De pequeño siempre saboree la idea lejana de llegar a ser un
cantante, en ese entonces no era consciente si quiera que no tenía la más
remota posibilidad, entre otras cosas porque mi voz no es llamativa como
debiera al momento de cantar. A pesar de sospecharlo, yo era obstinado, aún lo
soy, soy de los que no tolera que la realidad aplaste mis sueños fácilmente, me
rehúso, la rechazo de ser posible antes del rechazo implícito de mis ideales
presentado por la vida. Y así fue que aquella vez me atreví a apuntarme en el
colegio para cantar ante cientos de alumnos, creyendo que había probabilidades
de que si la ejercitaba mi voz mejoraría… pero luego de varios intentos
fallidos, cantos en reuniones familiares o en juegos con amigos de la cuadra,
desistí de aquello para lo cual no había nacido.
Pero la música seguía seduciéndome. Y esta vez lo hizo
estando yo ante la Televisión en plena expectación familiar, daban una
película cuyo nombre ahora no recuerdo en
la que actuaba Antonio Banderas y Salma Hayek, él se la pasaba con su guitarra,
que era a la vez su arma… había algo que me atraía demasiado, el sonido que desprendían
las cuerdas de su guitarra cuando comenzaba a moverlas, las melodías que se surgían a partir de esa acción tan esmerada y cuidadosa. Esa vez quedé totalmente
embelesado y me dije a mi mismo que aprendería a tocar ese bello instrumento,
el problema era que no sabía cómo empezar, no tenía la más mínima idea y mucho
menos el dinero para comprarme una.
Sólo bastó con que se lo mencionara a mi Mamá y a los pocos
días tenía entre mis manos una hermosa guitarra mediana de un color amarillo
llamativo y un cuadernillo de aprendizaje, además de la inscripción a
un curso que haría en el Centro del Municipio. Como de costumbre, ella parecía
disfrutar más mis intereses que yo mismo, siempre decía que yo debía ser
activo, que tenía que mantenerme ocupado en actividades diversas y que me
gustaran pues eso le daba un mejor sentido a la vida. En esa época yo no le
prestaba mucha atención a sus palabras, hoy las tengo como axiomas en mi
existencia. Y así fue, que hasta transporte diario me facilitó con tal de que
yo aprendiera a tocar la guitarra.
-Aprende muy bien, me decía, préstale atención a cada cosa
que diga el profesor… Ya te imagino cantándome el “feliz cumpleaños” o una
serenata desde la calle mientras todos los vecinos curiosos se asoman para
saber a quién le dedican esa canción tan bonita que suena.
De nuevo y como en otras ocasiones, eso generó cierta presión…
Ya no aprendería guitarra sólo porque quería sino porque mi Mamá y quizá algún
otro familiar tenían sus expectativas puestas en mí. Comencé a asistir al lugar
acordado, era en una casa particular de un señor que vendía guitarras y tenía
distintos negocios relacionados con la música, al parecer prósperos. En su
patio había un enorme quiosco rodeado de grandes “palos” de Coco, y muchas
otras plantas que ya no recuerdo. Sólo rememoro el buen ambiente producto de
una compañía atenta y respetuosa, de la briza que parecía mecer las hojas al
compás de nuestras cuerdas y de los animales que le dan al lugar atesorado en
mi memoria una extraña aura mágica. Luego de compartir con personas de diversas
edades, de aprender de ellos, de intentar mantener el ritmo de aprendizaje
general, de recibir distintos consejos del profesor y frases alentadoras de mi
Mamá, dejé de asistir. No recuerdo el motivo exacto, quizá hayan sido mis estudios
que se agudizaron, tal vez algún nuevo interés más urgente o simplemente me
cansé de ir todos los días al mismo lugar y sentir que todavía no aprendía como
quería… sí, era demasiado impaciente.
Total, que mucho tiempo después recordé la idea de tocarle a
mi Mamá una serenata algún día y de nuevo me entraron las ganas de retomar mis estudios
en Guitarra, esta vez el estímulo era más fuerte.
-Te estás acostumbrando a dejar las cosas a medias… aquella
vez te pagué ese curso y lo dejaste, esta vez lo haré de nuevo pero espero ver
resultados-. Otra vez, me consiguió el material, me inscribió a un nuevo curso
en la Casa de la Cultura (esta vez gratuito), el transporte y mandó a poner
bien bonita la guitarra que yo tenía archivada en un rincón. También apuntó a
mi otro hermano que tiene mi edad y le consiguió todo. Nos imaginaba ahora a ambos,
tocándole la canción.
Todo en principio fue una maravilla. Compañeros casi todos de
mi misma edad y agradables, un profesor dedicado que nos auguraba grandes cosas
y mi desempeño que debido a que recordaba muchas cosas del curso anterior me
permitía ser más adelantado que los demás. Estaba convencido de que a ese ritmo
cumpliría mi sueño, me hallaba muy animado… hasta que un día llegó el profesor
y nos dio una mala noticia que aunque nada tenía que ver con nosotros nos
afectaría gravemente.
-Resulta muchachos que el tiempo se nos agota, y para final
de mes debemos dar muy buenos resultados pues quienes gestionan este programa
desde la alcaldía vendrán a supervisar cómo van las cosas. De manera que deben
estudiar más y dedicarse, porque cada día les pondré un nuevo reto que exigirá
además de mucho tiempo de su parte bastantes ánimos… y quien no pueda
afrontarlos tendré que despedirlo para su casita pues entonces no rinde y
debe buscar otro camino-. Los rumores sobre el susto que la nueva
responsabilidad implicaba para todos comenzaron a surgir, yo no me preocupaba,
a mí me iba bien en comparación con todos los demás y si acaso comenzaban a
recortar la nómina de aspirantes yo sería el último al que pudieran echar por
mis conocimientos antes reforzados que me ayudaban al buen desenvolvimiento en la materia.
