domingo, 9 de noviembre de 2014

Un día que no es digno de recordar

Antes de empezar, desearía disculparme. He estado ausente por dos semanas, un tiempo en el cual debí haberme dirigido hacia ustedes. Para excusarme diré que estaba muy ocupado y es verdad, he tenido que hacer muchas tareas.
Me gustaría haber escrito sobre los Cuentos de Beedle el Bardo. Me gustaría haber opinado sobre la fábula de los tres hermanos, incluso tengo el libro. Pero ya no hay tiempo para eso.

He estado pensado en el tema de la semana. En la única Historia que pienso constantemente es en la Historia del Medioevo. Antes de escribir estas palabras, terminé de hacer una tarea de investigación acerca de las Cruzadas. Por obvias razones, me harté de ese tema y no quiero comentar acerca de ello. Tampoco quiero escribir acerca de la Historia ecuatoriana, la Real Audiencia de Quito o la caída del Muro de Berlín.
En vez de aquello, les diré mi historia. Esta historia es real y ocurrió en mi país, Ecuador, hace cuatro años. Algunos llamaron a ese día “el  30S: el día que triunfó la democracia”. Lo cierto es que ese día no ocurrió nada heroico, ni nada digno de recordar.

Aquel día parecía un día corriente, era jueves y yo estaba en la escuela. Tenía 11 años y estaba en clases. De repente, noté que un compañero, quien tenía un celular, estaba hablando con su mamá. Él estaba pálido y no paraba de temblar. No presté importancia a aquello. Minutos después, noté también que muchos padres recogían a sus hijos de la escuela. Después de quince minutos (estoy aproximando) mi tía llegó en su auto acompañada de mi abuelo y mi abuela para recoger a mis primos, mis hermanos y a mí. Sin contar a mi tía y a mis abuelos, éramos cinco personas; y eso que mi tía no tenía una minivan. Estaba muy confundido.
No me atreví a preguntar nada, pero mis primos sí. Mi tía nos explicó todo, y creo que no debió hacerlo porque mis primos y hermanos se aterraron. Resulta que la Policía Nacional estaba protestando contra el presidente Rafael Correa Delgado. La Policía protestaba y no estaba cumpliendo su trabajo, por lo que los delincuentes salieron a las calles. En nuestro camino a casa pude presenciar más de 36 delincuentes, ya había perdido la cuenta. Todos ellos estaban armados, incluso podía observar como los rateros robaban a otras personas. También pude admirar como las personas saqueaban a almacenes de artículos varios. En el auto mi tía y mi abuela repetían: “La sangre del cordero me renueva y me protege”.
Cuando salí del auto de mi tía pude observar a un carterista con una navaja. Dejé de verlo y llegué al departamento de mi tía. Mis abuelos querían enterarse más de la situación y decidieron mirar las noticias. ¡Madres embarazadas acompañadas de sus niños robaban electrodomésticos!
No sabía qué hacer, así que decidí ver una película. Vi “Kick-Ass”, y no es que tenía edad suficiente para ver el film, pero de cierta manera me recreaba al ver que les daban una paliza a unos delincuentes y a unos mafiosos.

Una vez leí esto y lo comparto: “Dicen que el 30S fue el día que el pueblo salió a defender la democracia, pero ese día yo sólo vi al pueblo choreando.”

4 comentarios:

  1. Que lamentable Joseph, acá hubo un presidente que cuando sucedían esas "protestas" que no eran más que vándalos causando destrozos, él decía que eso era "la música de la democracia".
    Pienso que nuestros pueblos no están aptos para vivir en democracia, confunden la libertad con el libertinaje.

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  2. Es MUY interesante tu texto, Joseph. Nos cuentas una versión personal de un hecho que a escala nacional tuvo una lectura muy diferente. Eso es lo interesante, que nos dejas pensando en que la historia, esos grandes momentos históricos que leemos a posteriori, los momentos que cambiaron la historia de un país, es probable que hayan sido momentos más bien detestables, tristes, nerviosos para la gente común.

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  3. oye, no sabía que ya se vendía el libro!! la fábula de los tres hermanos, es impactante!!

    suele suceder más frecuentemente Joseph que dizque sale la gente a defender la democracia y lo que realmente muere ese día es la democracia. Yo por eso estoy en contra de todas esos actos, hay otras formas de hacer valer los derechos y alzar la voz

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  4. Joseph, al igual que tú, yo también viví ese día como una jornada de incertidumbre y tristeza, de ver como, con solo romper por unas horas los controles policiales, se perdió completamente la cordura, los valores y el juicio en general.

    Ese día mis hijas y yo nos encerramos en casa y no salimos hasta que todo volvió a la normalidad, pero lo que se perdió ese día fue mucho más que cosas materiales, fue la dignidad y el respeto por los demás.

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