Es que dar y hacer por los demás te llena espiritualmente y te da una satisfacción imposible de lograr de otra manera.

    Bien por tí y por ese corazón que tienes, que hace que sacrifiques un día de clases (en la madrugada) y de un reparador descanso sabatino, y te mueve a acudir a donde más te necesitan.

    De corazón deseo que nunca cambies y mantengas ese espíritu generoso y preocupado por los demás.

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