En el año 1995, en una clínica de Guayaquil recibieron tratamiento de hemodialisis 20 pacientes del Hospital del Seguro Social de la ciudad.
Para noviembre de ese mismo año, en un examen rutinario de sangre a uno de esos pacientes, resultó que tenía VIH, al siguiente mes, otro paciente resultó también positivo, al considerar una extraña coincidencia, realizaron el examen a los restantes pacientes que asistían a la mencionada clínica, siendo sus resultados positivos, junto a ese grupo también fue infectado un niño de apenas 8 años y medio, quien había sido derivado de un centro hospitalario de niños.
Los 21 infectados decidieron levantar un juicio al doctor dueño de la Clínica, quien fue apresado junto a su hijo y enfermeras, quienes en sus declaraciones indicaron que era costumbre reutilizar las jeringuillas y también los filtros que utilizaban para la hemodialisis.
Como la justicia es lenta en el país, nunca se les dictó sentencia, razón por la cual luego de 18 meses salieron en libertad amparados en un artículo de la Constitución de la República, inmediatamente viajó el doctor y su hijo a Estados Unidos, hasta que por el paso del tiempo y sin tomar en cuenta los reclamos de los pacientes que aún estaban con vida, los juicios prescribieron en 2003.
El niño infectado cuyo nombre era Carlos Mora junto a su madre vio morir uno a uno a todos los infectados, aunque los médicos le calculaban que podía vivir hasta los 15 años, su gran fe a Dios más su optimismo lo mantuvieron con vida hasta que cumplió 26 años a pesar que en el transcurso de los años tuvo hepatitis C y también hiperparatiroidismo.
Este pequeño niño maduró muy pronto, decidió a los 12 años dejar de andar con el rostro oculto cada vez que iba a recibir atención médica, recibió educación en casa con la ayuda de los vecinos de su barrio, comenzó a dar entrevistas y conferencias, donde dejaba siempre un mensaje de vida, a luchar y ser perseverante. Uno de sus días más felices fue cuando una Institución privada le regaló una computadora y de esa manera pudo crear su página en la web y conversar con amigos de otros países, también le permitió escribir un libro titulado: "21 historia de un sobreviviente"y que salió a la luz en el 2006.
Carlos, el luchador, el guerrero, el optimista, falleció a los 26 años de un paro cardíaco.
Quise compartir con ustedes esta historia que enmudeció y luego indignó a todo el país, lamentablemente hubo impunidad y el mal llamado "Dr Garcés" regresó al país, mas no sé si su conciencia lo deje vivir en paz.
Carlos, el luchador, el guerrero, el optimista, falleció a los 26 años de un paro cardíaco.
Quise compartir con ustedes esta historia que enmudeció y luego indignó a todo el país, lamentablemente hubo impunidad y el mal llamado "Dr Garcés" regresó al país, mas no sé si su conciencia lo deje vivir en paz.
un luchador, creo que esa palabra define al niño, mientras que los médicos me parecen perversos como pudieron hacer eso, triste y aún más que hayan salido impunes.
ResponderEliminarGracias por compartir
Sí Christian, la mala práctica médica se juntó con la falta de justicia.
ResponderEliminarEsa gente no tiene conciencia, Angélica María, duermen mejor que los angelitos. Es una pena pero no lo dudo en absoluto.
ResponderEliminarTerrible y al mismo tiempo luminosa la historia que nos cuenta. Creo que Loly alguna vez habló de este chico en el otro blog pero no con tanto detalle. Muy bien contado ahora.
Gracias!
Elena, pienso que de la justicia de Dios no escapará.
EliminarDesgraciadamente esta historia se repite regularmente en nuestros países, algunos reciben el castigo, otros quedan impunes, pero el ejemplo de Carlos Mora es muy inspirador.
ResponderEliminarGracias por compartirla
Exactamente, Carlos fue un guerrero, nunca se amilanó, trató siempre de dar ejemplo de vida ante las circunstancias adversas.
Eliminarte puedo decir que hasta se me erizó la nuca con tu historia, que chico tan valiente, y que tristeza me da tanta injusticia y desidia por parte de quienes esperamos nos protejan
ResponderEliminarPor eso, siempre pienso que las personas que se salvan de la justicia de los hombres, en algún momento pagarán con la justicia divina.
EliminarQue horror!!!! Que pena por Carlos y los otros que tambien fallecieron por culpa de la negligencia y avaricia de unos malos profesionales!!! Coincido con mi prima Elena....esa clase de personas no tiene conciencia!!!!
ResponderEliminarTe imagina Karelia, que por ganarse unos dólares extras, acabó con la vida de 21 personas.
EliminarCuando no se sabía de la transmisión de enfermedades vía sanguínea había quizás una excusa pero en esas fechas, todo mundo lo sabía. Que terrible que la negligencia de las personas cause estragos en las vidas de quienes confiaron en ellos.
ResponderEliminarPero en esta vida todo se paga, nada queda sin pagar, si no es en la vida, en la muerte. Esas personas pagarán y esperemos que no hayan dañado a más personas.
Así es Hilda, Dios no olvida lo que hacemos en la Tierra, y llegará el momento en que la justicia divina le hará pagar su horrorosa acción.
EliminarRealmente esto fue una tragedia y una vergüenza para el sistema de salud. Y más en aquellas épocas en que los tratamientos antiretrovirales no estaban tan avanzados. 21 inocentes condenados a muerte por la negligencia de un médico es algo que no debería prescribir en la justicia.
ResponderEliminar