domingo, 2 de noviembre de 2014

Una Canción Postergada Indefinidamente.

De pequeño siempre saboree la idea lejana de llegar a ser un cantante, en ese entonces no era consciente si quiera que no tenía la más remota posibilidad, entre otras cosas porque mi voz no es llamativa como debiera al momento de cantar. A pesar de sospecharlo, yo era obstinado, aún lo soy, soy de los que no tolera que la realidad aplaste mis sueños fácilmente, me rehúso, la rechazo de ser posible antes del rechazo implícito de mis ideales presentado por la vida. Y así fue que aquella vez me atreví a apuntarme en el colegio para cantar ante cientos de alumnos, creyendo que había probabilidades de que si la ejercitaba mi voz mejoraría… pero luego de varios intentos fallidos, cantos en reuniones familiares o en juegos con amigos de la cuadra, desistí de aquello para lo cual no había nacido.

Pero la música seguía seduciéndome. Y esta vez lo hizo estando yo ante la Televisión en plena expectación familiar, daban una película  cuyo nombre ahora no recuerdo en la que actuaba Antonio Banderas y Salma Hayek, él se la pasaba con su guitarra, que era a la vez su arma… había algo que me atraía demasiado, el sonido que desprendían las cuerdas de su guitarra cuando comenzaba a moverlas, las melodías que se surgían a partir de esa acción tan esmerada y cuidadosa. Esa vez quedé totalmente embelesado y me dije a mi mismo que aprendería a tocar ese bello instrumento, el problema era que no sabía cómo empezar, no tenía la más mínima idea y mucho menos el dinero para comprarme una.

Sólo bastó con que se lo mencionara a mi Mamá y a los pocos días tenía entre mis manos una hermosa guitarra mediana de un color amarillo llamativo y un cuadernillo de aprendizaje, además de la inscripción a un curso que haría en el Centro del Municipio. Como de costumbre, ella parecía disfrutar más mis intereses que yo mismo, siempre decía que yo debía ser activo, que tenía que mantenerme ocupado en actividades diversas y que me gustaran pues eso le daba un mejor sentido a la vida. En esa época yo no le prestaba mucha atención a sus palabras, hoy las tengo como axiomas en mi existencia. Y así fue, que hasta transporte diario me facilitó con tal de que yo aprendiera a tocar la guitarra.

-Aprende muy bien, me decía, préstale atención a cada cosa que diga el profesor… Ya te imagino cantándome el “feliz cumpleaños” o una serenata desde la calle mientras todos los vecinos curiosos se asoman para saber a quién le dedican esa canción tan bonita que suena.

De nuevo y como en otras ocasiones, eso generó cierta presión… Ya no aprendería guitarra sólo porque quería sino porque mi Mamá y quizá algún otro familiar tenían sus expectativas puestas en mí. Comencé a asistir al lugar acordado, era en una casa particular de un señor que vendía guitarras y tenía distintos negocios relacionados con la música, al parecer prósperos. En su patio había un enorme quiosco rodeado de grandes “palos” de Coco, y muchas otras plantas que ya no recuerdo. Sólo rememoro el buen ambiente producto de una compañía atenta y respetuosa, de la briza que parecía mecer las hojas al compás de nuestras cuerdas y de los animales que le dan al lugar atesorado en mi memoria una extraña aura mágica. Luego de compartir con personas de diversas edades, de aprender de ellos, de intentar mantener el ritmo de aprendizaje general, de recibir distintos consejos del profesor y frases alentadoras de mi Mamá, dejé de asistir. No recuerdo el motivo exacto, quizá hayan sido mis estudios que se agudizaron, tal vez algún nuevo interés más urgente o simplemente me cansé de ir todos los días al mismo lugar y sentir que todavía no aprendía como quería… sí, era demasiado impaciente.

Total, que mucho tiempo después recordé la idea de tocarle a mi Mamá una serenata algún día y de nuevo me entraron las ganas de retomar mis estudios en Guitarra, esta vez el estímulo era más fuerte.

-Te estás acostumbrando a dejar las cosas a medias… aquella vez te pagué ese curso y lo dejaste, esta vez lo haré de nuevo pero espero ver resultados-. Otra vez, me consiguió el material, me inscribió a un nuevo curso en la Casa de la Cultura (esta vez gratuito), el transporte y mandó a poner bien bonita la guitarra que yo tenía archivada en un rincón. También apuntó a mi otro hermano que tiene mi edad y le consiguió todo. Nos imaginaba ahora a ambos, tocándole la canción.

Todo en principio fue una maravilla. Compañeros casi todos de mi misma edad y agradables, un profesor dedicado que nos auguraba grandes cosas y mi desempeño que debido a que recordaba muchas cosas del curso anterior me permitía ser más adelantado que los demás. Estaba convencido de que a ese ritmo cumpliría mi sueño, me hallaba muy animado… hasta que un día llegó el profesor y nos dio una mala noticia que aunque nada tenía que ver con nosotros nos afectaría gravemente.

-Resulta muchachos que el tiempo se nos agota, y para final de mes debemos dar muy buenos resultados pues quienes gestionan este programa desde la alcaldía vendrán a supervisar cómo van las cosas. De manera que deben estudiar más y dedicarse, porque cada día les pondré un nuevo reto que exigirá además de mucho tiempo de su parte bastantes ánimos… y quien no pueda afrontarlos tendré que despedirlo para su casita pues entonces no rinde y debe buscar otro camino-. Los rumores sobre el susto que la nueva responsabilidad implicaba para todos comenzaron a surgir, yo no me preocupaba, a mí me iba bien en comparación con todos los demás y si acaso comenzaban a recortar la nómina de aspirantes yo sería el último al que pudieran echar por mis conocimientos antes reforzados que me ayudaban al buen desenvolvimiento en la materia.

