Colaboración de Luisa Adriana
Si diera rienda a mis pensamientos de que puedo contar o escribir sobre Historia, seguro no hallaría un punto de encuentro para final; pero este día en particular, ha creado en mi algo que marco el punto de replantear maneras de pensar, principalmente, formas de ver la vida en sociedad, fundamentalmente, amor por el momento que vivo como fuente de inspiración.
No puedo decir que se celebre, más bien se conmemora hoy en mi país, el muy lamentable hecho de La toma del Palacio de Justicia, en mi ciudad, por parte del grupo guerrillero armado M-19. No les voy a contar el suceso, no puedo emocionalmente describir muchos eventos; quiero exponer unos cuantos minutos de las 27 horas que duro esta acción, vividos durante este día, una visión que no se borrara de mi mente, pero por sobre todo la huella que me dejo, plasmo en mi ser la necesidad de creer en la vida, en la mía y en no pasar por ella, sino vivirla de corazón.
El Palacio de Justicia está ubicado en la plaza de Bolívar en el centro de la ciudad, yo trabajaba a no más de tres cuadras, y en su momento lo hacía para el fondo rotatorio del ejército. Mi área dibujo, y debía este día reunirme con un arquitecto allí mismo en el Palacio, sobre las 11:30 a.m., para hacer alguna labor allí dentro.
Muy puntual me encaminaba al sitio, ingrese a la plaza, y estando a escasos pasos para iniciar la subida de unas escalera para el acceso principal, empecé a escuchar un ruido estridente, me pareció desconocido, pero en segundos reconocí que eran disparos, y más bien por la secuencia seguro era de ametralladoras, todo pareció silenciarse, y solo se escuchaba este sonido o mis oídos ante lo desconocido no captaban nada más, pensé seguir mi camino, cuando frente mío vi unos hombres armados, y al paso de menos de diez minutos desde la parte de atrás llegaban soldados de la guardia presidencial y policía, fue aumentando el sonido y entonces eran más y más fuerte, y estallaban gritos, que eran absorbidos por la balacera, y yo estaba ahí parada desde entonces, sin poder moverme, mis piernas no reaccionaban, mis pies no podían dirigir los tacones que usaba entonces, y el olor a pólvora fue inundando el aire fresco de la hora y casi ahogando los respiros.
ACÁ ME QUEDÉ YO (donde puse la línea roja) antes de que este soldado lograra llegar. Crédito de imagen |
Y créanlo, yo seguía allí parada, me había literalmente congelado, de pronto pensé que era una estatua del lugar, pero no había en mi algo que me hiciera reaccionar; un destello de vida creo asomo, bajo corriendo las escaleras, un hombre más bien desaliñado, ni idea si trabajador o transeúnte, me miro tan fijo y vi que me gesticulaba algo, me tomo de la cabellera, llevaba una coleta, y me grito intrépido “oiga, bruta, quítese de ahí, que la van a matar…”..Yo aseguro que no camine, el me arrastro, y cuando pude dar pasos, me fui moviendo hacia el costado del palacio, y vi que alguien cayo, así simplemente como de la nada, otros comenzaron a arrastrarlo, ahí desperté, y por la misma calle comencé a caminar hacia el frente, sin rumbo aparente, parecía tan solo la vida misma.
Muy cerca laboraba una Tía, llegue allí, a refugiarme, pregunte la hora, eran las 12: 10 p.m, y había dejado atrás de mis forzados pasos, la angustia de la muerte o la alegría de la vida, entre otras cosas llegada del impulso de otro ser, con incertidumbre infinita, de saber que pasaría, no llore, no grite, solo espere el paso de las otras 26..y tanto, que faltarían para que culminara esta pesadilla.
Como anécdota al margen, es la única vez además que permití que alguien me dijera Bruta, y creo que si él supiera que no me inmuto, habría podido decirme mil sandeces, y yo no habría replicado nada, tan solo que en ese momento esa actitud era de miedo, de ignorancia, de impotencia.
Y la “Historia” termina con las palabras de mi madre, cada vez que le permito mencionar el tema en esta fecha, menos mal no soy una de las víctimas de este día buscando justicia por mi hija. Pero hoy como cada año, no dejo en solitario de recordar, y de recrear en mi mente la escena, ya no sufro, vivo muy agradecida de la vida, siento que ese dia replantee muchas maneras de ver la vida, y el sentido humano cobro un valor muy importante, los valores cambiaron de prioridad y soy solidaria con las familias que sufren este horror por la ausencia de sus seres amados.
Saludos,
Soy Luisa Adriana, Colombianísima, amante de la vida, las letras, la música, profundamente entregada a vivir tranquila en armonía, con mis adorados hombres. Anhelo en este espacio con tan grata idea poder compartir ideas que te quedan rondando en la cabeza.
Luisa, qué historia la que nos cuentas! No me imagino qué hubiera hecho yo en una situación así, supongo que me hubiera pasado como a ti, que me hubiera quedado paralizada del miedo. Lo bueno, lo increíblemente bueno es la enseñanza que sacaste de momentos tan terribles. Ver la muerte tan cerca no debe dejar insensible a nadie. Ese fue el día de tu renacimiento.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartir esta historia.
Que experiencia tan impactante Luisa, gracias a Dios que tu vida fue preservada, una pena por los que no vivieron para contarlo :(
ResponderEliminarComprendo tu reacción ante una situación así, hace muchísimos años estuve cerca de un tiroteo entre tres personas y me sentí como que si hubiera estado en una guerra, aunque yo corrí a esconderme tras un árbol. Es increíble el cambio que las personas experimentamos cuando estamos cerca de perder la vida.
ResponderEliminarhay santa madre del verbo, que susto, bueno si a ti te trataron de bruta, ni me imagino que me habría dicho a mí que soy tan cobarde y encima me congelo cuando estoy en situaciones de estrés máximo, tenemos mucha suerte de que ese delicado señor te arrastrara de la línea de fuego, millones de gracias sea quien sea y esté donde esté
ResponderEliminarCreo Luisa que nos habías compartido algo de este suceso antes, creo que en el libro de El ruido de las cosas al caer. Pero no estoy segura.
ResponderEliminarYo creo, que el señor, queriendo salvar tu vida y viendo que no te movías, actuó por instinto y gritó lo que pudo con tal de sacudirte y salvarte.
Saludos
Luisa que historia tan fuerte, yo soy muy cobarde y de seguro no se que hubiese hecho, es una situación tan difícil la que se vivió ese día, a veces parece mentira.
ResponderEliminarSaludos
Ay Luisa qué impresionante tu experiencia! es que no me puedo imaginar encontrarme en una situación como la tuya, con la vida amenazada y sin nadie a quien recurrir.
ResponderEliminarRealmente fuiste muy valiente, y me alegro que hayas tomado de esa vivencia lo mejor, el reconocer el milagro de la vida, la alegría de la existencia y el deseo de continuar adelante.
Mis respetos para una valiente.