martes, 18 de noviembre de 2014

LA JORNADA DE UNA SAMARITANA

Cada año en mi ciudad, se hacía una campaña de la Cruz Roja, con el fin de adquirir fondos para obras sociales, como yo estudiaba en un Instituto dependiente de esa Organización, se nos designaba para hacer esa actividad, no era obligatoria la tarea, pero a mis quince años me gustaba sobresalir en todas partes y mas que por obra social lo hacía por amor propio y la novedad de pasar un día navegando acompañada de varias compañeras, era algo tentador,  así que cuando pedían voluntarias, era yo la primera en levantar la mano.
Nos asignaron la tarea de recolección en un ferry que hacía el recorrido de una costa a otra del Lago, ya que aún no existía el puente que hoy las une.



La primera jornada fue emocionante, bueno emocionante para mis compañeras, nacidas y  criadas casi a orillas del Lago, por lo tanto acostumbradas a la travesía, pero para mi, una pobre montañesa, que solo había hecho ese viaje cuando llegó a esta ciudad,  acostumbrada a dirigirme a pie a todas partes, ya que mi ciudad tenía una superficie apenas comparada con la cuarta parte de ese recorrido, con muy pocos automóbiles y cuya única porción de agua era la del río que yo atravesaba de un lado a otro a pie o tratando de nadar.

La primera media hora, cumplí mi jornada lo mejor que pude, vestida con mi uniforme de estudiante de  Enfermería, elegante y pulcra,  alcancía en mano fui recorriendo toda la embarcación, pero no creo que fue media hora, solo media vuelta, mi cabeza comenzó a girar y girar, como pude llegué a un baño cuya cola era interminable, pero ignorando las enseñanzas de mi madre  y lo aprendido en el libro de cívica y buenas costumbres,  me pude colar entre tanta gente y llegar a tiempo para comenzar a vomitar, así pasé tiempo, hasta que una compañera, avisada por alguien me rescató.
Demás está contarles, que llegué con mi alcancía solo con algunas monedas, mientras mis compañeras las llenaron después de un día de cumplir triunfal mente su jornada.

Pero, valiente y dispuesta, no se si por terquedad o por masoquismo, al otro día, al llamado para otra jornada, la primera que levantó la mano fui yo, pero la Directora  con una  señal de negación  me dijo Usted al Hospital a seguir sus prácticas.

5 comentarios:

  1. Ay si, te entiendo...los barcos no son lo mío. Los padezco de principio a fin y no hay dramamine que me ayude. Pero es loable que aún a pesar de lo que habías pasado el día anterior quisieras volver a intentarlo. Bien por vos!!! :D

    PD tremendo puenteeeeee!

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  2. Jajajaja! La Directora tenía clarísimo que no podía contar contigo para semejante tarea! Yo me mareo hasta en el autobús, no creo que me ofrecería nunca para una jornadita como esa, todo el día en barco... Eres valiente, Ylba!

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  3. jajajajajajajajaja menos mal que no estaba contigo, porque nos hubiéramos deshidratado, mi primera turbulencia en un avión fue lo mismo, por suerte no se repitió hasta un año después

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  4. jajajaajajajaja Ylba creo que la directora hizo bien, porque debió ser terrible estar asi de enferma ese día. pero que compromiso con las buenas causas.
    Saludos

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  5. Jajajajaja que valiente de tu parte ofrecerte a la siguiente jornada a pesar de todo Ylba, pero creo que tu directora fue sabia y te envió a donde de verdad ibas a ser de utilidad jajajaja.

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