lunes, 3 de noviembre de 2014

Un amor aprendido

La Historia, la que se escribe con mayúsculas para diferenciarla de las pequeñas historias cotidianas, es algo apasionante. De hecho, uno de los géneros literarios que más disfruto en la actualidad es la biografía. No he encontrado mejor manera de acercarme a un período histórico que a través de la biografía de una personalidad siempre que esté bien contada, de una forma amena e interesante. Sin embargo, este es un gusto aprendido al menos en mi caso.

Desde niña odié los libros de Historia con sus largas enumeraciones de personalidades y sus interminables listas de fechas que nunca me pude aprender del todo. No recuerdo si alguna vez tuve un buen profesor de esta materia, de esos que te hacen apasionarte por cualquier sujeto de estudio. Supongo que no, porque hasta hoy de tan solo pensar en esos libros puedo caer dormida del aburrimiento. 

Afortunadamente hay otras maneras de aprender a amar la Historia y viajar es una de ellas. Eso lo descubrí desde mi primer viaje fuera de la isla. En esa ocasión caí en otra isla, Japón, mucho más antigua y también más respetuosa con su Historia que la mía. En aquellos quince días, tuve la oportunidad de visitar templos, monumentos, ciudades, lagos, montañas. Todos eran lugares muy hermosos pero si algo tenían en común es que eran lugares históricos. 

Fue un maestro de artes marciales quien me enseñó a apreciar la Historia como algo vivo, presente, algo que a pesar de haber pasado permanece en torno nuestro, y lo hizo con un par de frases sencillas y certeras. En una visita al templo Tojiin de Kyoto, donde están enterrados los shōgunes de la línea de los Ashikaga, el maestro me dijo que la tumba que estábamos mirando en ese momento ya estaba en ese lugar desde mucho antes de que los españoles llegaran a América, e inmediatamente le hizo una reverencia a la piedra cubierta de musgo en la que apenas si alcanzaba a verse alguna leyenda. Luego, esta vez en el templo Ryoanji, al verme andar por sus pasillos con las manos a la espalda como si fuera un museo, me tomó una mano y la puso sobre una gruesa columna de madera que tenía por lo menos quinientos años de antigüedad, “porque —me dijo con un guiño travieso— la Historia no sólo se ve, también puede sentirse”. 

A partir de entonces nunca he vuelto a ver una ciudad, ni siquiera mi Habana natal, de la misma forma. Cuando uno ha sentido por una vez la Historia que guardan las paredes no es posible seguir caminando solo entre edificios. Bajo la mirada de quien busca su Historia las ciudades se desdoblan, se abren como verdaderos libros y muestran gustosas sus otras páginas, las que se escribieron mucho antes de nuestro nacimiento. Y es que concordarán conmigo en que no es lo mismo tomarse un cubata en un bar como otro cualquiera de una populosa calle de Sevilla, que hacerlo sabiendo que en ese lugar había una cárcel donde estuvo preso el propio Cervantes, y hasta brindar en su honor.

19 comentarios:

  1. Me encantó esta manera de aprender de Historia, estoy de acuerdo contigo, esos innumerables datos con fechas "importantes" y nombres impronunciables, desaniman a cualquiera, no hay como caminar entre las calles donde muchos cientos de años, caminaron nuestros antepasados, qué bueno que en Japón se puede tocar, en muchos lugares se encuentra uno con esos letreros de "No tocar" que nos dejan con ganas de pasar nuestras manos por donde otros tantos las pusieron antes.

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    1. Miriam, allí tampoco se puede tocar, por eso el guiño travieso del maestro. :)
      No hay nada como el conocimiento, la verdad, pero el que está vivo. Ese es el mejor.

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    2. Ahhh mira tú, ya estaba pensando en ir a tocar por allá, jajajaja. Que buen maestro travieso tuviste.

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  2. ahhhhhhh, gracias por compartir estas experiencias, me has inspirado para relatar mi anécdota, así que en fresco voy a tratar de dar forma a algún escrito

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  3. wooww que linda anécdota que lindo lo que te enseñó tu maestro, me has inspirado en lo que voy a escribir de entrada.

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    1. Me encanta servir de inspiración! :) Qué lindo que te gustó!

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  4. A mi si me gusta la historia...de hecho en la secundaria me encantaron septimo y octavo grados porque eran historia antigua y contemporanea. Ya noveno no tanto porque era Historia de la revolucion cubana y eso nos salia en la vida diaria hasta en la sopa. Siempre me ha gustado visitar antiguos caserones y tocar las paredes e imaginarme las historias de aquellas personas que vivieron, amaron, sufrieron entre sus paredes. Tengo ahora la inmensa de vivir en 7 km cuadrados de pura historia...donde puedes pasar por una acera camino a casa y ver un letrero que diga Southbastion 1580. Asi de sencillo. Coincido con ese sabio maestro: la historia se vive, se palpa..se siente...

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    1. A mí también me gusta, Kare, pero ahora. Antes no la soportaba. No sé quién te dio Historia a ti. A mí fue Charito, ¿la recuerdas? Era una profe muy dulce y buena gente pero aquellas clases eran para dormir a cualquiera. Yo aprendí a dejarme fascinar por la historia, como te digo, viajando. Me encantaría conocer ese entorno tuyo maravilloso. Por lo pronto, disfrutalo y comparte fotos para aprender a través de ti.

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  5. Elena, tuviste la suerte de tener un maestro que te inspiró y te enseño a sentir la historia, creo que no existe un maestro ni un libro que te ayude tanto a amarla y sentirla, como tus vivencias.
    Me encantaron tus relatos, gracias por compartir tus experiencias.

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    1. Eso, Ylba. No hay mejor maestro para mí que la posibilidad de viajar y conocer nuevos lugares. Es el mejor incentivo para estudiar un poco de la historia del lugar y no quedarnos con la simple visión turística.

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  6. Nunca torturé a mis alumnos con que memoricen fechas que con el tiempo la olvidarían, la Historia que les contaba era dramatizada, es la mejor manera de que los chicos se interesen porque la viven en esos momentos.

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    1. los mejores maestros de historia que he conocido, la enseñan así, dramatizada. Es la mejor forma de aprender.

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    2. Ojalá yo hubiera tenido algún profesor así. Mis clases de historia eran lo más aburrido del mundo. No quiero ser injusta, pero si hubiera tenido buenas clases de historia las recordaría como recuerdo, por ejemplo, las de Física. Tuve un profesor tan apasionado por su tema que era capaz de interesar en las fórmulas físicas hasta a un molusco.

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    3. yo tuve un maestro de física así, nos divertía mucho, la hacía muy interesante

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  7. Elena me encanta las enseñanzas sobre la historia que nos compartes, creo que me sucedió lo mismo a mi cuando estuve en Mexico, la historia se siente
    Saludos

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    1. Es verdad, Christian. En México la Historia se siente muy viva. Las tradiciones allí se mantienen frescas, vivas, y las piedras tienen una fuerza impresionante.

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    2. si, es una de las cosas que me gusta de mi país, mantenemos vivas las tradiciones :)

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  8. Qué hermosa entrada Elena, realmente inspiradora. Fuiste afortunada al encontrarte con aquel maestro japonés, ¿será que todos son así de sabios?

    Y qué maravilla el ser más consciente de la historia que hay detrás de cada lugar, es un privilegio que no todos somos capaces de disfrutar.

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