Me dediqué entonces a preparar bien las actividades que el
profesor nos dejaba pero un día comenzó a evaluarnos de forma individual.
Parecía estar enojado pues creía que nosotros no estábamos poniéndole todo el
empeño a la cosa y eso le traería inconvenientes a él pues no tendría qué
presentar el día que le tocara mostrar resultados. Comenzó a presionar a uno
por uno. Algunos compañeros dejaron de ir, a otros ya no les veía tan animados
como antes, a mi tampoco me gustaba ya el ambiente.
Un día luego de terminar la clase antes de que cada quien se
fuera a su casa, se sentó en una silla fuera del salón y comenzó a llamar por
lista. Mi hermano salió primero que yo, cuando me tocó el turno me dijo en
seco:
-Alex. Necesito que para mañana me traigas estas notas bien
aprendidas (No recuerdo cuáles eran, sólo sé que eran complicadas y de un día
para otro no lo lograría), si no te las aprendes, si mañana no puedes tocarlas
bien, con coordinación y disciplina, no vengas mejor.
-¿Por qué?- Le dije-. Usted me exige a mi algo muy
adelantado, esto no lo hemos visto en clases, mis compañeros no lo saben
tampoco, ¿Por qué debo aprendérmelo para mañana?
-Precisamente porque debo exigirle a cada quien lo que puede
dar. Ya lo sabes-. Me dijo mientras posaba su mano en mi hombro y presentaba
una expresión que me dejaba claro que si no hacía lo que decía el único que
perdería sería yo.-Si no las traes aprendidas para mañana, no vengas y listo.
Quedé muy sorprendido, creí que me odiaba y que de alguna
forma quería sacarme del grupo, hasta que encontré a mi hermano a la salida y
me dijo que le había dicho algo similar, que si no aprendía unas notas
determinadas no volviera más. Luego otro compañero confirmó que le había dicho
otro tanto. Total, que a pesar de que lo intentamos no fuimos capaces de
responder a esas exigencias y decidimos entonces no ir por miedo a que nos
echaran o nos cerraran las puertas. Mi Mamá estuvo a punto de ir a quejarse a
la Casa de la Cultura o a hablar con el profesor, pero como vio nuestro
desánimo y como le dejamos claro que no queríamos tener más clases con ese
profesor dejó las cosas así. Era el único profesor que había para el nivel en
que estábamos y ya nos había predispuesto.
De manera que la serenata la he ido postergando… en estos
días incluso dos compañeros de la Universidad se ofrecieron a enseñarme a tocar
la guitarra, pero como a veces ni siquiera me queda tiempo para leer Novelas
debido a que por épocas hay mucha más exigencia en la U. entonces la idea quedó
en el aire. Espero hacerlo alguna vez, espero dedicarme de forma definitiva y con
un empeño irrefrenable a aprender a manejar ese instrumento y entonces poder
cantarle a Mamá su canción, ante la mirada curiosa de los vecinos, mientras
ella me brinda una sonrisa complaciente y muy satisfecha. Ya llegará el
momento.
Canción de Antonio Banderas: https://www.youtube.com/watch?v=TY3F5A9L3V0
Canción que estudiaba en el primer curso, donde el señor del Centro: https://www.youtube.com/watch?v=5TN_9goEQGE
Canción que aprendía en la Casa de la Cultura: https://www.youtube.com/watch?v=DjnhGwxQkFk
Alex a ti te pasa como a mi hija, tiene su guitarra, tiene muchas ganas de aprender, pero le falta tiempo. Toma clases unos días si, y meses no, y luego quiere ver resultados inmediatos.
ResponderEliminarCreo que organizándote, podrías hacer tiempo para practicar una hora diaria, y repasar y repasar las notas, no dudo que un día tu mamá escuchará esa serenata, ya que eres muy tenaz.
Alex, yo también quería ser cantante, es más, llegué a componer mis canciones en secundaria. Pronto descubriría que no tengo talento pero bueno
ResponderEliminarjajajaja esa película de Banderas, por lo visto ha influido a muchos jiji
qué lástima que hubiera esa presión, pero algún día, Alex, algún día
Alex, el aprendizaje de la guitarra es muy largo, necesita horas y horas de dedicación, pero tu eres una persona que te dedicas a lo que te gusta, yo diría que te gustan tantas cosa que jamás tendrás tiempo suficiente, pero esa tenacidad por lograrlo te ayuda al éxito, estoy segura que un día no muy lejano tu mamá tendrá la dicha de oír esa serenata tan deseada.
ResponderEliminarEstoy segura que tu mamá llegará a escuchar esa serenata tan deseada, todo es cuestión que te organices y desees hacerlo.
ResponderEliminarPues esa pelicula fue lo primero que se me vino a la cabeza para la semana, Alex creo que puedes aprender aún para la serenata
ResponderEliminarSaludos
Alex la interpretación de un instrumento es cuestión de tiempo, paciencia y constancia, y al parecer el profesor no tenía ni el tiempo ni la paciencia para llevar a cabo su labor de la mejor manera. Quien sabe qué presiones afrontaría él también, seguramente su labor corría riesgos.
ResponderEliminarY al igual que los demás, estoy segura que esa serenata para tu mamá llegará más pronto que tarde, así sea que entones sólo "Los pollitos dicen", a tu mami le sonará como música celestial.