Colaboración de Releante
Hola a todos. Primero pediros disculpas por no haber escrito hace tiempo, pero entre la operación, preoperación y rehabilitación, no tuve mucho tiempo, aunque, la conexión telefónica a internet me permitió leeros con asiduidad. Así que ahí va el de esta semana.
Jornadas hay muchas, a la cabeza me vienen últimas jornadas de la liga, dónde mi Dépor descendía, donde perdíamos una Liga en el último minuto de la última jornada de la liga (lloré como un bebé, debo reconocerlo) al fallar un penalty en un partido contra el Valencia que le daba la liga al Barcelona del encarcelado Núñez. O de esa última jornada, de unos años después, cuando ganábamos la liga ante el Español de Barcelona en Riazor (también lloré como un bebé). Pero jornada no solamente es una cuestión futbolística, también es la jornada laboral, por ejemplo, aún me acuerdo de mi primera jornada en la fábrica, recién salido de la universidad, un crío, en comparación de los hombretones que allí trabajaban. Fue una jornada dura, pero fue la primera de muchas más, doce años llevo dando el callo, desde aquel, dos de Diciembre de dos mil dos. Pero también hay más jornadas, además de la del trabajo y de la liga de fútbol. A mi una, que espero año tras año, es la jornada de pesca, de pesca de río. Soy un gran aficionado a esta disciplina deportiva. Mucho tiene que ver, el vivirla con mi padre y con mi tíos, los que me engancharon a este deporte. Nunca me olvidaré de esa primera jornada de pesca en los ríos Gallegos. Yo y mi padre, mi padre y yo, uno por cada vera del río. Una ligera lluvia caía sobre nosotros y sobre el río Anllo, afluente del Miño.
No llevaba mucha agua, así lo había elegido mi progenitor para mi primera jornada. Vamos por dentro del río, lanzando nuestras cucharillas contracorriente. El agua limpísima y pequeños regueros de algas a lo largo del río, los árboles que cubrían el curso del río y nos protegía de la lluvia y de los pocos momentos de sol. Más que pescar, yo me dediqué a admirar a mi padre como hacía, el arte que tenía y tiene para esto, y que tanta fama le ha dado por estos lares. Lo miraba e intentaba imitar, pero cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia. Cada poco tiempo una trucha venía adosada a esa cucharilla que mi padre había hecho con sus propias manos, su alumno, bastante le llegaba con no caerse y darse un buen chapuzón. Lo intententé e intenté, pero nada de nada, de vez en cuando, algún tirón hacía la ilusión de traer una pieza al otro extremo del sedal, pero nada más lejos de la realidad, en cualquier caso, algún trozo de alga o algún enganche en una rama, producto de un mal lance. Pero el volver a casa con cesto vacío, y acompañado por mi padre, con cesto lleno, no hizo menguar mis ganas por repetir jornadas, es más, aumentó mi deseo de volver.
Y así fue, año tras año, espero que llegue la primera jornada de pesca de la nueva temporada. Con los años uno va mejorando, y el cesto, rara vez vuelve vacío, pero esto no siempre es lo importante. El poder caminar por los ríos, con el único ruido del agua, solo con tus pensamientos, da para mucho. Pararte a la sombra, a tus pies una corriente de agua, de fondo un hermoso y tranquilo paisaje, haciendo un impás `para comerte un bocadillo con una cervecita, para coger fuerzas y continuar con la jornada. Luego, como no podía ser menos, juntarnos todos y contarnos las hazañas y anécdotas del día, eso si, como buenos pescadores, exagerando lo más posible, en cuanto a tamaños y número de piezas. Este año no pudo ser, por culpa de mi rodilla, no pude estrenar la temporada. Recién operado, espero estar listo para la próxima temporada y su primera jornada de pesca del año. Eso si, la jornada no es de un día, ya que, la jornada no acaba, hasta que preparas unas buenas truchas, con su pizca de sal y de pimentón, con su tira de bacon o jamón por dentro, bien torraditas a la sartén. o si hubo suerte, y picó una de buen tamaño, hacerla al horno y disfrutarla entre varios. Solo espero, poder disfrutar de esta afición durante muchos años más, años con sus temporadas y temporadas con sus jornadas, y si puede seguir siendo con mi padre, pues mejor que mejor. Un abrazo.
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Hola, soy Releante, y además de estar súperagradecido e ilusionado por estar aquí con vosotros, estoy también asustado. Soy un sencillo hombre de una pequeña ciudad de España, La Coruña. Marido, casado y felizmente casado, soy padre de dos hijos, niña y niño. No soy ni un gran literato ni un gran lector, debido al poco tiempo que tengo, y a lo bastante perezoso que soy, me cuesta echarle la mano a buen libro, por miedo a no poder acabarlo, pero trataré de corregirme. Espero amenizaros y que os gusten mis intentos de relato y también estar a la altura de vuestros escritos. Muchas gracias por acogerme y también deseo que disfrutemos juntos. Un abrazo.
Mi blog personal: El sillón de papá
Qué bonito lo que nos cuentas, Releante! Leyéndote es fácil imaginarse la tranquilidad y también la alegría de estas jornadas. Espero que sigas disfrutándolas mucho tiempo!
ResponderEliminarQue te recuperes pronto!
que maravillosa experiencia, te he leído absolutamente en el limbo, casi podía escuchar el sonido del la corriente, maravilloso, esas son las experiencias que hacen de una familia justo lo que es, ojalá pronto estés recuperado y junto a tu padre y tus hijos puedas disfrutarlo por muchísimo tiempo más.
ResponderEliminarHola Releante, leyéndote recordé mi primera jornada de pesca, fui con mi abuelito, él no quería llevarme, imagínate, una niña de seis años qué iba a hacer con 4 señores de más de 60, pero cedió y ahí fui, por supuesto que no saqué nada, pero me lo pasé muy bien.
ResponderEliminarHace dos años fuimos con mi hermano, no sacó nada digno de comerse, jajaja pero nos la pasamos muy bien.
Gracias por traer estos recuerdos a mi mente, ojalá tus jornadas de pesca sigan por muchos años más con tu padre por compañero :)
Qué hermosa actividad de disfrute de la tranquilidad de la naturaleza! Tu texto transmite paz. Me gustó muchísimo.
ResponderEliminarHermosa actividad, nunca la he practicado, no tengo la paciencia aunque admiro a quienes lo hacen y logran pescar algo. Me has transportado en el espacio.
ResponderEliminarSaludos desde Colombia
Pues yo, el pescado en el plato...
ResponderEliminarYo nunca he sido de actividades deportivas pero que lindo que haya quien si y lo pueda disfrutar.
ResponderEliminarFelicidades por esos recuerdos Releante, gracias por compartirlos.
Que mejores pronto.
Releante me hiciste recordar aquellos tiempos lejanos de mi niñez en que un primo solía llevarme a pescar al mar.
ResponderEliminarNo íbamos en barcos ni teníamos cañas de pescar, apenas un nylon con un sedal y colocarnos en las rocas del malecón a ver si algo picaba, si aparecía una jaiba para atraparla con cuchillo o si encontrábamos almejas entre las rocas para llevarlas a casa. No recuerdo si algo fructífero hacíamos, pero los momentos divertidos no se me olvidan!
Gracias por tu texto, me llevó a mi niñez.