Me dediqué entonces a preparar bien las actividades que el profesor nos dejaba pero un día comenzó a evaluarnos de forma individual. Parecía estar enojado pues creía que nosotros no estábamos poniéndole todo el empeño a la cosa y eso le traería inconvenientes a él pues no tendría qué presentar el día que le tocara mostrar resultados. Comenzó a presionar a uno por uno. Algunos compañeros dejaron de ir, a otros ya no les veía tan animados como antes, a mi tampoco me gustaba ya el ambiente.

Un día luego de terminar la clase antes de que cada quien se fuera a su casa, se sentó en una silla fuera del salón y comenzó a llamar por lista. Mi hermano salió primero que yo, cuando me tocó el turno me dijo en seco:

-Alex. Necesito que para mañana me traigas estas notas bien aprendidas (No recuerdo cuáles eran, sólo sé que eran complicadas y de un día para otro no lo lograría), si no te las aprendes, si mañana no puedes tocarlas bien, con coordinación y disciplina, no vengas mejor.

-¿Por qué?- Le dije-. Usted me exige a mi algo muy adelantado, esto no lo hemos visto en clases, mis compañeros no lo saben tampoco, ¿Por qué debo aprendérmelo para mañana?

-Precisamente porque debo exigirle a cada quien lo que puede dar. Ya lo sabes-. Me dijo mientras posaba su mano en mi hombro y presentaba una expresión que me dejaba claro que si no hacía lo que decía el único que perdería sería yo.-Si no las traes aprendidas para mañana, no vengas y listo.

Quedé muy sorprendido, creí que me odiaba y que de alguna forma quería sacarme del grupo, hasta que encontré a mi hermano a la salida y me dijo que le había dicho algo similar, que si no aprendía unas notas determinadas no volviera más. Luego otro compañero confirmó que le había dicho otro tanto. Total, que a pesar de que lo intentamos no fuimos capaces de responder a esas exigencias y decidimos entonces no ir por miedo a que nos echaran o nos cerraran las puertas. Mi Mamá estuvo a punto de ir a quejarse a la Casa de la Cultura o a hablar con el profesor, pero como vio nuestro desánimo y como le dejamos claro que no queríamos tener más clases con ese profesor dejó las cosas así. Era el único profesor que había para el nivel en que estábamos y ya nos había predispuesto.


De manera que la serenata la he ido postergando… en estos días incluso dos compañeros de la Universidad se ofrecieron a enseñarme a tocar la guitarra, pero como a veces ni siquiera me queda tiempo para leer Novelas debido a que por épocas hay mucha más exigencia en la U. entonces la idea quedó en el aire. Espero hacerlo alguna vez, espero dedicarme de forma definitiva y con un empeño irrefrenable a aprender a manejar ese instrumento y entonces poder cantarle a Mamá su canción, ante la mirada curiosa de los vecinos, mientras ella me brinda una sonrisa complaciente y muy satisfecha. Ya llegará el momento. 

Canción de Antonio Banderas: https://www.youtube.com/watch?v=TY3F5A9L3V0

Canción que estudiaba en el primer curso, donde el señor del Centro: https://www.youtube.com/watch?v=5TN_9goEQGE

Canción que aprendía en la Casa de la Cultura: https://www.youtube.com/watch?v=DjnhGwxQkFk

6 comentarios:

  1. Alex a ti te pasa como a mi hija, tiene su guitarra, tiene muchas ganas de aprender, pero le falta tiempo. Toma clases unos días si, y meses no, y luego quiere ver resultados inmediatos.
    Creo que organizándote, podrías hacer tiempo para practicar una hora diaria, y repasar y repasar las notas, no dudo que un día tu mamá escuchará esa serenata, ya que eres muy tenaz.

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  2. Alex, yo también quería ser cantante, es más, llegué a componer mis canciones en secundaria. Pronto descubriría que no tengo talento pero bueno

    jajajaja esa película de Banderas, por lo visto ha influido a muchos jiji

    qué lástima que hubiera esa presión, pero algún día, Alex, algún día

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  3. Alex, el aprendizaje de la guitarra es muy largo, necesita horas y horas de dedicación, pero tu eres una persona que te dedicas a lo que te gusta, yo diría que te gustan tantas cosa que jamás tendrás tiempo suficiente, pero esa tenacidad por lograrlo te ayuda al éxito, estoy segura que un día no muy lejano tu mamá tendrá la dicha de oír esa serenata tan deseada.

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  4. Estoy segura que tu mamá llegará a escuchar esa serenata tan deseada, todo es cuestión que te organices y desees hacerlo.

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  5. Pues esa pelicula fue lo primero que se me vino a la cabeza para la semana, Alex creo que puedes aprender aún para la serenata
    Saludos

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  6. Alex la interpretación de un instrumento es cuestión de tiempo, paciencia y constancia, y al parecer el profesor no tenía ni el tiempo ni la paciencia para llevar a cabo su labor de la mejor manera. Quien sabe qué presiones afrontaría él también, seguramente su labor corría riesgos.

    Y al igual que los demás, estoy segura que esa serenata para tu mamá llegará más pronto que tarde, así sea que entones sólo "Los pollitos dicen", a tu mami le sonará como música celestial.

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